54 Décimas
Décimas Alusivas a José Francisco Bermúdez
Décimas
Letra: Carlos Andrés López Blanco
Alusivas a José Francisco Bermúdez
I
Un veintitrés de enero
Areocuar lo vió nacer
Y pudo reconocer
La llegada de un guerrero
A Bermúdez me refiero
Aquel precursor pondría
Su corazón día a día
Por su escudo Nacional
Y luchar hasta el final
Por nuestra soberanía.
II
Bermúdez nacionalista
Luchó en suelo natal
Defendió mi tierra oriental
Contra el régimen realista
Alzaste independentista
Tu sable quizás de cobre
Declarando ser el hombre
De este histórico sitio
Por eso mi municipio
En honor lleva su nombre
DÉCIMAS A DIOS (III)
Yo siempre vivo pensando
cómo serás si es que existes;
de qué esencia te revistes
cuando te vas entregando.
¿Debo a ti llegar callando
para encontrarte en lo oscuro?,
o ¿es el camino seguro
el de la fe luminosa?
¿Es la exaltación grandiosa,
o es el silencio maduro?.
DÉCIMAS A DIOS (I)
Dios, invención admirable,
hecha de ansiedad humana
y de esencia tan arcana,
que se vuelve impenetrable.
¿Por qué no eres tú palpable
para el soberbio que vio?
¿Por qué me dices que no
cuando te pido que vengas?
Dios mío, no te detengas,
o ¿quieres que vaya yo?
DÉCIMAS A DIOS (V)
Dios mío, sé mi pecado,
consiste en verte en concreto;
y tú, el eterno discreto,
por eso me has castigado,
dándome un ser complicado,
que piensa entenderlo todo,
y que jamás halla el modo
de fundir carne con mente,
que pensando con la frente,
se está pudriendo en el lodo.
DÉCIMAS A DIOS (IX)
Es la soberbia, Dios mío,
la que me está haciendo hablar.
¿Por qué insisto en descifrar
el ser, la luz, lo sombrío?
Si sólo existe el vacío,
no es a mí a quien me toca
volver mi cabeza loca
tratando de entender todo.
Este orgullo de mi lodo
sólo con fe se sofoca.
DÉCIMAS A DIOS (IV)
Tal vez yo no quiera hallarte
y por eso no te veo,
que es el ansioso deseo
el que logra realizarte.
A ti no te toca darte;
si mi soberbia te invoca,
es a mí, a quien me toca,
salir al encuentro tuyo.
Me acerco a ti, te construyo...
Ya tengo fe, ya estoy loca.
DÉCIMAS
Para templar el calor
de la estación y la edad,
me abandonas sin piedad,
mi hechizo, mi único amor.
Te engañas, porque el ardor
de un alma fina y constante,
si está de su bien distante,
crece en el agua, en la nieve,
y sólo templarse debe
en el seno de un amante.
Ven, pues, dulce amiga, luego,
que tú eres la sola fuente
que puede mi sed ardiente
saciar, y templar mi fuego.
En vano buscaré ciego
más gracia, más perfección,
otro afecto, otra pasión,
porque tus ojos divinos
solos saben los caminos
que van a mi corazón.
DÉCIMAS A DIOS (VI)
Te quiero hallar en las cosas;
te obligo a que exista el cielo,
intento violar el velo
en que invisible reposas.
Sí, con tu ausencia me acosas
y el no verte me subleva;
pero de pronto se eleva
algo extraño que hay en mí,
y me hace llegar a ti
una fe callada y nueva.
DÉCIMAS A DIOS (II)
El inventarte es posible...
Difícil es sostener
la potencia de tu ser,
ser absoluto, intangible.
El que seas invisible
no es el misterio más hondo.
Exaltada hallo tu fondo,
mas cesa mi exaltación,
y tu admirable visión
en mi pensamiento escondo.
DÉCIMAS A DIOS (VII)
No te veo en las estrellas
ni te descubro en las rosas;
no estás en todas las cosas,
son invisibles tus huellas;
pero no, que aquí descuellas,
aquí, en la tortura mía,
en la estéril agonía
de conocer mi impotencia...
¡Allí nace tu presencia
y muere en mi mente fría!
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