11 Poemas del bosque 

El Río

Enviado por mayte78  Seguir

En un divino paisaje,
de bosques y verdes pinos,
un tranquilo río pasa,
con su cantar y sus trinos,
lleno de palomas blancas,

y en su remanso más largo,
el agua saluda al sol,
cubierto de verde plata,
y adornando toda su orilla,
los juncos y las adelfas,
van haciendo maravillas,

caminando más arriba,
llegamos su nacimiento,
sus aguas, pegan un gran salto,
con tirabuzones al viento,
enamorando a la niña,
niña de su pensamiento,

Así, … un tranquilo río pasa,
entre los versos del alma,
aguardando a la niña,
que en su retina guarda,

¡ para volverla a besar,
con sus besos de agua !

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EL BOSQUE

Alguien entra en el bosque mientras grito.

No puedo detenerlo.

Sólo existe mi voz
tan rota y tan cobarde
que cada noche vuelve a repetirse
sin que logre hacer nada.

Hay tanta incertidumbre allí en el bosque,
es tanta su espesura,
que es mejor estar quieto,
aunque la misma angustia suceda cada noche,
aunque el bosque sea yo y alguien huya de mí.

Autor del poema: Fernando Valverde

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EN UN BOSQUE SALIENTE

En un bloque saliente de la audaz cordillera
el cóndor soberano los jaguares devora;
y olvidando la presa, las alturas explora
con sus ojos de un vivo resplandor de lumbrera.

Entre locos planetas ha girado en la esfera;
vencedor de los vientos, lo abrillanta la aurora,
y al llenar el espacio con su cauda sonora,
quema el sol los encajes de su heroica gorguera.

Recordando en la roca los silencios supremos,
se levanta al empuje colosal de sus remos;
zumban ráfagas sordas en las nubes distantes,

y violando el misterio que en el éter se encierra,
llega al sol, y al tenderle los plumones triunfantes
va corriendo una sombra sobre toda la tierra.

Autor del poema: José Eustasio Rivera

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ALTO EN EL BOSQUE EN UNA NOCHE DE INVIERNO

Me imagino de quién son estos bosques.
Pero en el pueblo su casa se encuentra;
no me verá parada en este sitio,
ante sus bosques cubiertos de nieve.

Mi pequeño caballo encuentra insólito
parar aquí, sin ninguna alquería
entre el helado lago y estos bosques,
en la noche más lóbrega del año.

Las campanillas del arnés sacude
Como si presintiera que ocurre algo...
Sólo se oye otro son: el sigiloso
paso del viento entre los copos blandos.

¡Qué bellos son los bosques, y sombríos!
Pero tengo promesas que cumplir,
y andar mucho camino sin dormir,
y andar mucho camino sin dormir.

Autor del poema: Robert Frost

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TE BUSCO EN EL ROSTRO DEL AGUA...

Te busco en el rostro del agua,
Entre las variadas flores.
Te busco, te busco
Y en vano te busco en el rostro del agua.

Te busco entre mis manos, en el bosque de lluvias,
En las esteras húmedas y esponjadas,
En las hojas, y te contemplo en el
Árbol florido de mi jardín.

Autor del poema: Francisco Morales Baranda

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EN LOS BOSQUES

Algunos, los ingenuos, tal vez por linfatismo
encuentran en los bosques encantos misteriosos,
frescas brisas y tibios perfumes. Son dichosos.
Los soñadores sienten ondas de misticismo

y también son felices. Pero yo, por inciertos
remordimientos siempre tenazmente roído,
tengo miedo en la selva como un niño perdido
que viera en los pinares la danza de los muertos.

Las grandes espesuras, negras, siniestramente
negras, con su silencio glacial como un sudario,
todo este alucinante fatídico escenario
de un extraño y pueril terror llena mi mente.

Sobre todo en estío; la sangre del ocaso
con púrpuras de incendio mancha el gris de la bruma
y es el canto del Angelus que a lo lejos se esfuma
como un grito de angustia que siguiera mi paso.

Se alza un viento pesado, pasa un escalofrío
de horror, por la espesura de la selva inquietante;
es un horror de hielo, sin causa, delirante,
que va a desvanecerse bajo el ramaje umbrío.

Ha llegado la noche. Vuela un búho agorero,
de fantasmas de fábula se llenan los caminos,
finge una fuente oculta un rumor de asesinos
que aguardan apostados al borde del sendero.

Autor del poema: Paul Verlaine

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DESDE CRETA VEN, AFRODITA

Desde Creta ven, Afrodita, aquí
a este sacro templo, que un bello bosque
de manzanos hay, y el incienso humea
ya en los altares;
suena fresca el agua por los manzanos
y las rosas dan al lugar su sombra,
y un profundo sueño de aquellas hojas
trémulas baja;
pasto de caballos, el prado allí
lleno está de flores de primavera
y las brisas soplan oliendo a miel…
Ven, Chipriota, aquí y, tras tomar guirnaldas,
en doradas copas alegremente
mezclarás el néctar para escanciarlo
con la alegría.

Autor del poema: Safo

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UNA NEBLINA NO ME DEJA DIVISAR...

Enviado por liliana007  Seguir

Una neblina no me deja divisar
y no te puedo encontrar,
entre los árboles estoy...
aún no escucho tus pasos,
ni tu voz en este bosque inmenso,
sin saber de ti y vivir así.
Grito tu nombre sin cesar,
ya cae la noche...
mi no te puedo encontrar.

Autor: Alexánder Núñez

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Púas y abedules

Enviado por alheli  Seguir

Suena la estrella rosa, rasgándose los hilos de lluvia ahogándose entre los túneles de roca. Caen cataratas por las astas verdes del jardín. Se estrellan los botones del granizo, esparciéndose sobre la tabla por la cual giran ruedas de caucho. Son las cuatro, cuatro cuatro y un uno al lado. Un uno y el sonido del mensaje.

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BONDADOSO SEÑOR, ESTE BOSQUE

Bondadoso señor: le voy a contar un juego antiguo
que jugábamos a los ocho y a los diez.
A veces, en La Isla, al sur de Maine,
a finales de agosto, cuando desde alta mar
llegaba la niebla fría, el bosque entre Dingley Dell
y la cabaña del abuelo se ponía blanco, raro.
Era como si cada pino fuera un poste desconocido;
como si el día se convirtiera en noche y los murciélagos
volaran hacia el sol. Nos divertía
dar una vuelta y, ¡ya!, saber que estabas perdida;
saber que el cuerno del cuervo sonaba en la oscuridad,
saber que nunca llegaría la cena,
que el alarido maldito de la lejana sirena decía
tu tata se ha marchado para siempre. Oh, señorita,
la barca ha volcado. Y entonces estabas muerta.
Gira una vez, los ojos apretados, pensando en eso.
Bondadoso señor: perdida y de su misma naturaleza,
he dado dos vueltas, con los ojos bien cerrados,
y los bosques estaban blancos y mi mente nocturna
vio cosas tan raras... innombradas, irreales.
Y al abrirlos, me da miedo mirar
(con esta mirada interior mía que tanto desprecia la sociedad).
Aun así, busco en estos bosques y no encuentro nada peor
que mi imagen, atrapada entre la uvas y las zarzas.

Autor del poema: Anne Sexton

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