83 Poemas de la noche
Una noche
Enviado por juanvalenzuela0 Seguir
Una noche
Una noche oscura, dolorosa y solitaria,
sin estrellas en su tez,
solo un tenue y negro viento
roza sus ligeras y frías manos
sobre mi rostro;
agotado, como de quien lleva una vida insana
e impuramente digna.
Una noche silenciosa, triste y desahuciada
lagrimea en sollozos la herida Luna,
recordando vivaces vidas pasadas
de un todo, de un nada;
de cuando eran uno sólo con el sol,
de antes de ser únicamente ella.
Una noche como cualquiera
mi gastado e infame rostro
se encontró con la rota y hermosa Luna.
ESTRELLA, ÁRBOL Y PÁJARO
En la estancia de la noche
sola yo, soy una estrella.
Sola yo, soy una estrella
en un ángulo de la luna.
Noche que desgaja lunas
para mí, que soy árbol solo.
Árbol solo, gris y estático
que no va dejando sombra.
En un ángulo del mundo
canto yo, pájaro solo.
Canto yo, pájaro solo.
¡Ah qué antigua es mi canción!
UNA NOCHE TE DIJE
-Una noche te dije: -Quien no tiene secretos
nunca tendrá piedad.
Llovía, pero abriste una ventana.
La tormenta era azul dentro del bosque.
La mancha roja de las rosas
se extendía
por el corazón de los jardines.
y el mundo era un mundo de otra época:
como la vez que estábamos en una casa abandonada
viendo un incendio antiguo.
OSCURIDAD HERMOSA
Anoche te he tocado y te he sentido
sin que mi mano huyera más allá de mi mano,
sin que mi cuerpo huyera, ni mi oído:
de un modo casi humano
te he sentido.
Palpitante,
no sé si como sangre o como nube
errante,
por mi casa, en puntillas, oscuridad que sube,
oscuridad que baja, corriste, centelleante.
Corriste por mi casa de madera
sus ventanas abriste
y te sentí latir la noche entera,
hija de los abismos, silenciosa,
guerrera, tan terrible, tan hermosa
que todo cuanto existe,
para mí, sin tu llama, no existiera.
NOCHE ESTRELLADA
El pueblo no existe
excepto donde un árbol de negra cabellera
se desliza como una mujer ahogada en el cálido cielo.
El pueblo permanece en silencio. La noche hierve con once estrellas.
¡Oh noche estrellada! Así es como
quiero morir.
Se mueve. Todas están vivas.
Incluso la luna se abulta en sus aceros anaranjados
para expulsar hijos, como un dios, de su ojo.
La vieja serpiente oculta se traga las estrellas.
¡Oh noche estrellada estrellada! Así es como
quiero morir:
dentro de esa bestia impetuosa de la noche,
succionada por el gran dragón, para escindirme
de mi vida sin bandera,
sin vientre,
sin llanto.
FIESTA
Y los vasos estaban vacíos
y la botella rota
Y el lecho estaba abierto
y la puerta cerrada
Y todas las estrellas de vidrio
de la felicidad y de la belleza
resplandecían en el polvo
del cuarto mal barrido
Y yo estaba borracho perdido
y yo estaba loco de alegría
y tú borracha encontrada
toda desnuda en mis brazos
DÍAS Y NOCHES TE HE BUSCADO
Días y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde cantas
Te he buscado por el tiempo arriba y por el río abajo
Te has perdido entre las lágrimas
Noches y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde lloras
Porque yo sé que estás llorando
Me basta con mirarme en un espejo
Para saber que estás llorando y me has llorado
Sólo tú salvas el llanto
Y de mendigo oscuro
Lo haces rey coronado por tu mano.
EL POETA SE ACUERDA DE SU VIDA
Perdonadme: he dormido.
Y dormir no es vivir. Paz a los hombres.
Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos vivan.
¿Vivir en ellas? Las palabras mueren.
Bellas son al sonar, mas nunca duran.
Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora
o cuando el día cumplido estira el rayo
final, ya en tu rostro acaso.
Con tu pincel de luz cierra tus ojos.
Duerme.
La noche es larga, pero ya ha pasado.
EN BRAZOS DE LA NOCHE
Está ya oscurecida la hermosura;
los árboles desnudos
se mecen en la sombra,
y un gran silencio vela suspendido.
En brazos de la noche
se guarda y perpetúa la promesa del día,
la prometida plenitud del día
que cumple en sólo prometerse
un don que nos inclina,
y nos fuerza, y nos basta.
De noche la hermosura a solas habla;
a solas en el aire solo
late oculto el ardor de su promesa
sin cesar renovada.
Y a través de la noche,
desde el oscuro fondo de su entraña,
nos guía y acompaña
heridos de esperanza, al nuevo día,
nuevamente a cumplir bajo el sol nuevo
su plenitud igual y suficiente
de prometida nuestra sin fin, siempre la misma.
LA NOCHE
La noche no desciende de los cielos,
Es marea profunda y tenebrosa
Que sube de los astros: mirad cómo
Aduéñase primero del abismo
Y se retuerce en sus verdosas aguas.
Sube, en seguida, a los rientes valles,
Y cuando ya domina la planicie,
El sol, convulso, brilla todavía
En la torre del alto campanario
Y en la copa del cedro, en la alquería
Y en la cresta del monte solitario.
Es náufraga la luz: terrible y lenta
Surge la sombra: amedrentada sube
La triste claridad a los tejados,
Al árbol, a los picos elevados,
A la montaña enhiesta y a la nube.
Y cuando, al fin, airosa la tiniebla
La arroja de sus límites postreros,
En pedazos, la luz el cielo puebla
De soles, de planetas y luceros.
Y con ella se van la paz amiga,
La dulce confianza, el noble brío
De quien alegre con vigor trabaja;
Y para consolamos, mudo y frío,
Con sus alas de bronce el sueño baja.
Entonces todo tímido se oculta:
En el establo los pesados bueyes,
En el aprisco el balador ganado,
En la cuna pequeña la inocencia,
En su tranquilo hogar el hombre honrado,
Y el recuerdo impasible en la conciencia.
Mil temores informes y confusos
Del hombre y de los brutos se apoderan;
En la orilla del nido, vigilante,
El ave guarda el sueño de su cría
Y esconde la cabeza bajo el ala;
El noble perro con mirada grave
Interroga la sombra y ver procura;
Los caballos, piafando, se encabritan
Y con pavor o sobresalto evitan
Los altos montes y la selva obscura.
Si en la extensa llanada le sorprende
Con su cortejo fúnebre la noche,
El potro joven a su hermano busca
Y en su lomo descansa la cabeza.
Todo tiende a juntarse en esta hora.
Todo en la vasta soledad se hermana,
Hasta que alegre la triunfal diana
En el áureo clarín toca la Aurora.
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