34 Poemas de lluvia
LLUVIAS
Ocurre así
la lluvia
comienza un pausado silabeo
en los lindos claros de bosque
donde el sol trisca y va juntando
las lentas sílabas y entonces
suelta la cantinela
así principian esas lluvias inmemoriales
de voz quejumbrosa
que hablan de edades primitivas
y arrullan generaciones
y siguen narrando catástrofes
y glorias
y poderosas germinaciones
cataclismos
diluvios
hundimientos de pueblos y razas
de ciudades
lluvias que vienen del fondo de milenios
con sus insidiosas canciones
su palabra germinal que hechiza y envuelve
y sus fluidas rejas innumerables
que pueden ser prisiones
o arpas
o liras
pero de pronto
se vuelven risueñas y esbeltas
danzan
pueblan la tierra de hojas grandes
lujosas
de flores
y de una alegría menuda y tierna
con palabra húmedas
embaidoras
nos hablan de países maravillosos
y de que los ríos bajan del cielo
olvidamos su treno
y las amamos entonces porque son dóciles
y nos ayudan
y fertilizan la ancha tierra
la tierra negra
y verde
y dorada.
Lluvia
Lluvia... cielo gris... música lenta...
Cuántas ganas de soñar en el alma se despiertan.
Cuántas ganas de arrojar las tristezas al cielo,
ver cómo chocan los recuerdos contra el viento
y recoger en la lluvia la realidad de otro tiempo.
Cuántas ganas de regar el campo de la esperanza
con esta lluvia tan fresca, para que crezca lozana,
sin miedo a la pena de ser torturada por mentiras viejas.
Lluvia: en tus lágrimas de vida fui aprendiendo a valorar
esas cosas que se sienten, que se dicen sin hablar,
la armonía de una rosa, el misterio de pensar,
el silencio del que llora, la alegría del que da.
Por eso, aunque me quites el sol y me niegues las estrellas,
yo te agradezco, lluvia, tus blancas gotas de paz
y tu incorregible manía de inundar mi soledad.
DESPUÉS DE LA LLUVIA
Por las floridas barrancas
Pasó anoche el aguacero
Y amaneció el limonero
Llorando estrellitas blancas.
Andan perdidos cencerros
Entre frescos yerbazales,
Y pasan las invernales
Neblinas, borrando cerros.
Tonada en gotas
La lluvia en su belleza
crea una tonada en cada gota
ya sea de tristeza o tranquilidad
en donde solo dependerá de la persona que la oiga cantar.
Lluvia
Llueve por mi ventana
trae consigo los recuerdos
de la infancia que se escapa
cuando éramos niños
y jugamos en los charcos...
Llueve y moja mi mejilla
no importaba nada,
no importaba tiempo
solo bañarnos en sus frías gotas
Llueve y limpia el alma
nos volvemos niños,
nos volvemos jóvenes
no interesa la edad
solo los recuerdos
que nos hacen añorar
aquellos tiempos.
Llueve y riega las flores
como a los hermosos girasoles
que de amarillo pintan
a la preciosa naturaleza
que asemeja a la belleza
que el viento va dibujando
aquella silueta
que como saeta
pasa velozmente
sin contemplarla permanentemente.
TORMENTA DE VERANO
Están cogidos de la mano
en silencio,
bajo los soportales.
El niño mira su columpio,
muy triste,
bajo la lluvia,
y no lo entiende.
El padre mira al niño:
es la vida, hijo
-quisiera poder decirle-,
y no ha hecho más que empezar.
El Río.
Miro las gotas caer y sonrío,
la lluvia abre surcos y el río bebe su agua.
El horizonte se nubla, se esconde, se esfuma,
la corriente lo lava,
lo asea,
lo devuelve cristalino.
El río se agita,
su caudal aumenta, me moja,
siento su sabor, su olor a peces,
sus gotas crecen, empapan mi piel,
entumecen mis sentidos,
me arropa,
me quedo frío, tembloroso,
cierro mis ojos y elevo mis recuerdos.
gbl
09/11/2017
Derechos Reservados de Autor
TENTACIÓN
Afuera llueve; cae pesadamente el agua
que las gentes esquivan bajo abierto paraguas.
Al verlos enfilados se acaba mi sosiego,
me pesan las paredes y me seduce el riego
sobre la espalda libre. Mi antecesor, el hombre
que habitaba cavernas desprovisto de nombre,
se ha venido esta noche a tentarme sin duda,
porque, casta y desnuda,
me iría por los campos bajo la lluvia fina,
la cabellera alada como una golondrina.
LA LLUVIA
Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto
patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.
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