43 Poemas ecuatorianos 

ÉSE, SU GUAYAQUIL VIEJO

La niña de ojos tristes llevó su mirada al río,
Donde brillaba la luna con todo su poderío.
Las Peñas hacia la izquierda; ¿El Hemiciclo?...Derecha.
Las calles hacia su espalda y el Río Guayas frente a ella.

“Casa Antigua” era su casa, que dio paso al rascacielos,
Y aun flota de Aspiazu un alma, y de Gálvez, un bombero.
La niña de ojos tristes vio la luna sobre el río,
Mientras Guayaquil dormía para crecer con más brío.

Las lechuzas se paseaban por el Malecón de almendros,
Que olía a brea y a hierro de los muelles cacaoteros.
Y en el muelle las parejas juraban su amor sincero,
Aunque al domingo siguiente tuvieran un amor nuevo.

Los chorros de canalones de los baños de aguacero,
Cual canguil de misa de ocho, reventaban lastimeros.
La niña llevó en su mente, un día, cuando partió lejos,
La luna, el río y la gente de ése, su Guayaquil viejo.

Autor del poema: Karina Gálvez

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A LA MISMA AMIGA

Ninfa del Guayas
Encantador!
De tus abriles
En el albor,
Cuando regreses
A la mansión,
Donde te espera
Todo el amor
De los que hoy ruegan
Por tí al Señor;
Cuando más tarde
Vengan en pos
De los placeres
Que apuras hoy,
Los tiernos goces
Y la emoción
Con que las madres
Amamos ¡Oh!
A los pedazos
Del corazón;
No olvides, Carmen,
No olvides, nó!
A tu Dolores
Por otro amor!

Autor del poema: Dolores Veintimilla

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A MIS ENEMIGOS

¿Qué os hice yo, mujer desventurada
Que en mi rostro, traidores, escupís
De la infame calumnia la ponzoña
Y así matáis a mi alma juvenil?

¿Qué sombra os puede hacer una insensata
Que arroja de los vientos al confín
Los lamentos de su alma atribulada
Y el llanto de sus ojos ¡ay de mí!

Envidiáis, envidiáis que sus aromas
Le dé a las brisas mansas el jazmín?
Envidiáis que los pàjaros entonen
Sus himnos cuando el sol viene a lucir?

No! no os burlèis de mí sino del cielo....
Que, al hacerme tan triste e infeliz,
Me dió para endulzar mi desventura
De ardiente inspiración rayo gentil.

Por qué, por qué queréis que yo sofoque
Lo que en mi pensamiento osa vivir?
Por qué matáis para la dicha mi alma?
Por qué ¡cobardes a traición! me herís?

No dan respeto la mujer, la esposa,
La madre amante a vuestra lengua vil....
Me marcáis con el sello de la impura....
Ay! nada! nada! respetáis en mí!

Autor del poema: Dolores Veintimilla

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DE AQUEL AMOR LEJANO

Ibas sobre la nave como una
sentimental princesa desterrada
que lamentase, triste y olvidada,
la volubilidad de la fortuna.

Con nostalgia de amor en la mirada
y palores cromáticos de luna,
pasabas largas horas en alguna
divagación romántica y alada.

Y a la luz del crepúsculo en derrota,
evocabas quizá la primavera
de nuestro amor ¡tan dulce y tan remota!

Y tu recuerdo ¡oh pálida viajera!
Se perdió, con la última gaviota
que llegó sollozando a mi ribera...

Autor del poema: Ernesto Noboa y Caamaño

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LA HIERBA

Cuántas cosas que pude haberlas dicho
y no las dije.
Cuántas horas que pude disfrutarlas
y no fueron.
Cuántas letras que se quedaron sueltas
sin remedio.
Cuánta vida que pudo ser raíz
y es hoy astilla.

Por conservar las normas de algún juego,
por no poder salirme de las reglas
no pude ser gaviota
ni marinera espuma.
Y apenas me quedé como la hierba:
tenaz y humedecida.

Autor del poema: Violeta Luna

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LAS ALAS ROTAS

En continuas orgías cuerpos y almas servimos
a los siete lobeznos de los siete pecados:
la vid de la Locura de sus negros racimos
exprimió en nuestras bocas los vinos condenados.

Pálidas majestades sombrías y ojerosas,
lánguidos oficiantes de pintadas mejillas
se vieron coronados de nuestras frescas rosas
y en la Misa del Mal doblamos las rodillas…

Y acabado el festín -al ensayar el vuelo
hacia el puro Ideal- como heridas gaviotas
las almas descendieron al putrefacto suelo,
asfixiadas de luz con las alas rotas!

Autor del poema: Medardo Ángel Silva

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BAJO LA TARDE

¡Oh! tarde dolorosa que con tu cielo de oro
finges las alegrías de un declinar de estío.
¡Tarde! Las hojas secas en su doliente coro
van llenando mi alma de un angustioso frío.

La risa de la fuente me parece ser lloro;
el aire perfumado tiene aliento de lirios;
añoranzas me llegan de unos viejos martirios
y a mi mente se asoman unos ojos que adoro...

Negros ojos que surgen como lagos de muerte
bajo la sombra trágica de un cabello obsidiano,
¿Por qué esa obstinación en dejar mi alma inerte,

turbando mis deliquios con su mirar lejano?
... Sigue fluyendo pena de la fuente sonora...
Ha llegado la noche... Pobre alma mía, ¡llora!

Autor del poema: Arturo Borja

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LLAMÉ A TU CORAZÓN

Llamé a tu corazón… y no me ha respondido…
pedí a drogas fatales sus mentiras piadosas…
en vano! contra ti nada puede el olvido:
he de seguir de esclavo a tus plantas gloriosas!

Invoqué en mi vigilia; la imagen de la Muerte
y del Werther germano, el recuerdo suicida…
y todo inútilmente! el temor de perderte
siempre ha podido más que mi horror a la vida!

Bien puedes sonreír y sentirte dichosa:
el águila a tus plantas se ha vuelto mariposa,
Dalila le ha cortado a Sansón los cabellos;

mi alma es un pedestal de tu cuerpo exquisito;
y las alas, que fueron para el vuelo infinito,
como alfombra de plumas están a tus pies bellos!

Autor del poema: Medardo Ángel Silva

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MI JUVENTUD SE TORNA GRAVE

Mi juventud se torna grave y serena como
un vespertino trozo de paisaje en el agua:
la ebullición sonora de aquel primer asomo
primaveral, deshízose lentamente en mi fragua…

Tu risa de oro, de cristal, de plata,
rememora un scherzo ya lejano…
en tu risa hay un eco de sonata,
de pizzicato de violín tzigano.

Jugueteando en el nido de tu boca,
tu fina carcajada es ritmo ufano
que me recuerda una fontana loca,
y el pizzicato de violín tzigano.

Límpidas, sonoras, cristalinas,
son cadencias del trío veneciano;
tienen reminiscencias argentinas
de pizzicato de violín tzigano.

Autor del poema: Arturo Borja

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POR EL CAMINO DE LAS QUIMERAS

Para Carmen Rosa

Fundiendo el oro
de tu belleza con el tesoro
de mi tristeza,
fabricaré yo un cáliz de áurea realeza
en donde, juntos, exprimiremos
el ustorio racimo de los dolores,
en donde, juntos, abrevaremos
nuestros amores...
Será una copa sacra. Labios humanos
no mojarán en ella;
decorarán sus bordes lirios gemelos como tus manos
como tus labios habrá pétalos rojos,
y en su fondo un zafiro que fue una estrella
como tus Ojos. . .
El sortilegio
declinará. La magia de nuestro encanto
tendrá un veneno de sacrilegio;
la última gota
la absorberemos, locos, mezclada en llanto;
la copa rota,
se perderá, camino de las quimeras ...
Tú estarás medio muerta. Mi último beso
morirá en tus ojeras,
mi último beso
se alejará, camino de las quimeras...

Autor del poema: Arturo Borja

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