28 Poemas de canciones 

sensible

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Una comezón de siete años
Un lanzón en el costado:
Traspasado, por una duda certera.
Que acierta, pero no muere,
No mata.
Me rescata - del aburrimiento;
Mas condena a la reflexión.
Despierta el pensamiento,
Donde se canta la canción.
Es el don del trovador,
La pena del amante.
Es lo bello en lo banal:
Aunque sea mundano,
Aunque sea constante.

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TU NOMBRE ME SABE A HIERBA

Porque te quiero a ti, porque te quiero
Cerré mi puerta una mañana y eché a andar
Porque te quiero a ti, porque te quiero
Dejé los montes y me vine al mar.

Tu nombre me sabe a hierba
De la que nace en el valle
A golpes de sol y de agua
Tu nombre me lleva atado
En un pliege de tu talle
Y en el bies de tu enagua.

Porque te quiero a ti, porque te quiero
Aunque estás lejos yo te siento a flor de piel
Porque te quiero a ti, porque te quiero
Se hace mas corto el camino aquel.

Tu nombre me sabe a hierba
De la que nace en el valle
A golpes de sol y de agua
Tu nombre me lleva atado
En un pliege de tu talle
Y en el bies de tu enagua.

Porque te quiero a ti, porque te quiero
Mi voz se rompe como el cielo al clarear
Porque te quiero a ti, porque te quiero
Dejo esos montes y me vengo al mar.

Autor del poema: Joan Manuel Serrat

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POEMA DE AMOR

El sol nos olvidó ayer sobre la arena,
nos envolvió el rumor suave del mar,
tu cuerpo me dio calor,
tenía frío,
y allí, en la arena,
entre los dos nació este poema,
este pobre poema de amor
para ti.

Mi fruto, mi flor,
mi historia de amor,
mis caricias.

Mi humilde candil,
mi lluvia de abril,
mi avaricia.

Mi trozo de pan,
mi viejo refrán,
mi poeta.

La fe que perdí,
mi camino
y mi carreta.

Mi dulce placer,
mi sueño de ayer,
mi equipaje.

Mi tibio rincón,
mi mejor canción,
mi paisaje.

Mi manantial,
mi cañaveral,
mi riqueza.

Mi leña, mi hogar,
mi techo, mi lar,
mi nobleza.

Mi fuente, mi sed,
mi barco, mi red
y la arena.

Donde te sentí
donde te escribí
mi poema.

Autor del poema: Joan Manuel Serrat

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LA MUJER QUE YO QUIERO

La mujer que yo quiero
No necesita bañarse cada noche en agua bendita
Tiene muchos defectos, dice mi madre
Y demasiados huesos, dice mi padre
Pero ella es más verdad que el pan y la tierra
Mi amor es un amor de antes de la guerra para saberlo.

La mujer que yo quiero, no necesita deshojar
Cada noche una margarita, la mujer que yo quiero
Es fruta jugosa prendida en mi alma como si cualquier cosa
Con ella quieren dármela mis amigos
Y se amargan la vida mis enemigos.

Porque sin querer tú
Te envuelve su arrullo y contra su calor
Se pierde el orgullo y la vergüenza
La mujer que yo quiero, es fruta jugosa madurando feliz
Dulce y vanidosa, la mujer que yo quiero
Me ató a su yunta, para sembrar la tierra
De punta a punta de un amor que nos habla con voz de sabio
Y tiene de mujer la piel y los labios
Son todos suyos mis compañeros de antes.

Mi perro, mi Scalextric y mis amantes
Pobre Juanito
La mujer que yo quiero, me ató a su yunta
Pero, por favor, no se lo digas nunca
Pero, por favor, no se lo digas nunca.

Autor del poema: Joan Manuel Serrat

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EL TIRITITERO

De aldea en aldea el viento lo lleva
Siguiendo el sendero
Su patria es el mundo
Como un vagabundo va el titiritero
Viene de muy lejos
Cruzando los viejos
Caminos de piedra
Es de aquella raza
Que de plaza en
Plaza
Nos canta su pena
¡Allez hop
¡Titiritero, allez hop
De feria en feria, siempre risueño
Canta sus sueños y sus miserias
Vacía su alforja
De sueños que forja
En su andar tan largo
Nos baja una estrella
Que borra la huella
De un recuerdo amargo
Canta su romanza
Al son de una danza
Híbrida y extraña
Para que el aldeano
Le llene la mano
Con lo poco que haya
¡Allez hop
¡Titiritero, allez hop
De feria en feria, siempre risueño
Canta sus sueños y sus miserias
Y al caer la noche
En el viejo coche
Guardará los chismes
Y tal como vino
Sigue su camino
Solitario y triste
Y quizá mañana
Por esa ventana
Que muestra el sendero
Nos llegue su queja
Mientras que se aleja
El titiritero

Autor del poema: Joan Manuel Serrat

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CANCIÓN DE HADAS

Hadas divinas hadas!
Creer en las hadas
en las rosadas, felices noches estivales,
y también en esas noches extrañas
cuando entre abismos de sombras en el silencio
del silencio
se encuentra de súbito una líquida palabra melodiosa
como una fresca agua recóndita, un agua
de dulce mirada.
¿No creer ya en las hadas?
Pero entonces... Yo creo, ciertamente,
que mi antigua haya era una reina de hadas,
y lo supe cuando en el cielo de su mirada
subían rosas ardientes y cuando su palabra
quemó mi piel sin dejar señales,
y porque en su corpiño, bajo las sedas
le palpitaban palomas blancas.

* * *
Ahora el silencio
un silencio duro, sin manantiales,
sin retamas, sin frescura,
un silencio que persiste y se ahonda
aun detrás del estrépito
de las ciudades que se derrumban.
Y las hadas se pudren en los estanques muertos
entre algas y hojas secas
y malezas,
o se han transformado en trajes de seda
abandonados en viejos armarios que se quejan,
trajes que lucieron ciñéndose a la locura de las da
entre luces y músicas.

Autor del poema: Aurelio Arturo

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AQUELLAS PEQUEÑAS COSAS

Uno se cree
que las mató
el tiempo y la ausencia.
Pero su tren
vendió boleto
de ida y vuelta.

Son aquellas pequeñas cosas,
que nos dejó un tiempo de rosas
en un rincón,
en un papel
o en un cajón.

Como un ladrón
te acechan detrás
de la puerta.
Te tienen tan
a su merced
como hojas muertas.

que el viento arrastra allá o aquí,
que te sonríen tristes y
nos hacen que
lloremos cuando
nadie nos ve.

Autor del poema: Joan Manuel Serrat

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LA CANCIÓN DEL PIRATA

(Cantado por el grupo Tierra Santa)

Con diez cañones por banda
Viento en popa a toda vela
No corta el mar si no vuela
Un velero bergantín

Bajel pirata que llaman
Por su brabura el temido
En todo el mar conocido
Del uno al otro confín

La luna en el mar riela
Y en la lona gime el viento
Y alza en blando movimiento
Olas de plata y azul

Y ve el capitán pirata
Cantando alegre en la popa
Asia a un lado, al otro Europa
Y allá a su frente Estambul

Navega velero mío
Sin temor que ni enemigo navío
Ni tormenta ni bonanza
Tu rumbo a torcer alcanza
Ni a sujetar tu valor

Veinte presas hemos hecho
A despecho del inglés
Y han rendido sus pendones
Cien naciones a mis pies

Que es mi barco mi tesoro
Que es mi dios mi libertad
Mi ley la fuerza y el viento
Mi única patria la mar

Allá muevan feroz guerras
Ciegos reyes, por un palmo más de tierra
Que yo tengo aquí por mío
Cuanto abarca el mar bravío

A quien nadie impuso leyes
Y no hay playa sea cualquiera
Ni bandera de esplendor
Que no sienta mi derecho
Y de pecho a mi valor

Que es mi barco mi tesoro
Que es mi dios mi libertad
Mi ley la fuerza y el viento
Mi única patria la mar

A la voz de barco viene
Es de ver como bira y se previene
A todo trapo escapar
Que yo soy el rey del mar

Y mi furia has de temer
En las presas yo divido
Lo cogido por igual
Solo quiero por riqueza
La belleza sin rival

Sentenciado estoy a muerte
Yo me rio, no me abandoné a la suerte
Y al mismo que me condena
Colgaré de alguna antena

Quizá de su propio navío
Y si caigo ¿qué es la vida?
Por perdida ya la dí
Cuando el yugo del esclavo
Como un bravo sacudí

Son mi música mejor
Aquilones el estrépito y temblor
De los cables sacudidos
Del negro mar los bramidos

Y el rugir de mis cañones
Y del trueno al son violento
Y del viento al rebramar
Yo me duermo sosegado
Arrullado por el mar

Que es mi barco mi tesoro
Que es mi dios mi libertad
Mi ley la fuerza y el viento
Mi única patria la mar

Autor del poema: José de Espronceda

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MEDITERRÁNEO

Quizás porque mi niñez
Sigue jugando en tu playa
Y escondido tras las cañas
Duerme mi primer amor
Llevo tu luz y tu olor
Por dondequiera que vaya
Y amontonado en tu arena
Guardo amor, juegos y penas
Yo, que en la piel tengo el sabor
Amargo del llanto eterno
Que han vertido en ti cien pueblos
De Algeciras a Estambul
Para que pintes de azul
Sus largas noches de invierno
A fuerza de desventuras
Tu alma es profunda y oscura
A tus atardeceres rojos
Se acostumbraron mis ojos
Como el recodo al camino
Soy cantor, soy embustero
Me gusta el juego y el vino
Tengo alma de marinero
Qué le voy a hacer, si yo
Nací en el Mediterráneo
Nací en el Mediterráneo
Y te acercas, y te vas
Después de besar mi aldea
Jugando con la marea
Te vas, pensando en volver
Eres como una mujer
Perfumadita de brea
Que se añora y que se quiere
Que se conoce y se teme
Ay, si un día para mi mal
Viene a buscarme la parca
Empujad al mar mi barca
Con un levante otoñal
Y dejad que el temporal
Desguace sus alas blancas
Y a mí enterradme sin duelo
Entre la playa y el cielo
En la ladera de un monte
Más alto que el horizonte
Quiero tener buena vista
Mi cuerpo será camino
Le daré verde a los pinos
Y amarillo a la genista
Cerca del mar, porque yo
Nací en el Mediterráneo
Nací en el Mediterráneo
Nací en el Mediterráneo

Autor del poema: Joan Manuel Serrat

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CANCIÓN DE LA DISTANCIA

Mirarás un país turbio entre mis ojos,
mirarás mis pobres manos rudas,
mirarás la sangre oscura de mis labios:
todo es en mí una desnudez tuya.

Venía por arbolados la voz dulce
como acercando un bosque húmedo y fresco,
y una estrella caía duramente,
fija, la antigua cicatriz de un beso.

De arena parecían los cielos, y volvía
poseso del rumor que cual dos alas
me ciñó en una ronda inacabable,
me ciñó al fin la flor de tu palabra.

¿Qué rojea en la noche sino el puro
labio tuyo? y corazón, estrella y sueño,
mueve un solo vaivén que lejos fluye,
turbio como distancia y como ruego.

Tu desnudez verás en mis ojos absortos,
mirarás mi horizonte que roe una fogata,
tú, que no serás nunca sino masa de llamas,
en mi honda noche de árboles, callada.

Desnudo en mi fervor y tú en tu sangre,
es más que seda suave este silencio,
en esta noche ancha en que germina
todo y palpita todo, aromas y luceros.

Volver cuando anoche en canto y frondas
y rumia el viento que lo aleja todo:
ya no veré sino una palma muda
y el cielo, un áureo torbellino, en torno.

Volver, los cielos parecían de arena,
ha mucho, hace un instante, ha mucho tiempo;
y nadie ha de quitarme esta noche en que fuiste
larga y desnuda carne vestida de mi aliento.

Volver la senda turbia oyendo al viento
rumiar lejos, muy lejos, de los días.
Por mi canción conocerás mi valle,
su hondura en mi sollozo has de medirla.

Autor del poema: Aurelio Arturo

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