25 Poemas del tiempo 

El tic tac del reloj

Enviado por yedra  Seguir

EL TIC TAC DEL RELOJ


Sonaba,como ruido de fondo el tic-tac monocorde del reloj.
En las noches cuando en el silencio nos disponíamos a ir a la cama...el reloj marcaba el ritmo suave de nuestros momentos.



Por la mañana,el trajinar de mi abuela,el de mi madre,mientras yo en la cama aún,escuchaba el paso del tiempo,ese sonido que traspasaba mis sueños..tic,tac,tic,tac,y me desesperezaba en la cama...y empezaba el día para mi.

Pasó el tiempo,el sonido de aquel reloj,se me quedó en la memoria,el reloj ya no está,ni mi madre,ni mi abuela;se las llevó el eterno trascurrir del tiempo...¡el reloj no dejó de sonar,aunque ya no estuviera,ni lo escuchara con mis oídos;pero el sonido monocorde eternamente continua en el trascurrir de nuestras vidas,y se nos lleva poco a poco a la eternidad.

El tiempo,el sonido del reloj,marca nuestras vidas;y mientras tanto nos afanamos en nuestras cosas,mientras cada día,una cana más aparece en nuestra cabeza;quisiéramos a veces poder pararlo y dar marcha atrás y recuperar aquello que perdimos...¡pero no puede ser!
El tic-tac del reloj se sigue escuchando y solo podemos añorar lo que perdemos en su son,y intentar vivir con toda la alegría que podamos
¡a pesar de todo!

AUTOR:YEDRA

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YO, FRANCIS X

yo, francis x
estoy aquí esta noche para asegurarle a todos
que nadie les ha mentido
a ustedes que cavaron más hondo
en las huellas del hombre y la humanidad
no escuchen a aquellos
que les dicen que ha pasado su momento
han tenido excelentes guías
y han sido ayudados por los mejores
para alumbrar el camino
para ellos, ustedes son su único interés
no tienen razones para sentirse timados
sin importar lo que diga nadie
sólo piensen en sus hijos
pues aquí ellos son los que ganan
y así entonces sabrán,
queridos amigos,
que el tiempo, en efecto, no se queda quieto.

Autor del poema: Bob Dylan

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CORONA

En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.

En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.

Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.

Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.

Es tiempo.

Autor del poema: Paul Celan

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ES SÓLO EL TIEMPO, QUE PASA

Suerte de cateterismo cardíaco, tu mirada cansada
- apenas has dormido, me dices -
calma al triste músculo herido
por el hielo de un otoño roto, astillado.
Arrítmico mi corazón, hipocondríaco todo yo,
se rebela ante la impasible marcha de antorchas,
santa compaña de fantasmas dormidos,
que camina por las calles, camino del trabajo,
anestesiada por las agujas catódicas
-ya no tanto que todo es pantalla plana-
que escupen los televisores de leds irisados.

El caso es que es otoño y yo te amo.
Así se escapan como gotas de mercurio
los días vividos y me siento viejo
cuando te veo sonreír planeando un viaje
o suspirando porque un cachorro se enreda entre tus pies.

Nuestros padres cuentan sus achaques
y todavía el futuro se aplaza por momentos
- fíjate, con casi cuarenta años -
cuando en la tele ponen nuestra serie preferida
o en la cocina me cuentas como fue tu día,
pasta con verduras para cenar
y viento de noviembre sobre la acacia.

Digo que pasa el tiempo y no es malo,
aunque a veces la arena de los relojes
se alce iracunda en vuelo como en una playa
con el levante soplando implacable
arrebatándonos la cordura y arrancando las sombrillas.

Eso y el agua de la clepsidra,
que dicen lava las heridas y suaviza el canto de las piedras,
pues no somos más que rocas de acantilados
aguantando el obstinado embate de los años
y sus océanos, plata que baila en los septiembres.

Y es que quizá la vida no sean los ríos
- no siempre el poeta acierta -
sino más bien ese mar donde descansan
los corales, los tesoros y los cuentos
que siempre acaban con el regreso a las costas
del amado, la tormenta que nos lleva a una isla,
desierta, luminosa y sin tres libros,
el empeño absurdo del delfín,
salvando a náufragos que nada saben
del amor y sus destellos,
pues no pudieron reconocerse en nuestros pasos,
en tu mirada, suerte de terapia ansiolítica
que vigila mi paso y mi extrasístole,
el duelo que impone lo perdido,
saber que he de crecer aunque nos duela.

Autor del poema: Ismael Serrano

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El epitafio de mi abuelo

Enviado por elpoetamarginal  Seguir

Mi abuelo asesino
A un puma
E hizo un traje con el
Para mí abuela
Que tenía el dorso desnuda...

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