14 Poemas venezolanos 

MIEDO

La sombra de una duda sobre mí se levanta
cuando llega el arrullo de tu voz a mi oído;
miedo de conocerte; pero en el miedo hay tanta
pasión, que me parece que ya te he conocido.

Yo adiviné el misterio cantor de tu garganta.
¿Será que lo he soñado? Tal vez lo he presentido:
mujer cuando promete y nido cuando canta;
mentira en la promesa y abandono en el nido.

Quizá no conocernos fuera mejor; yo siento
cerca de ti el asalto de un mal presentimiento
que me pone en los labios una emoción cobarde.

Y si asoma a mis ojos la sed de conocerte,
van a ti mis audacias, mujer extraña y fuerte,
pero el amor me grita: -¡si has llegado muy tarde!...

Autor del poema: Andrés Eloy Blanco

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EL ARGUMENTO

Por la mañana
leemos anestesiados
las noticias
de la guerra (cualquier guerra),
un titular
bien merece algunos combates;
cada bando
desea demostrar que Dios
está de su parte
con el argumento definitivo;
nuestros ojos recorren
las páginas
-buscamos más confirmaciones
de nuestra derrota
y el periódico trae lo que esperamos encontrar.

Autor del poema: Rafael Cadenas

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LA RENUNCIA

He renunciado a ti. No era posible
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.

Yo me quedé mirando cómo el río se iba
poniendo encinta de la estrella...
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba...

He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;

Como el que ve partir grandes navíos
como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos brios
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;

Como el marino que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.

He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales,
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías...

He renunciado a ti, y a cada instante
renunciamos un poco de lo que antes quisimos
y al final, ¡cuántas veces el anhelo menguante
pide un pedazo de lo que antes fuimos!

Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño...

Autor del poema: Andrés Eloy Blanco

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LUNA DE ABRIL

Luna de abril, descotada,
con aguazal circunscrito,
desnuda, con desnudez
pura de pecho con niño.
Luna llena, ubre de vaca,
con lucero becerrillo;
¡qué puro se pone el pecho
cuando se le cuelga el niño!

Esta noche yo no siento
ni sombra de odio por nadie
ni pena de verme preso,
ni ganas de que me quiten
los grillos que me pusieron.

Nada hay más impuro, nada,
que el pecho de las mujeres,
pero no hay nada más puro
ni mejor para mirarlo
que un pecho fuera del pecho
y un niño al lado.

Autor del poema: Andrés Eloy Blanco

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A UN SAMÁN

Árbol bello, ¿quién te trajo
a estas campiñas risueñas
que con tu copa decoras
y tu sombra placentera?
Dicen que el dulce Dalmiro,
Dalmiro aquel que las selvas
y de estos campos los hijos
no sin lágrimas recuerdan,
compró de un agreste joven
tu amenazada existencia;
en este alcor, estos valles,
viva su memoria eterna.
Del huérfano desvalido,
de la infeliz zagaleja,
del menesteroso anciano
él consolaba las penas.
Extiende, samán, tus ramas
sin temor al hado fiero,
y que tu sombra amigable
al caminante proteja.
Ya vendrán otras edades
que más lozano te vean,
y otros pastores y otros
que huyan cual sombra ligera;
mas del virtuoso Dalmiro
el dulce nombre conserva,
y dilo a los que pisaren
estas hermosas riberas.
Di, ¿de tu gigante padre,
que en otros campos se eleva,
testigo que el tiempo guarda
de mil historias funestas,
viste en el valle la copa
desañando las tormentas?
¿Los caros nombres acaso
de los zagales conservas
que en siglos de paz dichosos
poblaron estas riberas,
y que la horrorosa muerte,
extendiendo el ala inmensa,
a las cabañas robara
que dejó su aliento yermas?...
Contempló tu padre un día
las envidiables escenas;
violas en luto tornadas,
tintas en sangre las vegas;
desde entonces solitario
en sitio apartado reina,
de la laguna distante
que baña el pie de Valencia.
Agradábale en las aguas
ver flotar su sombra bella,
mientras besaban su planta
al jugar por las praderas.
Del puro Catuche al margen,
propicios los cielos quieran
que, más felice, no escuches
tristes lamentos de guerra;
antes, de alegres zagales
las canciones placenteras,
y cuando más sus suspiros
y sus celosas querellas.

Autor del poema: Andrés Bello

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MUELLE DE ENORMES LLAMAS

Navíos que viajan al sol,
música de tambores,
sales desencajadas,
niños desnudos,
marineros que descargan plátanos.
Ciudad de corazón de árbol, humedades
temblorosas, juncos que danzan.
La luz golpea mendigos,
divide el mundo en dos memorias.
Mi frente se hunde en la cesta del mediodía.
Soy latido, sonrisa, adoración.

Autor del poema: Rafael Cadenas

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SALUDOS

Saludos, precioso pájaro.
Y no abandones el oro de las plumas
entre aquellas nubes
ni pierdas el canto en el dominio de los truenos.
No sea que pases del cielo
y quedes preso en los astros.

De viajes, cuánto se ha perdido,
cuánta ola estrellada en el acantilado,
mientras tus alas
robaban fulgores al poderoso perro del cielo.
Y cuánto de lluvias,
de verano, de hierba roja
por la implacable estación.
O de gris, nieblas y continuado fantasma
frente al joven enamorado de barcos.
Los vecinos perdidos,
el llanto de amigos
que he visto secar en paños
por olvidos e irremediable paso.
Ni qué decir de la muchacha
cuyo pecho hasta ayer fuera tan liso
y que luego se ha visto
como exquisito racimo.

Saludos.
Pero, amigo de viajes,
¿cómo poder contar las pérdidas,
ventas que se han hecho,
nuevas adquisiciones?
Y si la modesta familia
vende las posesiones de provincia
y compra apartamentos confortables,
¿no hemos vendido al corazón
y una y otra vez
cambiado los pareceres de conciencia
para entender mejor las noticias a la semana?
Y mientras tú por el pasado año
te entregabas a los aromosos cielos del norte,
aquí las muertes y los nacimientos
cambiaban las cuerdas del buque
y hacían trastabillar al viejo.
Y mientras robabas a ese perro
los bellos fulgores,
el oro para majestad en tus alas,
los cambios de ciudad,
las venidas al amor,
los cantos de una ilusionada nube
que nos ahogara en deseos
pintaban nuevas y extrañas figuras
en la quilla del buque.

Y entretanto no había más
que el incesante brillo
y el incesante batir de esas alas
sobre espumas y ciudades,
sobre campiñas y lejanas praderas;
más allá de las torres establecidas por la
caída de la noche.
No había más que esos ojos absortos,
fijos hacia el norte o el sur,
la cola firme,
a manera de timón,
y el impulso
y la ruta que algún hilo indicaba.

Y el cielo, y los aromas
de flores muertas o recién abiertas
y los aires cambiantes.

Y nada más había para ti,
amigo de viajes;
las idas, los regresos
encontraban esas pupilas
quietas, serenas, tendidas
en medio a las carreras que el cielo juega.

Saludos.
Apenas para ti hay tiempo de cantar
en el delicioso jardín
y sacudir en el estanque las alas
allí donde el viento no ha podido vencer.

Autor del poema: Ramón Palomares

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MÁS ALLÁ DE NOSOTROS

Conversaciones que venían
Hoscas
Buscándonos
Gentes del sueño y Gentes del Viento
Árboles ventosos y golpes en el corazón
Y al cabo estábamos volando
conversando
Árboles ya y gentes del sueño y vientos
(con el alma errada y un errante árbol
Furiosos, Incorpóreos,
dando vueltas en torno a la vida
y desentrañándonos
desentrañándonos
Más allá de nosotros.

Autor del poema: Ramón Palomares

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MATRIMONIO

Todo, habitual,
sin magia,
sin los aderezos que usa la retórica,
sin esos atavíos con que se suele recargar el misterio.

Líneas puras, sin más, de cuadro clásico.
Un transcurrir lleno de antigüedad,
de médula cotidiana,
de cumplimiento.
Como de gente que abre a la hora de siempre.

Autor del poema: Rafael Cadenas

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PAJARITO QUE VENÍS TAN CANSADO

Pajarito que venís tan cansado
y que te arrecostás en la piedra de beber
Decíme. ¿No sos Polimnia?
Toda la tarde estuvo mirándome desde No sé dónde
Toda la tarde
Y ahora que te veo caigo en cuenta
Venís a consolarme
Vos que siempre estuviste para consolar
Te figurás ahora un pájaro
Ah pájaro esponjadito
Mansamente en la piedra y por la yerbita te acercás
'Yo soy Polimnia'
- Y con razón que una luz de resucitados ha caído aquí mismo
Polimnia riéndote
Polimnia echándome la bendición

Autor del poema: Ramón Palomares

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