13 Poemas hondureños
COMBATE
Yo soy un poeta,
un ejército de poetas.
Y hoy quiero escribir un poema,
un poema silbatos
un poema fusiles.
Para pegarlos en las puertas,
en las celdas de las prisiones
en los muros de las escuelas.
Hoy quiero construir y destruir,
levantar en andamios la esperanza.
Despertar al niño,
arcángel de las espadas,
ser relámpago, trueno,
con estatura de héroe
para talar, arrasar,
las podridas raíces de mi pueblo.
MALDAD Y LOCURA
Definitivamente
mi locura
radica
en odiar la maldad
que me obliga a ser mala.
Los ángeles
que circundan mi cabeza
preceden
a un anatema
o a un perdón.
Simplemente
el bien triunfa
sobre mi maldad
obligada.
FUE MI NIÑEZ COMO UN JARDÍN RISUEÑO
Fue mi niñez como un jardín risueño,
donde a los goces de mi edad esquivo,
presa ya de la fiebre del ensueño
vague dolientemente pensativo.
Sentí en el alma un natural deseo
de cantar a la orilla del camino
halle una lira no cual la de Orfeo
y obedezco el mandato del destino.
Al mirarme al espejo, ¡cuán cambiado
estoy! no me conozco ni yo mismo
tengo los ojos de mirar cansado
algo del miedo del que ve un abismo.
LAMENTOS EN EL ESPACIO
Afuera ruge el viento. Tu cabeza está
en mis piernas.
la noche se entretiene en ronda de fantasmas.
Aguas desbarrancadas cortan narcisos y nieblas,
para adornar la tumba de tanto pájaro muerto.
Tú peinas y despeinas mi cabello
mientras el mar arrastra sangre y lodo.
La sombra parece que esculpiera cadáveres.
¿Quién llora y se desespera en el aire?
Amor. Tú estás dormido,
-sin darte prisa por salir de la noche-
mientras yo atajo lamentos
de madres y de niños.
EL VIEJO PONTIAC
A la altura de su propia medida el viejo Pontiac es un jardín que se abre.
Antes,
de esto hace ya muchísimo,
fingía un tigre manso deslizándose blanco entre mujeres bellas.
Hoy por hoy
el noble bruto envejece dignamente y sin prisa
hasta la consumación de los siglos... y le salen
de puertas y ventanas
florecillas del campo.
LA ETERNIDAD Y UN DÍA
Se hace tarde, cada vez más tarde.
Ni el viento pasa por aquí y hasta la Muerte es parte
del paisaje.
Bajo su estrella fija Tegucigalpa es una ratonera.
Matar podría ahora y en la hora en que ruedan sin amor las palabras.
Solo el dolor llamea
en este instante que dura ya la eternidad
y un día.
¿Qué hacer?
¿Qué hacer?
Alguien que siente y sabe de qué habla
exclama, por mejor decir, musita - hagamos algo pronto,
hermanos míos, por favor muy pronto.
LOS CLAUSTROS
Nuestros cazadores
—casi nuestros amigos—
nos han enseñado, sin equivocarse jamás,
los diferentes ritmos
que conducen al miedo.
Nos han amaestrado con sutileza.
Hablamos,
leemos y escribimos sobre la claridad.
Admiramos sus sombras
que aparecen de pronto.
Oímos
los sonidos de los cuernos
mezclados
con los ruidos suplicantes del océano.
Sin embargo
sabemos que somos los animales
con guirnaldas de horror en el cuerpo;
los cercenados a sangre fría; los que se han dormido
en un museo de cera
vigilado
por maniquíes de metal violento.
EL HOMBRE Y SU ESPERANZA
Ahora me miro por dentro
y estoy tan lejana,
brotándome en lo escondido
sin raíces, ni lágrimas, ni grito
—Intacta en mí misma—
en las manos mías
en el mundo de ternura
creado por mi forma
Me he visto nacer, crecer, sin ruido,
sin ramas que duelan como brazos,
sutil, callada, sin palabra para herir,
ni vientre que rebase de peces.
Como rosa de sueño se fue formando mi mundo
Ángeles de amor me fueron siempre fieles,
en la amapola, en la alegría y en la sangre.
Cada caracol supo darme un rumbo
y una hora para llegar.
Y siempre pude estar exacta.
A la cita del agua, de la ceniza y la desesperanza ...
Frágil, pero vital, fue siempre mi árbol
al hombre y al pájaro le fui siempre constante
Amé como deben amar los geranios,
los niños y los ciegos.
Pero en cualquier medida
estuve siempre fuera de proporciones,
porque mi impecable y recién inaugurado mundo
tritura rostros viejos
modas y resabios inútiles.
Mi caricia es combate
urgencia de vida,
profecía de cielo estricto
que sostienen los pasos.
Creadora de lo eterno,
dentro de mí, fuera de mí,
para encontrar mi universo.
Aprendí, llegué, entré,
con adquirida plena conciencia
de que el poeta que va solo
no es más que un muerto, un desterrado,
un arcángel arrodillado que oculta su rostro,
una mano que deja caer su estrella
y que se niega a sí mismo, a los suyos,
su adquirido o supuesto linaje.
De esta ciega y absurda muerte o vida,
ha nacido mi mundo,
mi poema y mi nombre.
Por eso hablo del hombre sin descanso,
del hombre y su esperanza.
EL AIRE QUE NOS QUEDA
Sobre las salas y ventanas sombreadas de abandono.
Sobre la huida de la primavera, ayer mismo ahogada
en un vaso de agua.
Sobre la viejísima melancolía (tejida
y destejida largamente) hija
de las grandes traiciones hechas a nuestros padres y abuelos:
estamos solos.
Sobre las sensaciones de vacío bajo los pies.
Sobre los pasadizos inclinados que el miedo y la duda edifican.
Sobre la tierra de nadie de la Historia: estamos solos
sin mundo,
desnudo al rojo vivo el barro que nos cubre, estrecho
en sus dos lados el aire que nos queda todavía.
MI HOMBRE IDEAL
Preferiría
que mi hombre tuviera por nombre
Fernando, Felipe o Federico
con la F de felicidad no forzada
con esa letra de fidelidad
y no de futuro precisamente
no me importaría el color de sus ojos
ya fuesen verdes, negros o azules
que brillaran para mí
que su mirada me penetrara toda
que fuera más alto y más grande que yo
que no fuera gordo ni estúpido
que odie el foot-ball
y la política vernácula
No me importaría
que fuera bien donado o mal donado
que fuera encantador y generoso
me agradaría que mi hombre
se bañara una vez al día
y tres veces diarias
si viviera en Choluteca
Estaría orgullosa de que mi hombre tuviera
las manos grandes y limpias
que su pasión
fueran la música, el cine
el guaro y los libros.
No permitiría
que le mirase las nalgas
a otra mujer
y mucho menos a otro hombre
Me gustaría
que se levante temprano a cocinar
y que enseguida lave los platos
que no ronque
ni que aviente aires
cuando duerme conmigo
que sepa leer y escribir
que no piense en su madre
cada vez que le doy de mamar
que me mire directamente a los ojos
que no me mienta
¡que no me grite!
que no sea chismoso
como sus amigos
que me eleve a más de cinco orgasmos
que trabaje
que platique conmigo
que me ponga atención
cuando estoy hastiada a todo
que no me compare con nadie
que recuerde que soy única
que no le importe mi ciclo menstrual
y que tenga siempre en mente
que sigo siendo mujer
aún con mi menopausia
Que no entre en contrariedades
cuando le descubro un condón
en su mesa de trabajo
que asista a la catedral
de vez en cuando
no para orar
sino para pedirle perdón al Altísimo
por todo lo injusto
y grosero que ha sido conmigo.
Que analice, que razone
que piense que todavía existo
No me gustaría que mi hombre
fuera periodista, diputado ni cobarde
que me diga de vez en cuando
viéndolo bien, no sos tan fea
tenés unas manos bellas
y sentirlo tierno y amoroso
cuando reposa sus manos en mi pecho
que me deje soñar y sentir
que me deje ser libre
para amar a un Carlos
a un Roberto a un gato
que me respete
como yo lo respetaría
que comprenda
que la culminación del amor
es todo eso
Quiero que mi hombre
no critique mis ansias de fumar y beber
que no me recuerde al día siguiente
después de una borrachera
las cagadales que hice
que me devuelva los veinte lempiras
que le presté ayer
¡que no me joda!
que cante en el baño
sin gastar tanta agua
que duerma desnudo
si no está en San Marcos de Colón
que ame a todas las mujeres
que no sea soberbio
petulante o mentecato
que no meta las nalgas
cada vez que está bravo
que no le miente la madre
a mi madre muerta
que no vea el reloj
cada vez que quiero
decirle algo importante
que se dé cuanta que me gusta más
verlo vestido de jeans y tenis
a lo gringo
que con ese saco y esa corbata
Que sea el primero en aplaudir
cuando interpreto el poema
que a él más le gusta
y que aplauda más fuerte
cuando sea testigo
de una acción mía
digna y valiente.
Me gustaría que mi hombre
tuviera un lunar en el pecho
y no en la espalda
que diga
son las tres y quince exactos
y no en la espalda
que diga
son las tres y quince exactos
y no 316
que se transforme
en un gladiador
de músculos y coraje
para defenderme
de los cobardes
que se atrevan a golpearme
que no me diga
que le gusta más el color del cielo
sabiendo que su jardín
está sembrado de rosas rojas
que le guste mi poesía pura
sin metáforas incoherentes
sin frases rebuscadas
ni sintaxis estúpidas
Que lo que más le agrade
sea lo que yo siento
y que no se le ocurra nunca
humillarme y despreciarme
Yo quiero un hombre así
que sea bueno, honesto
tierno, inteligente, viril,
amoroso...
y que trabaje
de todo esto y aquello
Quiero que mi hombre
tenga en cuenta
que cuando estamos juntos
él es el hombre
y yo la mujer.
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