37 Décimas
DÉCIMAS A DIOS (II)
El inventarte es posible...
Difícil es sostener
la potencia de tu ser,
ser absoluto, intangible.
El que seas invisible
no es el misterio más hondo.
Exaltada hallo tu fondo,
mas cesa mi exaltación,
y tu admirable visión
en mi pensamiento escondo.
DÉCIMAS DE NUESTRO AMOR (IX)
Si nada espero, pues nada
tembló en ti cuando me viste
y ante mis ojos pusiste
la verdad más desolada;
si no brilló en tu mirada
Un destello de emoción,
la sola oscura razón,
la fuerza que a ti me lanza,
perdida toda esperanza,
es…¡la desesperación!
DÉCIMAS A DIOS (VIII)
No creo en ti, pero te adoro.
¡Qué torpeza estoy diciendo!
Tal vez te estoy presintiendo
y por soberbia te ignoro.
Cuando débil soy, te imploro;
pero si me siento fuerte,
yo soy quien hace la suerte
y quien construye la vida.
¡Pobre de mí, estoy perdida,
también inventé mi muerte!
GUERRA ME HACEN DOS CUIDADOS
Guerra me hacen dos cuidados
de contrarios accidentes:
uno de males presentes,
otro de bienes pasados;
en la memoria cebados,
voraz símil cada cual
del buitre ha sido, infernal,
cuyo insaciable desdén
plumas ha vestido al bien,
garras ha prestado al mal.
DÉCIMAS DE NUESTRO AMOR (I)
A mí mismo me prohibo
revelar nuestro secreto
decir tu nombre completo
o escribirlo cuando escribo.
Prisionero de ti, vivo
buscándote en la sombría
caverna de mi agonía.
Y cuando a solas te invoco,
en la oscura piedra toco
tu impasible compañía.
MUERTE (III)
Si tienes manos, que sean
de un tacto sutil y blando
apenas sensible cuando
anestesiado me crean;
y que tus ojos me vean
sin mirarme, de tal suerte
que nada me desconcierte
ni tu vista ni tu roce,
para no sentir un goce
ni un dolor contigo, Muerte.
MUERTE (I)
¡Qué prueba de la existencia
habrá mayor que la suerte
de estar viviendo sin verte
y muriendo en tu presencia!
Esta lúcida conciencia
de amar a lo nunca visto
y de esperar lo imprevisto;
este caer sin llegar
es la angustia de pensar
que puesto que muero existo.
MUERTE (II)
Si en todas partes estás,
en el agua y en la tierra,
en el aire que me encierra
y en el incendio voraz;
y si a todas partes vas
conmigo en el pensamiento,
en el soplo de mi aliento
y en mi sangre confundida
¿no serás, Muerte, en mi vida,
agua, fuego, polvo y viento?
MUERTE (VI)
La aguja del instantero
recorrerá su cuadrante,
todo cabrá en un instante
del espacio verdadero
que, ancho, profundo y señero,
será clásico a tu paso
de modo que el tiempo cierto
prolongará nuestro abrazo
y será posible acaso,
vivir después de haber muerto.
NO HAY BIEN QUE DEL MAL ME GUARDE
No hay bien que del mal me guarde,
temeroso y encogido,
de sinrazón ofendido
y de ofendido cobarde.
Y aunque mi queja, ya es tarde,
y razón me la defiende,
más en mi daño se enciende,
que voy contra quien me agravia,
como el perro que con rabia
a su mismo dueño ofende.
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