Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
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LOS DESTELLOS DEL ATARDECER...
Los destellos del atardecer
son muy hermosos,
pero no pueden compararse
con el brillo de tus ojos.
LA FLECHA
No importa que la flecha no alcance el blanco
Mejor así
No capturar ninguna presa
No hacerle daño a nadie
pues lo importante
es el vuelo la trayectoria el impulso
el tramo de aire recorrido en su ascenso
la oscuridad que desaloja al clavarse
vibrante
en la extensión de la nada
VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS
(Cantado por Nacha Guevara)
Volverán las oscuras golondrinas
En tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez, con el ala en tus cristales,
Jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
La hermosura y la dicha contemplar,
Aquellas que aprendieron nuestros nombres,
Esas no volverán.
Esas no volverán.
Esas no volverán.
Esas no volverán .
Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín, las tapias a escalar
Y otra vez a la tarde aún más hermosas
Sus flores abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer como lágrimas del día
Esas no volverán.
Esas no volverán.
Esas no volverán.
Esas no volverán .
Esas no volverán
Esas no volverán
Esas no
Volverán del amor en tus oídos
Las palabras ardientes a sonar.
Tu corazón de su profundo sueño
Tal vez despertará.
Pero muda y absorta y de rodillas,
Como se adora a dios ante su altar,
Como yo te he querido desengáñate,
Así no te querrán.
Así no te querrán.
Así no te querrán.
Así no te querrán.
Esas no volverán.
Esas no volverán.
Esas no volverán.
POEMA 40
¿Qué mala mente a ti, pobrecillo de Rávido,
te lleva de cabeza hacia mis yambos?
¿Qué dios por ti no bien invocado
te dispone a incitar una malsana pelea?
¿Acaso es para arribar a las bocas de la gente?
¿Qué quieres? ¿Como sea ser conocido deseas?
Lo serás, puesto que a mis amores
quisiste amar, con larga condena.
POEMA EN OCTUBRE
En mi trigésimo año camino del paraíso
fui despertado al oído desde el puerto y el bosque vecino
desde la playa con su banco de almejas
y su garza diciendo misa.
La mañana me hacía señas
Con el agua que reza y los responsos de la gaviota y la corneja
y el cabeceo de los botes de vela contra el palmeado muro de redes
invitándome a levantarme
en ese instante
en el puerto aún dormido para ponerme en camino.
Mi agasajo empezó con aves de agua
y pájaros de alados árboles llevando en vuelo mi nombre
sobre las granjas y los caballos blancos.
Me puse de pie
en medio de un lluvioso otoño
y eché a andar bajo el chubasco de todos mis días.
Marea alta: la garza se zambulló cuando tomé la senda
de la ribera,
y la ciudad,
al despertar, cerró sus puertas.
Toda una primavera de alondras en el rodar de una nube.
Los sotos bordeaban el sendero rebosante de mirlos jacareros
y el sol de octubre
veraneaba
al hombro de la colina.
Entonces irrumpieron climas apasionados y dulces cantores,
esa mañana en que iba yo errante y solo,
escuchando la lluvia que se retorcía.
Frío soplaba el viento
en el lejano bosque a mis pies.
Pálida lluvia sobre el puerto encogido
y la iglesia mojada por el mar, diminuta como un caracol
con los cuernos envueltos en bruma;
y sobre el castillo pardo como búho,
pero todos los jardines
de primavera y de verano florecieron en los cuentos fantásticos
en la otra ribera, bajo una nube negra de alondras.
Allí pude admirarme
en mi cumpleaños,
pero el clima en la distancia dio un vuelco.
Del país de la dicha se volvió,
y en una atmósfera distinta, bajo un cielo de otro azul,
hizo brotar de nuevo un prodigio de verano
con manzanas
peras y rojas grosellas.
Y en la mudanza vi pasar, muy nítidas
las olvidadas mañanas de un niño cuando caminaba con su madre
Entre las parábolas
de la luz solar
y las leyendas de las capillas verdes.
Y oí también, dos veces recitados, los campos de mi infancia
que abrasaron mi mejilla con sus lágrimas y cuyo corazón latió en el mío.
Esos fueron los bosques, el río y el mar
son de un niño
en el absorto
verano de los muertos que susurró la verdad de su alegría
a los árboles, a las piedras y al pez de la marea.
Y el misterio cantó
todavía vivo
con el agua y el silbo de los pájaros.
Allí pude admirarme en mi cumpleaños,
pero el clima en la distancia dio otro vuelco. Y el gozo puro
del niño muerto hace mucho, cantó llameante
en el sol.
En mi año trigésimo
camino del paraíso, enhiesto en pleno mediodía de verano,
aunque el puerto yaciera a mis pies, con la sangre de octubre
¡Ojalá pueda yo cantar de nuevo
la verdad de mi corazón
desde lo alto de esta colina, a la vuelta de un año!
SE HA MUERTO LA TINIEBLA EN MIS PUPILAS
Se ha muerto la tiniebla en mis pupilas,
desde que hallé tu corazón
en la ventana de mi rostro enfermo.
¡Oh pájaro de amor,
que trinas hondo, como un clarín total y solitario,
en la voz de mi pecho!
No hay abandono...
ni habrá miedo jamás en mi sonrisa.
¡Oh pájaro de amor,
que vas nadando cielo en mi tristeza...!
Más allá de tus ojos
mis crepúsculos sueñan con bañarse en tus luces...
¿Es azul el misterio?
Asomada en mí misma contemplando mi rescate,
que me vuelve a la vida en tu destello..
PRISMA
Yo soy un punto muerto en medio de la hora,
equidistante al grito náufrago de una estrella.
Un parque de manubrio se engarrota en la sombra,
y la luna sin cuerda
me oprime en las vidrieras.
Margaritas de oro
deshojadas al viento.
La ciudad insurrecta de anuncios luminosos
flota en los almanaques,
y allá de tarde en tarde,
por la calle planchada se desangra un eléctrico.
El insomnio, lo mismo que una enredadera,
se abraza a los andamios sinoples del telégrafo,
y mientrass que los ruidos descerrajan las puertas,
la noche ha enflaquecido lamiendo su recuerdo.
El silencio amarillo suena sobre mis ojos.
¡Prismal, diáfana mía, para sentirlo todo!
Yo departí sus manos,
pero en aquella hora
gris de las estaciones,
las palabras mojadas se me echaron al cuello,
y una locomotora
sedienta de kilómentros la arrancó de mis brazos.
Hoy suenan sus palabras más heladas que nunca.
¡Y la locura de Edison a manos de la lluvia!
El cielo es un obstáculo para el hotel inverso
refractado en las lunas sombrías de los espejos;
los violines se suben como la champaña,
y mientras las ojeras sondean la madrugada,
el invierno huesoso tirita en los percheros.
Mis nervios se derraman.
La estrella del recuerdo
naufragada en el agua
del silencio.
Tú y yo
coincidimos
en la noche terrible,
meditación temática
deshojada en jardines.
Locomotoras, gritos,
arsenales, teléfrafos.
El amor y la vida
son hoy sindicalistas,
y todo se dilata en círculos concéntricos.
QUE AHORITA VUELVE
Te hace una seña con la cabeza
desde esa niebla de luz. Sonríe.
Que sí, que ahorita vuelve.
Miras sus gestos, su lejanía,
pero no la escuchas. Polvo
de niebla es la arena.
Polvo ficticio el mar.
Desde más lejos, frente a ese brillo
que lo corta te mira,
te hace señas. Que sí, que ahorita vuelve.
Que ahorita vuelve.
ALABANZA AL ÁRBOL
Imposible sin ti la primavera,
los verdes paraísos terrenales.
Solicitud y celo, maternales.
Tu producto y tu sombra remunera
el trabajo del cuidado:
alta compensación, defensa umbría,
abogado fornido
del frescor en el estivo empedernido.
Corpulencia de Dios, sobre alegría,
ocupas de verdor la geografía,
robusteces el viento,
y a su corriente muda
imprimes voz, acento,
palabra de los cielos.
Naces con voluntad, no con ayuda;
vienes de Dios y a él surten tus anhelos.
La soledad tu vegetal criatura
acompaña y procura;
entibia el sol, después el cielo ambiente
hace habitable la temperatura
de maneras peores;
en la copa la luz más reluciente,
en lo interior más dulces sus ardores.
Debajo de tu amparo creosotado,
las batallas son paces,
el trabajo sosiego sosegado.
Agrupas a los hombres y los haces
hermanos en tu umbría.
La rotación del fruto, la alegría
del pájaro fomentas
y el bienestar y la salud de paso.
Si el aire tú no aventas,
si no estás tú en el aire de consuno,
sin movimiento alguno
se queda el aire raso.
Tienes fisonomía y sentimiento;
el sol te da tristeza
y las aguas contento.
¡Cúmulo de riqueza!.
En ti se asiste el agigantamiento
del tiempo y del paisaje.
Le diré al que te impide y te vulnera
¿qué maldición?, ¿qué ultraje>?
La inquisición obrera
está quemando, mártir de madera,
lo hermoso de tu vida;
¡qué imposibilidad ya de los abriles!
Te maltratan los viles
y tú, Dios los perfumas.
¿Donde pondrán su vuelo y su mirada
las brisas y las plumas?
¡Pobre júbilo umbrío!
Quid de los huertos y de los panoramas;
te perniquiebra el hacha con su frío,
con su calor las llamas.
Bautistas ya las ramas,
ya es poda los espacios forestales,
las savias manantiales,
por las frescas matrices
que abren ira y acero en la corteza,
interrumpen la acción de los frutales
y la circulación de las raíces.
El árbol esta hecho
para ocupar el mundo de provecho,
como el viento la rama de cantares.
Un bosque nos revelas e incorpora,
¡oh soledad sonora!
la majestad de Dios y de sus mares.
Hermano y campesino,
hay que extender la encina,
que propagar el pino,
fresco en el campo, ardiente en la cocina.
Vuelve a la educación del arbolado,
a la repoblación de la campaña.
¡Pódame un miembro a mí, pero no al prado!
Espúrgale alternado
el racimo y el piojo.
Cauteriza y restaña
con barro sus heridas del gorgojo.
En nombre de los bosques, yo maldigo
a quien toma venganza, árbol, contigo.
CARTA A MI PADRE
¿Qué más quieres de mí? ¿Qué otras cosas mejores?
Padre mío,
lo que me diste en carne te lo devuelvo en flores.
Estas cosas, comprende, ya no puedo callarte.
Yo, como el alfarero con su arcilla en la mano,
lo que me diste en barro te lo devuelvo en arte.
Creo ya, que ves claro, por qué levantar puedo
este lodo animal -espeso de pensar-.
¡Siempre habrá un alfarero con su sueño en los dedos!
Padre mío, ya ves,
el agua que me diste, venía de una oscura
profundidad de vida, pero como los ríos
primeros de la tierra, aquel goterón mío
se me llenó de altura...
Qué más quieres, no pudo
hacerse licenciado mi corazón desnudo.
Era mucho pedirle, padre mío, ¡no sabes
lo grave que es a veces
un hombre que en el pecho le entierran viva un ave!
Quizá, por eso, aquello
que me dieron horrible, preferí darlo bello.
Diáfano para el trino; para negocios, bruto,
este es el fruto:
con un poco de ti, y un poco del destino
que me puso en la mano
lo divino
con lo humano,
todo lo que en la carne hay de oscuro y perverso
te lo devuelvo en verso.
Qué más quiero, ¿mi herencia? Para qué, padre mío.
Por mi herida de hombre sale un niño cantando.
¡Lo que la tierra piensa, se hace voz en el río!
Desde el 1911 hasta el 50 de un total de 50 Poemas
