Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
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VERANO
Verano, verano rey,
del abrazo incandescente,
sé para los segadores
¡dueño de hornos ! Más clemente.
Abajados y doblados
sobre sus pobres espigas,
ya desfallecen. ¡Tú manda
un viento de alas amigas !
Verano, la tierra abrasa :
llama tu sol allá arriba ;
llama tu granada abierta ;
y el segador, llama viva.
Las vidas están cansadas
del producir abundoso
y el río corre en huída
de tu castigo ardoroso.
Mayoral rojo, verano,
el de los hornos ardientes,
no te sorbas la frescura
de las frutas y las fuentes...
¡Caporal !, echa un pañuelo
de nube y nube tendidas,
sobre la vendimiadora,
de cara y manos ardidas !
LOS GATOS
Lentos
por las aceras,
inmóviles
en las repisas,
aovillados
en los sofás,
nos miran,
nos observan,
nos escrutan.
Llevan
miles de años
haciéndolo.
Y siguen
marcando
las distancias.
EL AMOR
Como el viento que encuentra
una rendija
y se cuela en la habitación
y lo desordena todo
libros
facturas
poemas
así llega
en la vida
el amor.
Nada es igual a partir de entonces,
ese caos
es la felicidad.
Pero un día habrá que recoger.
Suerte si no te toca a ti.
CARTAGENA
Con esto poco a poco llegué al puerto
a quien los de Cartago dieron nombre,
cerrado a todos vientos y encubierto
y a cuyo claro y singular renombre
se postran cuantos puertos el mar baña,
descubre el sol y ha navegado el hombre.
LA VIDA, AHÍ FUERA
Esa vida que no es mía y me rodea,
el misterio de la muerte, lo que llamamos la muerte
y el misterio de la vida siempre abierta,
lo que llamamos la vida
en el árbol, en las nubes y en el agua,
y en el viento y en el mundo que es quien es sin ser humano,
y en la inmensa transparencia que no se dice, se muestra
en eso que busqué tanto y ahora encuentro regresando:
La infancia, quizá, la infancia, nuestro final seguro,
nuestro cuento, nuestro canto, nuestra mágica conciencia:
El total de lo sin fin y de la vida abierta.
EN LA NIEBLA
¡Qué extraño es vagar en la niebla!
En soledad piedras y sotos.
No ve el árbol los otros árboles.
Cada uno está solo.
Lleno estaba el mundo de amigos
cuando aún mi cielo era hermoso.
Al caer ahora la niebla
los ha borrado a todos.
¡Qué extraño es vagar en la niebla!
Ningún hombre conoce al otro.
Vida y soledad se confunden.
Cada uno está solo.
DEL NUEVO PRIMER DÍA
Cuando te sientas perdido,
y sepas que nada queda por hacer.
Cuando todos tus sueños se hayan ido,
piensa que más bajo no podrás caer.
Así que levántate, amigo.
Sacúdete la melancolía
Y escucha, que muy en serio te lo digo;
¡Celebra el nuevo día!
Ahoga las penas,
átalas, guárdalas bajo llave
o grítalas al viento para que éste se las lleve,
y así notarás que a ti ya no te pesan
POEMA 4: ES LA MAÑANA LLENA DE TEMPESTAD
Es la mañana llena de tempestad
en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón del viento
latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
Zumbando entre los árboles, orquestal y divino,
como una lengua llena de guerras y de cantos.
Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las flechas latientes de los pájaros.
Viento que la derriba en ola sin espuma
y sustancia sin peso, y fuegos inclinado.
Se rompe y se sumerge su volumen de besos
combatido en la puerta del viento del verano.
Y ESCRIBIR TU SILENCIO SOBRE EL AGUA
No sé si es sombra en el cristal, si es sólo
calor que empaña un brillo; nadie sabe
si es de vuelo este pájaro o de llanto;
nadie le oprime con su mano, nunca
le he sentido latir, y está cayendo
como sombra de lluvia, dentro y dulce,
del bosque de la sangre, hasta dejarla
casi acuñada y vegetal, tranquila.
No sé, siempre es así, tu voz me llega
como el aire de Marzo en un espejo,
como el paso que mueve una cortina
detrás de la mirada; ya me siento
oscuro y casi andado; no sé cómo
voy a llegar, buscándote, hasta el centro
de nuestro corazón, y allí decirte,
madre, que yo he de hacer en tanto viva,
que no te quedes huérfana de hijo,
que no te quedes sola allá en tu cielo,
que no te falte yo como me faltas.
FELIZ EL OBRERO
¡Feliz el labriego en sus ropas domingueras!
Con su saco gris pálido, su chaleco elegante, sus mangas bien ajustadas,.
y su sombrero bien puesto en la cabeza, va a la iglesia;
con frecuencia y con orgullo consciente, mira hacia abajo,
hacia la hermosa rosa.
Ésta, ceñida en el ojal, agasaja su nariz.
No envidia al hombre más alegre de Londres.
En la iglesia se sienta entre las filas,
reverenciando al lugar como
a las mejores plegarias cuyo significado poco conoce,
escucha el sermón con un ablandado sopor,
y se erige jubiloso en el bienvenido final.
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