127 Sonetos
SONETO A UN ARBOL YA SECO
Soneto a un árbol ya seco
El árbol desnudo se vistió de aves
Una tarde purpurea de verano.
Y sirvieron de sombra sus ramajes
Cual si fuera un milagro soberano.
Aquel arbol que el verano postrero
Enteramente arrebato sus hojas.
Y fue en esa bella tarde de enero
Una atrevida y esbelta paradoja.
Cubierto de plumas hasta su copa..
Entre artas golondrinas y gaviotas ,
Garzas niveas y colibries de sobra.
El árbol desnudo vestido de aves
Todo colorido en sus ramajes
Después de seco, volvió a dar su sombra.
Oscar A riascos
EVOCACIÓN
Hoy sé que los quebrados son olivos
cercados en el área de la escuela.
Hoy sé que llevan remo y blanca vela
los amados balandros adjetivos.
Hoy sé que aquellos tiempos están vivos,
que cada asignatura es centinela
que vigila un recuerdo y lo revela
con gesto y con presencia redivivos.
Me encontré solitario, inerte, ciego,
sin risueño pasado, sin el juego
alegre entre los vientos del verano,
y yo busqué en los álamos mi vida
y al no encontrarla la creí perdida,
y estaba aquí, al alcance de la mano.
RUEGO
Déjame reposar en tu regazo
el corazón, donde se encuentra impreso
el cálido perfume de tu beso
y la presión de tu primer abrazo.
Caí del mal en el potente lazo,
pero a tu lado en libertad regreso,
como retorna un día el cisne preso
al blando nido del natal ribazo.
Quiero en ti recobrar perdida calma
y rendirme en tus labios carmesíes,
o al extasiarme en tus pupilas bellas,
sentir en las tinieblas de mi alma
como vago perfume de alelíes,
como cercana irradiación de estrellas.
ALGUNA VEZ TE ALCANZARÁ EL SONIDO
Alguna vez te alcanzará el sonido
de mi apagado nombre, y nuevamente
algo en tu ser me sentirá presente:
más no tu corazón; sólo tu oído.
Una pausa en la música sin ruido
de tu luz ignorada, inútilmente
ha de querer salvar mi afán doliente
de la amorosa cárcel de tu olvido.
Ningún recuerdo quedará en tu vida
de lo que fuera breve semejanza
de tu sueño y mi nombre y la belleza.
Porque en tu amor no alentará la herida
sino la cicatriz, y tu esperanza
no querrá saber más de mi tristeza.
ARMONÍA
Quise tocar el gozo primitivo,
batir mis alas, trasponer la linde
y volver, al origen, desde el fin de
mi juventud, para sentirme vivo.
Quise reverdecer el viejo olivo
de la paz, pero el alma se me rinde.
¿Quién es sin su dolor? ¿Quién que no brinde,
sin pena, su ayer libre a su hoy cautivo?
Y ¿quién se adueñará de la armonía
universal, si rompe, nota a nota,
grano a grano, el racimo, los acordes?
¿Quién se olvida que es cuna y tumba, día
y noche, honda raíz y flor que brota,
luz, sombra, vida y muerte hasta los bordes?
Canto de un pájaro
Enviado por joanpined2020 Seguir
El canto de un pájaro, es de escuchar
muy atento, pues dice la verdad
sin ningún miramiento, y sin maldad
lo que siento, en quererse y en amar.
Es tan simple la verdad, en cantar
por la vida dulce y mía, heredad
que me has brindado, y más agradecido,
estoy muy fascinado, la verdad
de las verdades, muy enloquecido
manicomio de ternuras aladas
que hemos furiosamente compartido
las ganas, sin pretender, un gemido
que del todo, no es malo, ser amado
como he sido, y también muy comprendido.
PROBLEMA
Por si al cabo lo cierto no barruntas
Y dudando hasta el fin, no das en bola,
Hacerle quiero a tu problema gola,
Dándoles solución a tus preguntas.
Ya miro ciertas frentes cejijuntas,
Porque los sabios de capuz y estola,
Temen que el sonetillo tenga cola,
Rubicundo color, puntos... y puntas.
Que este bregar no es vida, ¿quién lo niega?
Siempre de mingo la virtud, y ufana
La iniquidad que triunfa en la refriega.
¿Y al morir? ¡Pues mejor! Si no se gana,
Y San Pedro a coristas nos agrega,
Salimos de esta noches toledana.
AUNQUE ES VERDAD
Aunque es verdad que he escrito algunos miles
de versos, si no buenos, tales cuales,
líricos, amorosos, pastoriles,
satíricos, dramáticos, morales,
¿qué han pecado mis coplas juveniles,
para que con trompetas y atabales,
con pregonero y sendos alguaciles
salgan por esas calles y portales?
No, Fabio; las sepulta una gaveta,
donde el sol no las ve, ni yo tampoco;
ni han de estamparme en pública tarjeta,
pues temo al vulgo como niño al coco.
Déjame con mi vena de poeta,
y no quieras que tenga la de loco.
A TU VOZ
Erígese tu voz en mis sentidos
tornándose en mi cuerpo sueño helado,
y me miro entre espejos congelado,
y mis labios en sombra doloridos.
Cuando hablo, mi dolor a ti se vierte,
cálida flor de ceniciento aroma,
y tu voz a mis labios ya no asoma
sino en duro temor de viva muerte.
Porque tu sueño en mí su voz levanta,
y enemigo de luz y de sonido
destroza la palabra en mi garganta;
así al fin en tinieblas alojado,
ciego de ti, tal un árbol vencido
flota mi cuerpo entre tu voz ahogado.
INTERMEZZO
La seda de tus lánguidas pestañas
a proteger tus ojos descendía,
ante la encantadora bicromía,
de las aristocráticas arañas.
Un solemne mutismo de campañas
al Vesper, nuestras almas invadía;
y, de súbito, habló la melodía
con un dulzor de pastoriles cañas…
Para escucharla, se detuvo el viento…
a la maga caricia de su acento,
vibró tu carne de escultura, viva;
la noche se durmió en tu cabellera
y, besando las lilas de tu ojera,
se perfumó una lágrima furtiva…
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