65 Poemas bonitos 

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El poder de las palabras

Enviado por benji  Seguir

Se anhela en cada instante escuchar palabras con ribetes, ante su finura palideces.
Si son aterciopeladas, la piel se eriza y
agita el corazón.
Cuando te elogian esas palabras son como seda, las recibes con ternura.
Melosas derriten y las melodiosas son
como canto de ruiseñor.
Los ojos se deleitan al leer tiernas palabras, lo haces con devoción.
Si estas son atrevidas, un asomo de sonrisa al sentir el arrebol.
Quedas con la palabra en la boca, cuando un beso te quita la respiración.
Por ser etéreas, sumisa te prosterna
con inmersa emoción.

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Despiértame

Enviado por tabyqv  Seguir

Apoyándome en vos,
Con sollozos silenciosos exigiendo ser notados,
esperando una lectura por cargar tanta amargura pero
sin pedir ayuda.
Clamando por paz eterna o por momentánea calma

-Esperando que despiertes un pedazo de mi alma.

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EL PECHO

Aquí cesa el clamor; ya nada canta.
Aquí el silencio su contorno imprime.
Sólo el pecho, nevado y tan sublime,
de pie puede servir a la garganta.

Ya, como con las albas, se levanta,
o, como con las tardes, se deprime;
su femenino día nos encanta;
con su esplendor de oscuridad redime.

El ritmo de lo humano él lo condensa,
cofre es de aquello que la mente piensa,
donde la eternidad se guarda breve.

Si el corazón se ofrece en esa altura,
respire en esa cima la ternura,
mitíguese mi ardor sobre esa nieve.

Autor del poema: Francisco Pino

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CIUDAD DEL PARAÍSO

(A mi ciudad de Málaga)

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria, antes de hundirte para siempre en las olas amantes.

Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama por ti, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví y recuerdo,
angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas.

Calles apenas, leves, musicales. Jardines
donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas.
Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas,
mecen el brillo de la brisa y suspenden
por un instante labios celestiales que cruzan
con destino a las islas remotísimas, mágicas,
que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.

Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda.
Allí, donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable,
y donde las rutilantes paredes besan siempre
a quienes siempre cruzan, hervidores, en brillos.

Allí fui conducido por una mano materna.
Acaso de una reja florida una guitarra triste
cantaba la súbita canción suspendida en el tiempo;
quieta la noche, más quieto el amante,
bajo la luna eterna que instantánea transcurre.

Un soplo de eternidad pudo destruirte,
ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un Dios emergiste.
Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,
eternamente fúlgidos como un soplo divino.

Jardines, flores. Mar alentando como un brazo que anhela
a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso
que nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra!

Por aquella mano materna fui llevado ligero
por tus calles inerávidas. Pie desnudo en el día.
Píe desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.
Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.
Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas.

Autor del poema: Vicente Aleixandre

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Navidad

Enviado por mariadelpilar  Seguir

Regálame una sonrisa por Navidad
y deja los otros regalos en el árbol.
No quiero un camión, una muñeca,
ni esos juegos de sobremesa.
No quiero unos pantalones nuevos.
No acepto otra bicicleta.
Deja en la tienda la muñeca
Barbie que tienes en los recuerdos
y quieres que tenga en mis recuerdos
cuando vuelva a comprar esa muñeca
para otra niña, para tu nieta...

Mamá: regálame una sonrisa y nada más.
Sólo quiero tu sonrisa esta Navidad.

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Canción al amor

Enviado por gamarrita  Seguir

Eh recorrido mil kilómetros de mis penas, eh pintado tantas cosas que ya no están.
Eh navegado en un mar sin ideas
Buscando las estrellas,xq ahí solo te puedo encontrar.
Eh luchado con todas tus dudas ,
ninguna me ah dejado continuar.
Me han arrastrado las heridas del recuerdo,
Llevándome a un silencio,donde encuentro tu pesar.
Eh seguido caminando ,luchando con cicatrices, que poco a poco dejan tu lugar.
Me eh sentado bajo un árbol ,
Que es un sentimiento que solo logras apenas recordar.
A pesar de las tormentas, cargadas de un tenor,
siempre eh seguido caminando con todo este dolor.
Aunque pasen más las horas y no encuentre tu razón,dejo un gran recuerdo lleno de bendición ,para que lo escuches por tu inmensa razón.
Eh dejado mi corazón latiendo ,por si algun momento logras tu pasar, así alumbre tu inmenso caminó,aunque otro ocupe mi lugar.

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El ruiseñor azul

Enviado por mayte78  Seguir

Tu mirada azul,
acaricia mi alma azul,

navegas en el mar azul,
en una balsa de sueños,

te recibe el alba azul,
de corazón azul,

con los brazos abiertos,
bajo el cielo azul,

en tu mundo azul,
de ilusiones y sueños.

La esperanza...
….. se viste de azul,

Igual que el ruiseñor,
que se viste de azul,
por venir a verte...









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Noche Deprimente

Enviado por dannycat  Seguir

La noche es linda pero tambien deprimente, recorre tristeza por mi mente, y la pregunta es...¿cuando tendria la oportunidad de verte? Quiza nunca en mis brazos podria tenerte, dia a dia no me sonrie la suerte, son palabras vacias que escribe este deprimido poeta, me quiebro facilmente como el cristal..triste y no de forma temporal...

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CAMPO NUESTRO

En lo alto de esas cumbres agobiantes
hallaremos laderas y peñascos,
donde yacen metales, momias de alga,
peces cristalizados;
pero jamás la extensa certidumbre
de que antes de humillarnos para siempre,
has preferido, campo, el ascetismo
de negarte a ti mismo.
Fuiste viva presencia o fiel memoria
desde mis más remota prehistoria.
Mucho antes de intimar con los palotes
mi amistad te abrazaba en cada poste.
Chapaleando en el cielo de tus charcos
me rocé con tus ranas y tus astros.
Junto con tu recuerdo se aproxima
el relente a distancia y pasto herido
con que impregnas las botas... la fatiga.
Galopar. Galopar. ¿Ritmo perdido?
hasta encontrarlo dentro de uno mismo.
Siempre volvemos, campo, de tus tardes
con un lucero humeante...
entre los labios.
Una tarde, en el mar, tú me llamaste,
pero en vez de tu escueta reciedumbre
pasaba ante la borda un campo equívoco
de andares voluptuosos y evasivos.
Me llamaste, otra vez, con voz de madre
Y en tu silencio sólo halló una vaca
junto a un charco de luna arrodillada;
arrodillada, campo, ante tu nada.
Cuando me acerco, pampa, a tu recuerdo,
te me vas, despacio, para adentro...
al trote corto, campo, al trotecito.
Aunque me ignores, campo, soy tu amigo.
Entra y descansa, campo. Desensilla.
Deja de ser eterna lejanía.
Cuanto más te repito y te repito
quisiera repetirte al infinito.
Nunca permitas, campo, que se agote
nuestra sed de horizonte y de galope.
Templa mis nervios, campo ilimitado,
al recio diapasón del alambrado.
Aquí mi soledad. Esta mi mano.
Dondequiera que vayas te acompaño.
Si no hubieras andado siempre solo
¿todavía tendrías voz de toro?
Tu soledad, tu soledad... ¡la mía!
Un sorbo tras el otro, noche y día,
como si fuera, campo, mate amargo.
A veces soledad, otras silencio,
pero ante todo, campo: padre-nuestro.

Autor del poema: Oliverio Girondo

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El barret

Enviado por ratolina  Seguir

Tinc un barret de plomes
De plomes de molts ocells
De colors clars i foscos
Com el gris el groc i el vermell
Fa molt temps que el tinc
Un dia el vaig comprar
En una botiga de la Boqueria
De barrets barretines i guants

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