11 Poemas de la playa 

PLAYERA

Filósofo es el mar: se alza y se llena;
y después de estallar en broncos ruidos,
corta su voz, apaga sus latidos,
y se dilata en la extensión serena.

Sabe que hay una ley que lo refrena;
y, sus sueños al ver desvanecidos,
se queja con furiosos alaridos
y como un gladiador rueda en la arena.

Almas que el ansia de luchar obstina:
venid conmigo a la arenosa raya,
y veréis cómo el mar también, se inclina;

que el rendirse ¡ay! cuando el vigor se abruma,
es solamente respetar la playa,
y dejar de ser ola, y ser espuma!...

Autor del poema: José Santos Chocano

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PLAYERAS

Baje a la playa la dulce niña,
perlas hermosas le buscaré;
deje que el agua durmiendo ciña
con sus cristales su blanco pie.

Venga la niña risueña y pura,
el mar su encanto reflejará,
y mientras llega la noche oscura,
cosas de amores le contará.

Cuando en Levante despunte el día
verá las nubes de blanco tul,
como los cisnes de la bahía,
rizar serenas el cielo azul.

Enlazaremos a las palmeras
la suave hamaca y en su vaivén
las horas tristes irán ligeras,
y sueños de oro vendrán también.

Y si la luna sobre las olas
tiende de planta bello cendal,
oirá la niña mis barcarolas
al son del remo que hiende el mar.

Mientras la noche prende en sus velos
broches de perlas y de rubí,
y exhalaciones cruzan los cielos,
¡lágrimas de oro sobre el zafir!

El mar velado con tenue bruma
te dará su hálito arrullador,
que bien merece besos de espuma
la concha-nácar, nido de amor.

Ya la marea, niña, comienza;
ven que ya sopla tibio terral,
ven y careyes tendrá tu trenza,
y tu albo cuello rojo coral.

La dulce niña bajó temblando,
bañó en el agua su blanco pie;
después cuando ella se fue llorando,
dentro las olas perlas hallé.

Autor del poema: Justo Sierra Méndez

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ANOCHE SE ME HA PERDIDO

En la arena de la playa
un recuerdo
dorado, viejo y menudo
como un granito de arena.
¡Paciencia! la noche es corta.
Iré a buscarlo mañana...
Pero tengo miedo de esos
remolinos nocherniegos
que se llevan en su grupa
¡dios sabe adónde! la arena
menudita de la playa.

Autor del poema: Pedro Salinas

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ORACIÓN

La barca morena de un pescador,
cansada de bogar,
sobre la playa se puso a rezar:
¡Hazme, Señor,
un puerto en las orillas de este mar!

Autor del poema: José Gorostiza

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ES TARDE YA EN LA NOCHE

Es tarde ya en la noche
y la playa está desierta.
Rompe el mar
sobre las rocas.
Un aire cálido,
espeso de salitre
y de recuerdos,
me baña la cabeza.
Cierro los ojos.
Inhalo.
Me dejo llevar.
Y luego pienso,
como casi siempre
que me pasan estas cosas,
en Proust.
Pero no he leído
a Proust.
Qué importa.
La vida es bella.
Quién necesita
a Proust.

Autor del poema: Roger Wolfe

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La playa

Enviado por martinbarrios  Seguir

Un lugar calido para barse,para comerse un pedasito de pollo,para jugar un rato con el yoyo,para hacer castillos de arena. El lugar donde hay bastantes personas,donde las olas nos arrastran,mas adentro se puede encontrar el mar donde los peces tienen para amar. Donde se puede bañar,donde se encuentra el mar,donde hay arena no hay q tener pena

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EL BARCO PENSATIVO

En la sonante playa, con ímpetu afanoso
y movimiento vivo,
tiende sus velas tristes al viento poderoso
el barco pensativo.

Es el hombre. Sus sueños, como marinos graves
van en callada tropa;
mujeres siempre bellas y trémulas como aves
se sientan en la popa.

La incógnita esperanza, petrel de largo vuelo,
en los mástiles ronda
y un coro de recuerdos, coronados de cielo,
se alejan sobre la onda.

Vienen del puente voces, se ordena y se trabaja
bajo las ciudadelas
estáticas de éter; mientras el viento ultraja
el telón de las velas.

El sol imprime exámetros de plata en las espumas,
en el azul se lanza
una ciudad de luces y de brumas;
el horizonte danza.

Y el Capitán, en tanto que la visión celeste
de la hora se disipa,
se acerca a una alta verga y ve alejarse al Este
el humo de su pipa.

Autor del poema: Alfonso Cortés

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HIJA DE LA MAR

Muchacha, corazón o sonrisa,
caliente nudo de presencia en el día,
irresponsable belleza que a sí misma se ignora,
ojos de azul radiante que estremece.

Tu inocencia como un mar en que vives-
qué pena a ti alcanzarte, tú sola isla aún intacta;
qué pecho el tuyo, playa o arena amada
que escurre entre los dedos aún sin forma.

Generosa presencia la de una niña que amar,
derribado o tendido cuerpo o playa a una brisa,
a unos ojos templados que te miran,
oreando un desnudo dócil a su tacto.

No mientas nunca, conserva siempre
tu inerte y armoniosa fiebre que no resiste,
playa o cuerpo dorado, muchacha que en la orilla
es siempre alguna concha que unas ondas dejaron.

Vive, vive como el mismo rumor de que has nacido;
escucha el son de tu madre imperiosa;
sé tú espuma que queda después de aquel amor,
después de que, agua o madre, la orilla se retira.

Autor del poema: Vicente Aleixandre

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VAIVÉN

El mar mantiene su vaivén
variable, e invariable.

Miro las aguas espumosas
y luego transparentes,
suben y bajan en la playa,
se estrellan en las rocas.

En apariencia son uniformes
en su movimiento,
pero la diversidad reina
en todos sus gestos.

Autor del poema: Francisco Gálvez

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SE CANTA AL MAR

Nada podrá apartar de mi memoria
La luz de aquella misteriosa lámpara,
Ni el resultado que en mis ojos tuvo
Ni la impresión que me dejó en el alma.
Todo lo puede el tiempo, sin embargo
Creo que ni la muerte ha de borrarla.
Voy a explicarme aquí, si me permiten,
Con el eco mejor de mi garganta.
Por aquel tiempo yo no comprendía
Francamente ni cómo me llamaba,
No había escrito aún mi primer verso
Ni derramado mi primera lágrima;
Era mi corazón ni más ni menos
Que el olvidado kiosko de una plaza.
Mas sucedió que cierta vez mi padre
Fue desterrado al sur, a la lejana
Isla de Chiloé donde el invierno
Es como una ciudad abandonada.
Partí con él y sin pensar llegamos
A Puerto Montt una mañana clara.
Siempre había vivido mi familia
En el valle central o en la montaña,
De manera que nunca, ni por pienso,
Se conversó del mar en nuestra casa.
Sobre este punto yo sabía apenas
Lo que en la escuela pública enseñaban
Y una que otra cuestión de contrabando
De las cartas de amor de mis hermanas.
Descendimos del tren entre banderas
Y una solemne fiesta de campanas
Cuando mi padre me cogió de un brazo
Y volviendo los ojos a la blanca,
Libre y eterna espuma que a lo lejos
Hacia un país sin nombre navegaba,
Como quien reza una oración me dijo
Con voz que tengo en el oído intacta:
"Este es, muchacho, el mar". El mar sereno,
El mar que baña de cristal la patria.
No sé decir por qué, pero es el caso
Que una fuerza mayor me llenó el alma
Y sin medir, sin sospechar siquiera,
La magnitud real de mi campaña,
Eché a correr, sin orden ni concierto,
Como un desesperado hacia la playa
Y en un instante memorable estuve
Frente a ese gran señor de las batallas.
Entonces fue cuando extendí los brazos
Sobre el haz ondulante de las aguas,
Rígido el cuerpo, las pupilas fijas,
En la verdad sin fin de la distancia,
Sin que en mi ser moviérase un cabello,
¡Como la sombra azul de las estatuas!
Cuánto tiempo duró nuestro saludo
No podrían decirlo las palabras.
Sólo debo agregar que en aquel día
Nació en mi mente la inquietud y el ansia
De hacer en verso lo que en ola y ola
Dios a mi vista sin cesar creaba.
Desde ese entonces data la ferviente
Y abrasadora sed que me arrebata:
Es que, en verdad, desde que existe el mundo,
La voz del mar en mi persona estaba.

Autor del poema: Nicanor Parra

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