75 Poemas de poesía
EL ESEQUIBO ES LEYENDA
TITULO: EL ESEQUIBO ES LEYENDA
AUTOR: CARLOS ANDRÉS LÓPEZ BLANCO
HACE CIETO OCHENTA ANOS
SUCESEDIÓ ALGO EMOTIVO
LA HISTÓRICA DISPUTA
DEL TERRITORIO ESEQUIBO
ESA ZONA FORMA PARTE
DE TIERRA VENEZOLANA
LUCHEMOS JUNTOS POR QUE ES,
INSIGNIA BOLIVARIANA
EN EL ANO CUARENTA Y UNO
LA CONTIENDA INICIÓ
CUANDO EL GENERAL PAEZ,
UNA INCURSIÓN DENUNCIÓ
ESOS MALOS BRITÁNICOS,
ESE IMPERIO IRACUNDO
INVADIÓ EL ESEQUIBO
BUSCANDO EL NUEVO MUNDO
DESPUES DE ALGUNOS Años
AÚN ASÍ SE CELEBRA
EL IMPORTANTE ACUERDO
DENOMINADO GINEBRA
UNA HISTÓRICA LEYENDA
DONDE EL GRAN EPICENTRO
ES EL VASTO ESEQUIBO
LUCHEMOS POR LO QUE ES NUESTRO!
!EL ESEQUIBO ES LEYENDA SI!
TERRITORIO NUESTRO........
POESÍAS ALUSIVAS AL ESEQUIBO
POESÍAS ALUSIVAS AL ESEQUIBO
AUTOR: CARLOS ANDRÉS LÓPEZ BLANCO
I
LE DEDICO CON ORGULLO
UNAS LINDAS POESÍAS
AL EXTENSO ESEQUIBO
PORQUE ES SOBERANÍA
II
EL TERRITORIO ESEQUIBO
ES PAISAJE TROPICAL
RICOS EN MINERALES
QUE HERMOSO LITORAL
III
ES EXTENSO ESEQUIBO
ES ESCENARIO TURÍSTICO
CON BIODIVERSIDADES
QUE LO HACE MAGNÍFICO
IV
EL TERRITORIO ESEQUIBO
DE VERDAD QUE ES MÁGICO
LIMITA CON EL NORTE
CON EL INMENSO ATLÁNTICO
POESÍAS ALUSIVAS A LOS OBREROS
POESÍAS ALUSIVAS A LOS OBREROS
AUTOR: CARLOS ANDRÉS LÓPEZ BLANCO
1
GRACIAS A NUESTROS OBREROS
LA ESCUELA AHORITA
ESTÁ MUY BIEN PERFUMADA,
BRILLOSA Y LIMPIECITA
2
FELICITO A LOS ABREROS
A NIVEL EDUCACIONAL
SON DE NUESTRAS ESCUELAS
UN LINDO PERSONAL
3
FUERTE ESE APLAUSO
PARA ESE GRAN OBRERO
QUE LE PONE AL TRABAJO
TENACIDAD Y ESMERO
Poesías Dedicadas a los Músicos
Poesías Dedicadas a los Músicos
Autor: Carlos Andrés López Blanco.
I
Es Santa Cecilia
Un nombre único
Hoy su bendición
Es para el músico.
II
La música es el arte
Que el músico disfruta
Dentro de una orquesta
Cuando toma la batuta
III
Esa tierna melodía,
Del instrumento musical
La ejecuta el músico
Para volverla especial
IV
Santa Cecilia es:
Bendita patrona
De todos los músicos
Lleva la corona.
V
Tocaba el órgano
Tecleaba la fusa
Y entre melodías
Baila la musa.
VI
Su música es paz
Perfecta y religiosa
No dejas patrona!
De ser más hermosa.
VII
Felicito al músico
Porque sé que es su día
Nos brinda lindas canciones
Cubiertas de melodía
VIII
La música es la esencia
De combinar los sonidos
Es el arte más bello
Que llega a mis oídos.
IX
Con gran gallardía
Ellos tocan bonito
Por eso a los músicos
Hoy los felicito.
X
Fuerte ese gran aplauso,
Alto y extraordinario
Para esos grandes músicos
Que están en el escenario.
HAY UN VERSO QUE ME AHOGA
Hay un verso que me ahoga
que me quema la garganta
un verso sin voz que canta
si el alma se desahoga.
Este verso solo aboga
una quietud placentera,
la pluma es mi compañera,
el papel mi amigo franco
y la inspiración la arranco
del centro de mi alma entera.
La musa jamás espera,
ni se atrasa, ni se apura,
porque la musa perdura
cuando llega verdadera.
La pluma corre certera
a lo largo de un papel,
pobre del poeta aquel
que no da paso a su musa
o que la exprese confusa
por los poros de su piel.
LAS PACES
Lleguemos a un acuerdo, poema.
Ya no te forzaré a decir lo que no quieres
ni tú te resistirás tanto a lo que deseo.
Hemos forcejeado mucho.
¿Para qué este empeño en hacerte a mi imagen
cuando sabes cosas que no sospecho?
Líbrate ya de mí.
Huye sin mirar atrás.
Sálvate antes de que sea tarde.
Pues siempre me rebasas,
sabes decir lo que te impulsa
y yo no,
porque eres más que tú mismo
y yo sólo soy el que trata de reconocerse en ti.
Tengo la extensión de mi deseo
y tú no tienes ninguno,
sólo avanzas hacia donde te diriges
sin mirar la mano que mueves
y te cree suyo cuando te siente brotar de ella
como una sustancia
que se erige.
Imponle tu curso al que escribe, él
sólo sabe ocultarse,
cubrir la novedad,
empobrecerse.
Lo que muestra es una reiteración
cansada.
Poema,
apártate de mí.
VALLEJO
es muy difícil encontrar un hombre
que escriba poemas
que no te decepcionen.
Vallejo nunca me decepcionó de esa manera.
algunos dicen que murió
de tanto pasar hambre.
como sea
sus poemas sobre el terror a estar
solo
son en cierto sentido amables y
no
gritan.
estamos cansados de casi todo el
arte.
Vallejo escribe como un hombre
y no como un
artista.
está más allá de
nuestro entendimiento.
me gusta pensar que Vallejo todavía está
vivo y caminando por la
habitación, encuentro
el sonido de sus pasos firmes.
imponderable.
HE ESCRITO UNA BELLEZA
he escrito una belleza
pura
un poema infinito
perfecto
es tan bonito que a
salvo de cualquier crítica está
nadie lo verá
jamás
he escrito una belleza
que plasma mi visión del mundo
lo he escondido bien escondido
jamás nadie lo
encontrará
porque si alguien lo leyera por
casualidad
se desharía cual
humano
he escrito una belleza
está en mi mente
guardado
nadie lo puede
tocar
ARS POÉTICA
Hay algo todavía que no debo callar.
Es siempre preferible solamente gustar
a unos cuantos selectos que a mil de lo vulgar.
No busques a la Plebe, no sigas las charangas.
No creas que la poesía es un juego de mangas.
Tampoco el espejo del tiempo en que te ves.
Es lo real absoluto como dijo un romántico.
¿El rosal, la mujer, la estrella de mi cántico
o la viva nostalgia de lo que pudo ser?
Poesía es lo que es.
Son Las flores del mal, de Carlos Baudelaire,
Rimbaud, Nerval, Stéphan Mallarmé,
maestro de la ausencia y el imposible ¿qué?
Cendrars, Apollinaire.
Incluyo a las Españas:
A Jorge Manrique, el de la muerte sentida,
Góngora, Quevedo, quien dijo del Osuna:
“Su tumba son de Flandes las campañas
y su epitafio la sangrienta luna”,
Juan Ramón, andaluz de universal medida,
García Lorca, el gitano, eterno asesinado,
Aleixandre, el Nobel de vendimias extrañas,
el segundo Machado, el del tiempo y la vida.
A México también con Ramón López Velarde,
el primero en Zozobra, sin desdén para tantos
de un afán infinito, cuyo corazón arde
bajo el cielo sediento de pájaros y hechizos
en las altas planicies, y los que nuevos cantos
trajimos de los ríos de viejos paraísos.
La poesía es lo que vive más que una sepultura.
Es la pura excepción. Un soplo de altura.
La flor invulnerable a la espada temida.
El último reducto que nos deja la vida.
Es angustia, horizonte, anhelo del confín.
ONDAS DE RADIO
A Antonio Machado
Ha dejado de llover y sale la luna.
No sé nada de ondas
de radio. Pero supongo que se transmiten mejor
después de haber llovido, con el aire húmedo.
En cualquier caso, ahora puedo coger Ottawa, si quiero, o
[Toronto.
Últimamente, por la noche, me sorprendo a mí mismo
interesado en la política canadiense
y en sus problemas internos. Es verdad. Antes solía buscar
sus emisoras de música. Me sentaba aquí en el sillón
y escuchaba, sin hacer nada ni pensar en nada.
No tengo tele y ya no leo
los periódicos. De noche pongo la radio.
Cuando llegué a este lugar estaba intentando alejarme
de todo. Especialmente de la literatura,
de cómo te atrapa y sus consecuencias.
Un deseo en el alma de no pensar.
De quedarme quieto. Y a la vez
un deseo de ser estricto, sí, y riguroso.
Pero el alma también puede ser una afable hija de puta,
no siempre es de fiar. Y no lo tuve en cuenta.
Le hice caso cuando me dijo: Mejor cantar a lo que se ha ido
y no volverá que a lo que sigue ahí
con nosotros y seguirá ahí mañana. O no.
Y si no, da igual.
Tampoco importa mucho, dijo, si un hombre no le canta a
[nada.
Ésa es la voz que escuché.
¿Es posible que alguien piense así?
¿Da todo igual, realmente?
¡Qué absurdo!
Pero pensaba estas estupideces de noche
cuando me sentaba en el sillón y escuchaba la radio.
Entonces, Machado, ¡tu poesía!
Era un poco como el hombre maduro que se enamora
de nuevo. Una cosa digna de atención;
desconcertante, también.
Se me ocurren tonterías como colgar tu retrato de la pared.
Y llevarme tu libro a la cama conmigo,
dormirme con él a mano. Una noche
pasó un tren por mis sueños y me despertó.
Lo primero que pensé, con el corazón acelerado
allí en el dormitorio a oscuras, fue esto:
No pasa nada, Machado está aquí.
Y me volví a dormir.
Hoy me llevé tu libro cuando fui a dar
un paseo. “Presta atención”, dijiste,
cuando alguien se preguntó qué hacer con su vida.
Así que miré alrededor y tomé nota de todo.
Luego me senté con el libro al sol, en mi sitio
junto al río, desde donde puedo ver las montañas.
Cerré los ojos y me puse a escuchar el sonido
del agua. Luego los abrí y empecé a leer
“Abel Martín”.
Esta mañana pensé mucho en ti, Machado.
Espero, incluso a pesar de lo que sé de la muerte,
que hayas recibido el mensaje que te envié.
Pero da igual si no es así. Que duermas bien. Descansa.
Antes o después espero que nos encontremos.
Entonces podré decirte estas cosas personalmente.
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