38 Poemas en prosa 

LA VERDAD (ALMA NÚMERO 5)

El viento, durante un descanso, le preguntó a un anciano:
―¿Qué es la verdad?
Y El Anciano, que era muy hablador, le susurró al viento:
―No conozco nada más irónico y bipolar que la verdad. Ese
cuchillo que es al mismo tiempo de plástico y de metal; sujetado por
los pensamientos; cuyo mango es la garganta y cuyo filo es la lengua.
Un arma blanca que hace sangrar al corazón; que hiere al orgullo y que
hace cuestionarse a la razón su propia razón. La verdad es una
puñalada que nos hace libres, pero a veces la libertad nos apuñala por
la espalda. Querido viento, no conozco nada que sea al mismo tiempo
tan placentero y dañino como lo es la verdad. Querido viento, ve y dile
a la humanidad la verdad.
―¿Qué verdad? ―indagó el viento con curiosidad.
―Que ya no sabe amar.

Autor del poema: César Brandon

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CASAS DE LEGO Y ARMARIOS DEL IKEA

Tú y yo.
En verdad le quitaría esa /y/ que ya nos separa más de la
intención con la que quiero hablar de ti y de mí. Pero bueno, en honor
a lo “escrítamente” correcto: tú y yo.
Tú y yo, inmersos en una conversación. Amándonos con
palabras. Tú y yo, desmontando el cosmos pieza a pieza, separándolo
por colores y formas. Tú y yo, montando el universo a nuestro antojo.
Tú y yo. Así de sencillos y complicados: como casas de LEGO y
armarios del IKEA.

Autor del poema: César Brandon

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LA PERSONA MÁS EXTRAÑA DEL MUNDO

Yo solía pensar que era la persona más extraña en el mundo, pero luego pensé, hay mucha gente así en el mundo, tiene que haber alguien como yo, que se sienta bizarra y dañada de la misma forma en que yo me siento. Me la imagino, e imagino que ella también debe estar por ahí pensando en mí. Bueno, yo espero que si tú estás por ahí y lees esto sepas que, sí, es verdad, yo estoy aquí, soy tan extraña como tú.

Autor del poema: Frida Kahlo

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POEMAS SIN NOMBRE: XL

Para que tú no veas las rosas que haces crecer, cubro mi cuerpo de cenizas... De ceniza parezco toda, yerta y gris a la distancia; pero, aun así, cuando pasas cerca, tiemblo de que me delate el jardín, la sofocada fragancia.

Autor del poema: Dulce María Loynaz

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EL PARAGUAS-SOMBRILLA

Nuestras abuelas consideraban la sombrilla un elemento
de coquetería. Además, nadie quería manchar con el sol
una piel radiantemente blanca. Hoy preferimos el bronceado en verano, pero podemos usar la gracia de un paraguas
decorado, estampado y alegre como una sombrilla. Sobre
todo porque las lluvias de verano son lluvias alegres…

Autor del poema: Clarice Lispector

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QUIEN NO TIENE ROSTRO

Hay mujeres de quienes podríamos decir: no tienen rostro. Realmente es así, pues su fisonomía está «sumergida»
de tal manera, con rasgos indecisos y colores apagados, que
recuerdan un cuadro sólo esbozado y nunca terminado.

Autor del poema: Clarice Lispector

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PARA NO "PARECER BOBA"

¿Nunca leíste de pequeña el cuento de una princesa
muy guapa pero que –por la maldición de un hada mala–
no podía abrir la boca sin que le saliesen sapos, lagartos y
ratones?
Pues la manera moderna de que salgan «sapos y culebras» de la linda boca de una joven es decir muchas tonterías con los labios perfectamente maquillados. Pero esto no
sucede por la maldición de un hada mala, sino por ignorancia, por falta de cultura. Una de esas «princesas» modernas,
al escuchar una conversación sobre Hemingway, preguntó:
«¿Cuál es la última película que ha hecho?».
Leer es una costumbre que todo el mundo debería tener.
No queremos decir con eso que todos lean «cosas difíciles».
Incluso una revista bien informada –y bien leída– puede ser
una fuente de cultura que al menos evite «sapos y culebras»

Autor del poema: Clarice Lispector

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FOTOGRAFIAMOS PARA TI. LA EXCÉNTRICA

La vida no es cine, y es muy difícil «usar» la excentricidad. La excentricidad es un deseo desesperado de agradar.
El instinto de las mujeres las avisa de «hasta dónde pueden
llegar» en su deseo de agradar. ¿Has pensado alguna vez en
el esfuerzo enorme que la excentricidad exige de una mujer? Casi un esfuerzo físico para mantener algo antinatural.
Después de algunas horas se ve en el rostro de la excéntrica
su enorme cansancio, sus ganas de volver a casa…
¿Qué es la excentricidad? De manera general, la exageración. ¿A los hombres les gusta el perfume? La excéntrica
se baña en perfumes… ¿El escote es bonito? Ella entonces
se desnuda. ¿Entrar con seguridad en una sala es elegante? Entonces vamos a hacer una entrada teatral. ¿La naturalidad es agradable? Entonces vamos a fingir naturalidad
confundiéndola con la vulgaridad. ¿A los hombres les gusta el «compañerismo»? Entonces vamos a beber como un
hombre, a decir palabrotas y a demostrar que estamos por
encima de esa cosa ridícula que es una mujer educada. La
excentricidad es un esfuerzo que termina en tristeza.

Autor del poema: Clarice Lispector

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CLAROS DEL BOSQUE

No me respondes, hermana. He venido ahora a buscarte. Ahora, no tardarás ya mucho en salir de aquí. Porque aquí no puedes quedarte. Esto no es tu casa, es sólo la tumba donde te han arropado viva. Y viva no puedes seguir aquí; vendrás ya libre, mírame, mírame, a esta vida en la que yo estoy. Y ahora sí, en una tierra nunca vista por nadie, fundaremos la ciudad de los hermanos, la ciudad nueva, donde no habrá ni hijos ni padres. Y los hermanos vendrán a reunirse con nosotros. Nos olvidaremos allí de esta tierra donde siempre hay alguien que manda desde antes, sin saber. Allí acabaremos de nacer, nos dejarán nacer del todo. Yo siempre supe de esa tierra. No la soñé, estuve en ella, moraba en ella contigo, cuando se creía ése que yo estaba pensando.
En ella no hay sacrificio, y el amor, hermano, no está cercado por la muerte.
Allí el amor no hay que hacerlo, porque se vive en él. No hay más que amor.
Nadie nace allí, es verdad, como aquí de este modo. Allí van los ya nacidos, los salvados del nacimiento y de la muerte. Y ni siquiera hay un Sol; la claridad es perenne. Y las plantas están despiertas, no en su sueño como están aquí; se siente lo que sienten. Y uno piensa, sin darse cuenta, sin ir de una cosa a otra, de un pensamiento a otro. Todo pasa dentro de un corazón sin tinieblas. Hay claridad porque ninguna luz deslumbra ni acuchilla, como aquí, como ahí fuera.

Autor del poema: María Zambrano

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LOS ESPEJOS DEL ALMA

Desde la más remota antigüedad, los ojos han servido de
tema para poemas, ensayos, proverbios, leyendas, etcétera.
Los de Cleopatra (que se los maquillaba mucho, como las
elegantes modernas) eran tan célebres como su nariz y deben de haber desempeñado también un papel importante
en el cambio de destino de la humanidad.
La moda actual –insensata en tantos aspectos–, al menos
por lo que se refiere a los ojos, demuestra haber comprendido su importancia para destacar la belleza de un rostro.
En efecto, nunca ha habido tanto refinamiento en el maquillaje de los ojos como ahora. Su forma es subrayada y
alargada con trazos de lápiz; el rímel, que hasta hace bien
poco tiempo se limitaba al negro y al marrón, hoy se encuentra en los más variados matices de verde, azul, violeta
o gris, y un muestrario de sombras para ojos recuerda la
paleta de un pintor abstracto.
Pero no sólo eso. Recientemente en París han salido sombras doradas y plateadas para la noche. Y Josephine Baker,
la famosa cantante y bailarina «café au lait», ha lanzado la
moda de pegarse sobre cada párpado una pequeña piedra
preciosa. De esta manera, cualquiera que quiera tomarse
esa molestia (un trabajo casi de orfebre) podrá exhibir una
mirada refulgente...
En cuanto a las pestañas postizas, en otro tiempo usadas
sólo por las actrices en el escenario o en la pantalla, su uso
se está difundiendo cada vez más, incluso de día.
Para que los ojos sean bellos, no basta, sin embargo, que
sean grandes, que tengan un color especial o que estén maquillados con cuidado. Es necesario que en ellos haya algo
más. Porque, al ser «los espejos del alma», deben reflejar
dulzura, comprensión, inteligencia.
En resumen, más importante que los ojos es la mirada.

Autor del poema: Clarice Lispector

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