36 Poemas de lluvia
LOS CAMINOS DESPUÉS DE LA LLUVIA
Desde que era muy niño, saltaba de alegría
cuando la fresca lluvia de los cielos caía.
Chorros de los tejados, vuestro rumor tenía
el divino silencio de la melancolía.
Los niños con las manos tapaban sus oídos,
y oyendo con asombro los profundos sonidos
del corazón, que suena como si fuera el mar,
sentían un deseo supremo de llorar.
Y como por la lluvia, todo era interumpido,
se bañaban las cosas en un color de olvido.
Y vagaban las mentes en un ocio divino,
muy propicio a los cuentos de Simbad el Marino.
Las lluvias de mi tierra me enseñaron lecciones...
con Alí Babá, pasan los cuarenta ladrones.
Y cantaban mis sueños en la noche lluviosa:
Lámpara de Aladino, lámpara milagrosa!
Y al caer de la lluvia, la criada más antigua
desgranaba sus cuentos en una forma ambigua.
Otro de los milagros que en la lluvia yo canto
es que, al caer sus linfas, se pone un nuevo manto
mi ciudad, que al lavarse... yo pienso en una de esas
austeras e impecables ciudades holandesas:
una ciudad lavada, sin polvo, nuevecita,
donde reza el aseo de su plegaria bendita...
Son todos los caminos como flor de aventura
para el dulce Quijote de la Triste Figura.
Lluvia
Lluvia... cielo gris... música lenta...
Cuántas ganas de soñar en el alma se despiertan.
Cuántas ganas de arrojar las tristezas al cielo,
ver cómo chocan los recuerdos contra el viento
y recoger en la lluvia la realidad de otro tiempo.
Cuántas ganas de regar el campo de la esperanza
con esta lluvia tan fresca, para que crezca lozana,
sin miedo a la pena de ser torturada por mentiras viejas.
Lluvia: en tus lágrimas de vida fui aprendiendo a valorar
esas cosas que se sienten, que se dicen sin hablar,
la armonía de una rosa, el misterio de pensar,
el silencio del que llora, la alegría del que da.
Por eso, aunque me quites el sol y me niegues las estrellas,
yo te agradezco, lluvia, tus blancas gotas de paz
y tu incorregible manía de inundar mi soledad.
Tonada en gotas
La lluvia en su belleza
crea una tonada en cada gota
ya sea de tristeza o tranquilidad
en donde solo dependerá de la persona que la oiga cantar.
DESPUÉS DE LA LLUVIA
Por las floridas barrancas
Pasó anoche el aguacero
Y amaneció el limonero
Llorando estrellitas blancas.
Andan perdidos cencerros
Entre frescos yerbazales,
Y pasan las invernales
Neblinas, borrando cerros.
LLUEVE
Tarde glacial de lluvia y de monotonía.
Tú, tras de los cristales del florido balcón,
con la mirada náufraga en la gris lejanía
vas deshojando lentamente el corazón.
Ruedan mustios los pétalos... Tedio, melancolía,
desencanto... te dicen trémulos al caer,
y tu incierta mirada, como una ave sombría,
abate el vuelo sobre las ruinas del ayer.
Canta la lluvia armónica. Bajo la tarde mustia
muere tu postrer sueño como una flor de angustia,
y, en tanto que, a lo lejos preludia la oración
sagrada del crepúsculo la voz de una campana,
tú rezas la doliente letanía verleniana:
como llueve en las calles, en mi corazón.
Lluvia
Llueve por mi ventana
trae consigo los recuerdos
de la infancia que se escapa
cuando éramos niños
y jugamos en los charcos...
Llueve y moja mi mejilla
no importaba nada,
no importaba tiempo
solo bañarnos en sus frías gotas
Llueve y limpia el alma
nos volvemos niños,
nos volvemos jóvenes
no interesa la edad
solo los recuerdos
que nos hacen añorar
aquellos tiempos.
Llueve y riega las flores
como a los hermosos girasoles
que de amarillo pintan
a la preciosa naturaleza
que asemeja a la belleza
que el viento va dibujando
aquella silueta
que como saeta
pasa velozmente
sin contemplarla permanentemente.
El Río.
Miro las gotas caer y sonrío,
la lluvia abre surcos y el río bebe su agua.
El horizonte se nubla, se esconde, se esfuma,
la corriente lo lava,
lo asea,
lo devuelve cristalino.
El río se agita,
su caudal aumenta, me moja,
siento su sabor, su olor a peces,
sus gotas crecen, empapan mi piel,
entumecen mis sentidos,
me arropa,
me quedo frío, tembloroso,
cierro mis ojos y elevo mis recuerdos.
gbl
09/11/2017
Derechos Reservados de Autor
LA LLUVIA
Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto
patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.
TORMENTA DE VERANO
Están cogidos de la mano
en silencio,
bajo los soportales.
El niño mira su columpio,
muy triste,
bajo la lluvia,
y no lo entiende.
El padre mira al niño:
es la vida, hijo
-quisiera poder decirle-,
y no ha hecho más que empezar.
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