54 Poemas del mar 

CANTARCILLO

Salen las barcas al amanecer.
No se dejan amar,
pues suelen no volver
o sólo regresan a descansar.

Autor del poema: José Gorostiza

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CANCIÓN ESCRITA AL SUR DEL RÍO AZUL

Estoy casada con un mercader
del Gran Lago,
su regreso demora día tras
día.

Si hubiera sabido que
las altas mareas
eran tan frecuentes,
podría haber elegido
un joven marino.

Autor del poema: Li Yi

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LAS BODAS DEL MAR

Ya acudes a tu cita misteriosa
con el inquieto mar, luna constante,
y asoma las playas de Levante,
hostia de luz, tu cara milagrosa.

En la onda azul, cual nacarada rosa,
se abre tu seno con pasión de amante,
y dibuja un reguero rutilante
tu pie sobre la espuma en que se posa.

El agua, como un tálamo amoroso,
te ofrece sus cristales movedizos
donde tiendes tu cuerpo luminoso.

Y al ostentar desnuda tus hechizos,
el mar, con un abrazo tembloroso,
te envuelve en haz de onduladores rizos...

Autor del poema: Salvador Rueda

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DICEN: LA MAR ES TRISTE

Dicen: la mar es triste. ¡Qué señal
hace cada ola, cuando quiebra!
Y veo una mar triste, pero en medio
tú, como una perla.

Dicen: la tierra es triste. ¡Qué señal
hace la hoja! Apenas osa.
Vea la tierra triste, pero en medio
tú, como una rosa.

Autor del poema: Marià Manent

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NIÑEZ SONÁMBULA

Era una casa grande, vacía, llena de ecos,
con veinte ventanales abiertos hacia el mar.
Y el mar sonaba triste contra el acantilado
como el destino sueña y acaba por matar.
Era una casa rara porque nada pasaba
y siempre parecía que algo iba a pasar.
Era una casa loca como aquella en que, niño,
según ahora me explican, nunca llegué a vivir,
pero que yo recorro, sabiendo los secretos
de sus cien corredores y sus puertas ocultas,
sus vueltas y revueltas, sus cámaras cargadas
de perfumes pesados y de un pasado horror
que todas las ventanas abiertas hacia un mar
de luz y de aventura, y disponibilidad,
no barren con su brisa, ni liberan del ¡ay!
Era una casa antigua. Y triste sin razón.
Allí viví de niño, y allí vivo de veras
por mucho que me nieguen. Y así, ciego, atravieso
los pasillos sin fin y las salas vacías,
y esas puertas que empujo para abrir otras salas,
todas ricas, lujosas, con sus tapicerías,
relojes, porcelanas, cortinas y recuerdos.
Todas eran iguales, repetidas, abiertas,
la rosa y la morada, la del león de oro,
la del abuelo Juan... ¿En qué se distinguían?
Yo abría puertas, puertas, buscando una salida,
lloraba algunas veces sin saber bien por qué,
y huía como un ciervo frente a aquella doncella
que me decía amable: "¿Qué quiere el señorito?"
Huir, huir, mi vida sólo ha sido una huida
sin saber hacia dónde y sin saber por qué.
Huir de aquella casa donde viví de niño,
aunque según me dicen nunca viví de veras.
No es un sueño. No. Veo oculto y real
a ese niño que mira con ojos espantados
detrás de una ventana, la mar, el mar, la mar.

Autor del poema: Gabriel Celaya

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EL MAR CONTIENE AL MUNDO

No nos deja olvidar
pues cada ola
es un recordatorio
bramando
nuestra muerte
hacia la orilla.

Autor del poema: Rosana Acquaroni

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LA ORILLA DEL MAR

No es agua ni arena
la orilla del mar.

El agua sonora
de espuma sencilla,
el agua no puede
formarse la orilla.
Y porque descanse
en muelle lugar,
no es agua ni arena
la orilla del mar.

Las cosas discretas,
amables, sencillas;
las cosas se juntan
como las orillas.

Los mismo los labios,
si quieren besar.
No es agua ni arena
la orilla del mar.

Yo sólo me miro
por cosa de muerto;
solo, desolado,
como en un desierto.

A mí venga el lloro,
pues debo penar.
No es agua ni arena
la orilla del mar.

Autor del poema: José Gorostiza

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SE ALEGRA EL MAR

(A Carlos Pellicer)

Iremos a buscar
hojas de plátano al platanar.

Se alegra el mar.

Iremos a buscarlas en el camino,
padre de las madejas de lino.

Se alegra el mar.

Porque la luna (cumple quince años a pena)
se pone blanca, azul, roja, morena.

Se alegra el mar.

Porque la luna aprende consejo del mar,
en perfume de nardo se quiere mudar.

Se alegra el mar.

Siete varas de nardo desprenderé
para mi novia de lindo pie.
Se alegra el mar.
Siete varas de nardo; sólo un aroma,
una sola blancura de pluma de paloma.

Se alegra el mar.

Vida —le digo— blancas las desprendí, yo bien lo sé,
para mi novia de lindo pie.

Se alegra el mar.

Vida —le digo— blancas las desprendí.
¡No se vuelvan oscuras por ser de mí!

Se alegra el mar.

Autor del poema: José Gorostiza

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Ondina

Enviado por gabl  Seguir


Llegué a orillas del mar para buscar
en el espejo de agua tu rostro,
la misma agua que conjuró con olas
llevándose en el bajamar tu cuerpo
hacia la profundidad que la creciente de
forma azarosa creó al confundir tu esbeltez
cual ninfa marina escapada de su dominio.

Las olas en su vaivén cautivaron los sentidos,
tiempo y lugar en el espacio acuático,
que giraba al compás arremolinando
las aguas envolviendo y arrastrando
mi humanidad hacia la inexistencia total
de forma humana que la compasión divina
tendiera la mano que me devolviera lucidez.

Las olas en su vaivén cautivaron los sentidos.
Exhausto me tiendo en la cálida arena,
y las aguas demuestran su presencia salpicando
mi cara con gotas salobres que irritan
mis ojos y mi cuerpo alelado acepta
el tiritar del frío y miedo sobrenatural
cuando tu traslúcido espectro emerge del mar.

gbl
01/12/2015
Derechos Reservados de Autor

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EL MAR TRISTE

Palpita un mar de acero de olas grises
dentro los toscos murallones roidos
del puerto viejo. Sopla el viento norte
y riza el mar. El triste mar arrulla
una ilusión amarga con sus olas grises.
El viento norte riza el mar, y el mar azota
el murallón del puerto.
Cierra la tarde el horizonte
anubarrado. Sobre el mar de acero
hay un cielo de plomo.
El rojo bergantin es un fantasma
sangriento, sobre el mar, que el mar sacude...
Lúgubre zumba el viento norte y silba triste
en la agria lira de las jarcias recias.
El rojo bergantin es un fantasma
que el viento agita y mece el mar rizado,
el tosco mar rizado de olas grises.

Autor del poema: Antonio Machado

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