16 Poemas gallegos 

ALMAS GEMELAS

Mitades de una gota de rocío
con que el mar, al beberla,
en lo profundo de su seno frío
cuaja una sola perla;
átomos del perfume de la rosa
que el viento mece unido;

notas que vibra el arpa melodiosa
iguales en sonido;
estrellas dobles que en el alto cielo
una órbita describen;
almas gemelas que en el triste suelo
de un pensamiento viven;
esto sin duda son los que se quieren
su fe guardando entera,
y acaso pasarán cuando aquí mueran
a amarse en otra esfera.

Autor del poema: Emilia Pardo Bazán

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DICEN QUE NO HABLAN LAS PLANTAS

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
—Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?

Autor del poema: Rosalía de Castro

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LAS CAMPANAS

Yo las amo, yo las oigo,
cual oigo el rumor del viento,
el murmurar de la fuente
o el balido del cordero.

Como los pájaros, ellas,
tan pronto asoma en los cielos
el primer rayo del alba,
le saludan con sus ecos.

Y en sus notas, que van prolongándose
por los llanos y los cerros,
hay algo de candoroso,
de apacible y de halagüeño.

Si por siempre enmudecieran,
¡qué tristeza en el aire y el cielo!
¡Qué silencio en la iglesia!
¡Qué extrañeza entre los muertos!

Autor del poema: Rosalía de Castro

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CANCIÓN PARA O SIL

Meu vello Sil cantareiro,
meu vello Sil cantador,
¡chegas feliz e riseiro,
marchas riseiro e cantor!

Meu vello Sil pelengrín,
viaxeiro e namorado:
¡pasas a ponte en Petín
e ollas o pazo de Arnado!

Meu vello Sil das canciós,
vagamundo e tarabelo:
¿lembras as vellas lexiós
na ponte de Sobradelo...?

Eu quero que me respondas,
vello Sil das aureanas:
¿aínda viven nas túas ondas
as doces ninfas paganas?

Meu vello Sil dos romanos,
detén o paso, non corras:
¿hai lugares máis humanos
que as terra de Val de Orras?

Autor del poema: Manuel María Fernández

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CERVO

Cervo en liberdade, luz e aire:
ábreste docemente como
unha raiola de lúa enfeitizada
na terra carnal dos nosos soños
e fas sagrado o bosque rumoroso.

A arboreda xentil que te coroa,
grave e lene -tal a brétema-
é a única alborada que pode
facer agromar do corazón
unha música pura e misteriosa.

Cervo que baixas con urxencia
a nidia limpidez da auga fría
para cumprir o rito de beber
as cores o os misterios da mañá.

Cervo, camelia tremelante,
marabilloso Outono en plenitude:
convérteste en espello,
salouco lonxano e esvaído,
lene melancolía vagorosa
e fulgor que cega: como o lóstrego.

Autor del poema: Manuel María Fernández

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ÁLBUM DE IGNORADO ORIGEN

Álbum de ignorado origen,
¿por qué mi firma reclamas?
firma y versos a las damas
son cosas que no se exigen.

De la mujer en la vida
es la inspiración secreta,
como pálida violeta
que no quiere ser cogida,

y que cuando se propasa
dulce perfume a exhalar,
sólo debe embalsamar
las paredes de su casa.

Pero haciendo concesiones
a este tiempo de locura,
alteraré tu blancura
con desiguales renglones

y entre firmas de valía
que guardas ya con empeño,
echa la culpa a tu dueño,
de que figure la mía.

Autor del poema: Emilia Pardo Bazán

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SEI DUN PAÍS

Sei dun país que existe e non existe:
é unha patria terreal e humana
que envellece comigo día a día.
Teño na lembranza o seu recendo
a terra húmida, rosas e loureiro.
Habito as súas cidades exemplares
feitas de amor, dor e pedra grá
con árbores e rúas silandeiras
que van desembocar a prazas íntimas
de nomes de estrela ou andoriña.
Nos meus ollos levo as súas paisaxes,
a máxica xeometría das súas casas,
o seu ceo limpo, azul‐grisento,
sucado de leves nubes camiñantes,
de brétemas vagas como anceios
e luceiros que queiman como brasas.
Nos meus ouvidos gardo o son sutil
do vento cantando nos carballos,
o musical murmurio dos seus ríos,
o berro escuro e forte dos seus mares
e os versos que din as arboredas.
Esta patria existe. Eu vivo nela.
Non ten odios, rancores nin envexas.
Nunca souben, nin sei, o nome seu.
Mais cando desexo nomear a este país
os meus beizos énchense de luz
e, dende o fondo do ser, digo: SALETA.

Autor del poema: Manuel María Fernández

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LA INSPIRACIÓN (FRAGMENTO)

¿Do estás, chispa sagrada,
fuerza generadora de lo bello,
que mi alma enervada
no vienes a agitar? ¿Do yace oculta
la trípode del templo?
¿Do vivirá insepulta
la pureza latina y gracia griega
y el numen delirante
de Saffo, de Simónides y Homero,
que sólo prosa y aridez contemplo,
y del carro triunfante
de la industria y progreso devorante
el seco polvo mis pupilas ciega?
¿Qué regiones alegra el claro río
en que saciar mi corazón ansio?
¿Es acaso en el rico coliseo,
de luces chispeantes,
de atmósfera pesada, embriagadora,
donde agitarse veo
blancos senos, cuajados de diamantes
como de estrellas la naciente aurora?
¿Es quizá en el paseo,
donde en muelle carroza reclinada
pasea su indolencia
tanta nula existencia
en espléndido arreo sepultada?
¿O en dorados salones,
cuando al compás de orquesta deliciosa,
del wals entre las mil oscilaciones,
sobre la blanda alfombra
se pierden las parejas a lo lejos
y copian los espejos
el pie gentil y la cintura airosa?
¡Jamás do languidece la pereza
y el hastío bosteza
tiende la inspiración su raudo vuelo;
que no en el erial, ni en el pantano
crece el lirio lozano
cuyo dulce perfume sube al cielo!
Majestuosos montes
poblados de castaños y de encinas,
lejanos horizontes
que disfumáis las áridas colinas;
cantábricas riberas
que besa gemidor el Océano,
cuyas marinas brisas
orean las poéticas laderas,
do más que en todo el bello suelo hispano
mostró Naturaleza sus sonrisas;
vosotras, fuente inagotable y pura
fuerais de inspiración al pecho mío,
mientras que aquí se agota mi fe, y
el arpa rota arrojo con cansancio y
amargura, yerto ya el corazón por el
hastío. En vano quiero concentrar
mi vida que se disipa como aroma al
viento, me faltan la energía y el
aliento, y si con la malsana
calentura del placer caprichoso y
turbulento galvanizó mi musa
decaída, y me invade de nuevo,
lacio y frío, un mortal desaliento. Es
que yace extinguida la creadora
hoguera, es que me faltan vivos
manantiales donde apagar la sed de
lo sublime, y aquí entre el oropel la
musa gime que canta en las bellezas
naturales.

Autor del poema: Emilia Pardo Bazán

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A LUZ DO CORAZÓN

A única palabra verdadeira
que se escoita unha vez
en toda a vida:
aquela
que revelan os deuses
vaise adelgazando,
luíndose, perdendo a súa
imprecisa materia corporal,
facéndose lixeira,
translúcida,
in-mar-ce-sí-bel
até que se converte
en rosa, lúa, caravel
ou preciso salouco dun paxaro
que nos enche de luz o corazón.

Autor del poema: Manuel María Fernández

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EPÍSTOLA

Amigo: en la jornada de la vida
puede hacer mucho bien el que despierte
la generosa aspiración dormida. Hay
alma que tal vez reposa inerte por
falta de una voz que la conmueva
en la inacción, hermana de la
muerte. Pero aquel que por norte
siempre lleva
los preceptos de Dios, con regocijo
al hermano dirá la buena nueva.
Doctrinará la madre al tierno hijo
mezclando con la leche la enseñanza
con que Jesús la humanidad bendijo.
Y sin vacilación, temor, mudanza,
habitaremos este triste valle, de otra
vida mejor con la esperanza.
¡Cuánto será egoísta aquel que calle y
no cante su fe, si voz le queda, hasta
que un eco sus cantares halle! ¡Ay
del que sienta inspiración y pueda
comunicar de su creencia el fuego, si
algún indigno miedo se lo veda! ¡Ay
del que sabe conducir al ciego, y le
deja acercarse al precipicio donde
está expuesto a despeñarse luego!
Ensalzar la Virtud, herir el Vicio: tal
es la misión única que deba llenar la
poesía, en su juicio. ¡El que en el
alma estremecida lleva del poético
numen la raptura, que a profanar sus
aras no se atreva!
Cante en buen hora el genio a la hermosura;
pero no manche la cristiana lira
cínica frase, o teoría impura.
Elévela aquel fuego que la inspira:
tenga un noble entusiasmo, si se inflama;
tenga un santo delirio, si delira.
Eterna, ardiente, inextinguible llama
en lo bueno y lo justo halla el poeta
que honestas musas a su lado llama.
¿No llenará la mente más inquieta el
contemplar, en éxtasis profundo,
obra de Dios, la creación completa?
Las leyes inefables con que al
mundo rige su sabia mano
omnipotente: su orden maravilloso,
sin segundo. Enciende el volcán la
roja frente, y puebla el hondo
abismo de los mares y la linfa del
río transparente. Los claros rayos
animó solares, y salpicó la
inmensidad el cielo con los nunca
contados luminares. Persistir hace
en el estéril suelo el diario milagro
de la vida, y fecundo calor sucede al
hielo. ¿Quién no siente que el alma
estremecida se abisma en
contemplar grandeza tanta,
de gozo interno y gratitud henchida?
Hay otra fruición no menos santa,
que es atraer al hombre al buen camino
que hasta Dios le conduce y le levanta.
¡Cuán noble del poeta es el destino
si entiende su deber y le da cima
penetrado de espíritu divino! Con el
grato concento de la rima, al remiso,
al cobarde, al negligente,
aguija, da valor, mueve y anima.
Firme en la resistencia inteligente
que opone al mal, ni acepta, ni rechaza
las ideas del vulgo ciegamente. La
recta senda que a sus pasos traza no
se tuerce hacia atrás ni hacia adelante,
y lo pasado al porvenir enlaza. La
moral está escrita en diamante; las
civilizaciones se suceden; inmutable
es el bien, uno y constante. Pero sus
vías adornarse pueden con todo
cuanto hay bello en lo creado
para que en su aridez solas no queden.
Purificar el gusto depravado: dar
magníficos cuadros a la escena
donde aprenda y se forme el pueblo honrado;
esto será la poesía buena: así el arte
renace y cobra vida de la Virtud en
la región serena. No arguyen que la
senda está florida que al error y
extravío nos conduce, y la del bien
de abrojos guarnecida. Que si cantar
lo malo nos seduce, es porque
somos malos, y la tea, no el ara
santa, en nuestros ojos luce. El justo
es como el ciervo que desea las
fuentes de agua viva en el desierto y
no el fétido charco que le asquea.
Sepulcro blanqueado y bien cubierto
es la torpe, inmoral literatura:
gusanos devorando un cuerpo
muerto. Vista, como el guerrero, su
armadura, recta intención el que a
escribir se lanza
y acorde sonará su lira pura.
Que puesta en Dios la noble confianza,
dulces cantares brotará la boca en fe
abrasada, rica en esperanza. El
nunca desampara al que le invoca, y
da al poeta voces y armonías, como
al sediento el agua de la roca. Así el
poeta en nuestros turbios días irá, no
en busca de gloriosa palma, sino
agitando las cenizas frías que guarda
al bien en un rincón del alma.

Autor del poema: Emilia Pardo Bazán

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