24 Poemas de otoño 

FUGA DE OTOÑO

Aquí todo, hasta el tiempo se hace espacio.
En los viejos
caminos nuestra voz yerra como un olvido,
y a un éter lleno de recuerdos, se ha salido
de nosotros el alma, para vernos de lejos.

El cielo es como un fiel recuerdo de colores
en que tú arremolinas, luz sonora, tus vientos;
la loca de la tarde hunde sus pensamientos
de luz, en la epidermis de seda de las flores.

Yo hilaré con el blanco vellón de los vésperos,
horas de amor sutiles, concisas y espaciosas
viendo venir las pálidas parejas amorosas
en la convalecencia feliz de los senderos.

Y si vas a fugarte, Otoño, dulce paje
de mi amada autumnal, húndete ante mis ojos,
acosado, en los llanos de los ocasos rojos,
por las ágiles piernas de una ninfa salvaje.

Autor del poema: Alfonso Cortés

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OTOÑO

En los ríos del otoño,
mi sangre, mi muertos,
mi amor, las hierbas caídas,
mis labios, las cicatrices
abiertas,
se fundirán como
una primavera,
se unirán como niños
jugando,
en el eterno renacer
de nuestros corazones.

Autor del poema: Javier Heraud

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OTOÑO

Has entrado al otoño
me dijiste
y me sentí temblar
hoja encendida
que se aferra a su tallo
que se obstina
que es párpado amarillo
y luz de vela
danza de vida
y muerte
claridad suspendida
en el eterno instante
del presente.

Autor del poema: Claribel Alegría

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EL OTOÑO

Un caballo se desploma en medio de una alameda
Las hojas caen sobre él
Nuestro amor tirita
Y el sol también.

Autor del poema: Jacques Prévert

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LA CANCIÓN DEL OTOÑO

I

Zumba ¡oh viento! zumba y ruge
dispersaiído la simiente;
que la crústula reviente
á la furia de tu empuje.

La hojarasca cruje, y cruje
el ramaje tristemente;
que tu garra prepotente
los retuerza y los estruje.

Resonando las serojas
se estremecen al chcisquido
que crepita en lits panojas,

y es canción en la espesura,
en las ruinas alarido
y en los nervios crispatura.


II

Bajo el oro fulgurante
del espacio, la llanada
se enrojece caldeada
por el sol reverberante;

y es la milpa, centellante
por la escarcha de la helada,
blonda virgen cobijada
con un velo de diamante.

Oro y grana las campiñas
que el divino cielo cubre,
son sembrados y son viñas;

y á los soplos otoñales,
los viñedos seca Octubre
y Noviembre los maizales.


III

Ancho río, cauce angosto,
ya no se oye vuestro acento;
hoy seguís en curso lento,
resecados por Agosto.

Pero el zumo del remosto
cuando corre, pasa el viento,
preludiando tremulento
la anacreóntica del mosto . . .

Alza á ti la criatura
un acento soberano,
pues le ofrece tu ternura,

¡oh, invisible Pan divino!
tu substancia, que es el grano
y tu sangre, que es el vino.

Autor del poema: Manuel José Othón

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OTOÑO SECRETO

Cuando las amadas palabras cotidianas
pierden su sentido
y no se puede nombrar ni el pan,
ni el agua, ni la ventana,
y ha sido falso todo diálogo que no sea
con nuestra desolada imagen,
aún se miran las destrozadas estampas
en el libro del hermano menor,
es bueno saludar los platos y el mantel puestos sobre la mesa,
y ver que en el viejo armario conservan su alegría
el licor de guindas que preparó la abuela
y las manzanas puestas a guardar.

Cuando la forma de los árboles
ya no es sino el leve recuerdo de su forma,
una mentira inventada
por la turbia memoria del otoño,
y los días tienen la confusión
del desván a donde nadie sube
y la cruel blancura de la eternidad
hace que la luz huya de sí misma,
algo nos recuerda la verdad
que amamos antes de conocer:
las ramas se quiebran levemente,
el palomar se llena de aleteos,
el granero sueña otra vez con el sol,
encendemos para la fiesta
los pálidos candelabros del salón polvoriento
y el silencio nos revela el secreto
que no queríamos escuchar.

Autor del poema: Jorge Teillier

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OTOÑO

Tal y como me parece,
El País de los Muertos es así:
Una noche de otoño.

* * *

Este otoño,
Qué viejo me hago:
¡Ah, las nubes, los pájaros!

* * *

Riguroso otoño;
Mi vecino,
¿Cómo vive?

* * *

Una noche de otoño;
Un cuervo posado
En una rama seca.

* * *

La luna pasa rápidamente,
Las ramas aún sostienen
Las gotas de lluvia.

* * *

De vez en cuando
Las nubes dan un descanso
A los contempladores de la luna.

* * *

La luna llena de otoño;
Niños sentados en fila
En la terraza del templo.

* * *

El pobre muchacho
Moliendo el arroz,
Levanta su mirada hacia la luna.

* * *

Resignado de corazón
A exponerse al tiempo,
El viento me atraviesa.

* * *

Sopla el viento del otoño,
Pero las púas del castaño
Están verdes.

* * *

El sol rojo brillante,
Implacablemente caliente,
Pero el viento es de otoño.

* * *

¡Sacúdete, oh tumba!
Mi voz llorosa
Es el viento del otoño.

* * *

Mi cabaña de paja;
En el mundo de fuera
¿Es tiempo de cosecha?

* * *

¡Ah, esta morada!
Muchas veces el picamaderos
Picoteará sus postes.

* * *

Una Rosa de Sharon
Al borde del camino;
El caballo se la ha comido.

* * *

Las flores del trebol
No dejan caer, a pesar de todo su balanceo,
Las brillantes gotas de rocío.

* * *

El crisantemo
Es delgado y débil,
Pero tiene su destinado capullo.

* * *

Nunca olvides
El gusto solitario
Del blanco rocío.

* * *

En otoño nos separamos
como las dos conchas
de la almeja.

Autor del poema: Matsuo Bashô

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CANCIÓN DE OTOÑO

La queja sin fin
del flébil violín
otoñal
hiere el corazón
de un lánguido son
letal.

Siempre soñando
y febril cuando
suena la hora,
mi alma refleja
la vida vieja
y llora.

Y arrastra un cruento
perverso viento
a mi alma incierta
aquí y allá
igual que la
hoja muerta.

Autor del poema: Paul Verlaine

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POEMA EN OCTUBRE

En mi trigésimo año camino del paraíso
fui despertado al oído desde el puerto y el bosque vecino
desde la playa con su banco de almejas
y su garza diciendo misa.
La mañana me hacía señas
Con el agua que reza y los responsos de la gaviota y la corneja
y el cabeceo de los botes de vela contra el palmeado muro de redes
invitándome a levantarme
en ese instante
en el puerto aún dormido para ponerme en camino.

Mi agasajo empezó con aves de agua
y pájaros de alados árboles llevando en vuelo mi nombre
sobre las granjas y los caballos blancos.
Me puse de pie
en medio de un lluvioso otoño
y eché a andar bajo el chubasco de todos mis días.
Marea alta: la garza se zambulló cuando tomé la senda
de la ribera,
y la ciudad,
al despertar, cerró sus puertas.

Toda una primavera de alondras en el rodar de una nube.
Los sotos bordeaban el sendero rebosante de mirlos jacareros
y el sol de octubre
veraneaba
al hombro de la colina.
Entonces irrumpieron climas apasionados y dulces cantores,
esa mañana en que iba yo errante y solo,
escuchando la lluvia que se retorcía.
Frío soplaba el viento
en el lejano bosque a mis pies.

Pálida lluvia sobre el puerto encogido
y la iglesia mojada por el mar, diminuta como un caracol
con los cuernos envueltos en bruma;
y sobre el castillo pardo como búho,
pero todos los jardines
de primavera y de verano florecieron en los cuentos fantásticos
en la otra ribera, bajo una nube negra de alondras.
Allí pude admirarme
en mi cumpleaños,
pero el clima en la distancia dio un vuelco.

Del país de la dicha se volvió,
y en una atmósfera distinta, bajo un cielo de otro azul,
hizo brotar de nuevo un prodigio de verano
con manzanas
peras y rojas grosellas.
Y en la mudanza vi pasar, muy nítidas
las olvidadas mañanas de un niño cuando caminaba con su madre
Entre las parábolas
de la luz solar
y las leyendas de las capillas verdes.
Y oí también, dos veces recitados, los campos de mi infancia
que abrasaron mi mejilla con sus lágrimas y cuyo corazón latió en el mío.
Esos fueron los bosques, el río y el mar
son de un niño
en el absorto
verano de los muertos que susurró la verdad de su alegría
a los árboles, a las piedras y al pez de la marea.
Y el misterio cantó
todavía vivo
con el agua y el silbo de los pájaros.

Allí pude admirarme en mi cumpleaños,
pero el clima en la distancia dio otro vuelco. Y el gozo puro
del niño muerto hace mucho, cantó llameante
en el sol.
En mi año trigésimo
camino del paraíso, enhiesto en pleno mediodía de verano,
aunque el puerto yaciera a mis pies, con la sangre de octubre
¡Ojalá pueda yo cantar de nuevo
la verdad de mi corazón
desde lo alto de esta colina, a la vuelta de un año!

Autor del poema: Dylan Thomas

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OTOÑO

¿De quién es pues,
Hijos míos,
Esta roja, roja luna?

* * *

La brisa del otoño;
Se abren las flores escarlatas
Que la niña muerta quiso coger.

* * *

"No tendré nada más que ver
Con este sórdido mundo",
Y el rocío desaparece.

* * *

De las blancas gotas de rocío,
Aprende el camino
Hacia la Tierra Pura.

* * *

Visitando las tumbas:
El viejo perro
Va delante.

* * *

¡La gente, ya se sabe!
Pero ni siquiera los espantapájaros
Están rectos.

* * *

Saltamontes,
No hagas pedazos
Las perlas del brillante rocío.

* * *

El anciano perro
Parece impresionado por el canto
De las lombrices bajo tierra.

* * *

Los dondiegos;
En los rostros de los hombres
Hay defectos.

* * *

La débil planta,
Al fin,
Tiene una vacilante flor.

* * *

Una simple hoja de la paulonia
Ha caído lentamente,
Esta mañana.

* * *

Nísperos silvestres,
La madre come
La parte amarga.

* * *

¡Qué grande, qué hermosa,
la castaña
A la que no pude llegar!

* * *

El ciruelo de mi cabaña;
No pudo evitarlo,
Floreció.

Autor del poema: Kobayashi Issa

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