13 Poemas de boda
CASAMIENTO
Hoy mi pueblo está de fiesta
pues se casa la Carmela
adornaron los altares
con mil rosas y una vela.
Y las calles se adornaron
con guirnaldas y oroperlas
y en portales y ventanas
tú también pudieras verlas.
Hoy se casa la Carmela
Bella imagen sin igual
Arcoíris de belleza
luz, nobleza, brillo y mar.
Están todos invitados,
Nadie se puede restar
Mañana haremos trabajo
Hoy es día de celebrar.
Se llenaron varias mesas
Con muchas formas de panes
Con manjares exquisitos
Carne de cierva y faisanes
Y la casa perfumaron
Con aroma a madreselvas
Azahares y yerbabuena
Versos, poemas y perlas.
Y la luna alumbró por la noche
Con sus pálidos destellos
Sobre huertos y jardines
Para que hoy luzcan más bellos.
Ya sale rumbo a la iglesia
Caminado a paso lento
Acida del brazo de padre
Con la caricia del viento
Ella en su traje de novia
Feliz, radiante y hermosa
Con su apostura de ángel
Y su presencia de diosa.
“Que seas feliz Carmela”
Le dice la gente al pasar
Pues hoy día todo el pueblo
Ha salido a saludar.
Una alfombra se ha formado
Con mil formas multicolores
De los pétalos que han lanzado:
De suspiros y de flores.
Se oye un murmullo en la iglesia
pues la novia viene entrando
y el novio frente al altar
soy yo, quien la está esperando.
Autor: Bertoldo Herrera Gitterman
12 07 21
LLEVO TU CORAZÓN CONMIGO
Llevo tu corazón conmigo (lo llevo en mi corazón)
nunca estoy sin él (tú vas dondequiera que yo voy, amor mío); y todo lo que hago
por mí mismo lo haces tú también, amada mía.
No temo al destino (pues tú eres mi destino, mi amor)
no deseo ningún mundo (pues hermosa tú eres mi mundo, mi verdad)
y tú eres todo lo que una luna siempre ha sido y todo lo que un sol cantará siempre eres tú.
He aquí el más profundo secreto que nadie conoce (he aquí la raíz y el brote del brote y el cielo del cielo de un árbol llamado vida; que crece más alto de lo que un alma puede esperar o una mente puede ocultar) y éste es el prodigio que mantiene a las estrellas separadas.
Llevo tu corazón (lo llevo en mi corazón).
EPITALAMIO
Todo, al soplar las brisas tropicales,
mueve la sangre y todo a amar provoca.
Naturaleza entera es una boca
donde palpitan besos inmortales.
Requiébranse en la rama los turpiales,
lanzando su canción alegre y loca
y, en la cortante arista de la roca,
se acarician las águilas reales.
Tálamo de las tiernas golondrinas
es el aire, del tigre la espelunca,
del triscador ganado las colinas . . .
Nada tu fuerza poderosa trunca,
pues, renaciendo tú de las ruinas,
¡oh, fecundante Amor, no mueres nunca!
CUANDO POR FIN SE ENCUENTRAN DOS ALMAS
Cuando por fin se encuentran dos almas,
Que durante tanto tiempo se han buscado una a otra entre el gentío,
Cuando advierten que son parejas,
Que se comprenden y corresponden,
En una palabra, que son semejantes,
surge entonces para siempre una unión vehemente y pura como ellas mismas,
una unión que comienza en la tierra y perdura en el cielo.
Esa unión es amor,
amor auténtico, como en verdad muy pocos hombres pueden concebir,
amor que es una religión,
Que deifica al ser amado cuya vida emana
Del fervor y de la pasión y para el que los sacrificios
Más grandes son los gozos más dulces.
CANTO NUPCIAL
A Ladislao Gómez Palacio
y Lupe Diaz Couder
Un nuevo hogar es huerto florecido
de jazmines, y lirios, y azahares,
entre cuyas alburas estelares
se estremece el amor, como un latido.
Surge de cada flor, de cada nido,
un verso del Cantar de los Cantares
y pasan, del Hermón por los pinares,
suspirando los vientos un gemido.
De Galaad por los collados bajan
triscando las ovejas. En las viñas
de Engaddi el zumo los racimos cuajan;
mientras la esposa ve, desde el umbroso
retiro, que atraviesa Icis campiñas
y se acerca á sus puertas, el esposo.
¡Oh, esposa! virgen y radiante, mira:
el amor en sus ojos centellea
y el coro de los sueños le rodea
y á su oído solícito suspira,
A infundirte su alma sólo aspira.
Su cerebro, que es urna de la idea,
cual una forja ignífera chispea.
Canta su corazón, como una lira.
¡El coro de los sueños! Los amigos
del esposo, que en júbilo inundados,
de su dicha inmortal serán testigos...
Los recuerdos del niño, los anhelos
viriles que le ascienden, ya encarnados,
en su viaje contigo, hasta los cielos.
Y á ti, joven y fuerte, en los umbrales
del sagrado refugio, jubilosa
te espera amante la rendida esposa,
bajo los resplandores otoñales.
Tampoco sola está: las virginales
compañeras, de frente ruborosa,
tienden sobre ella su dosel de rosa,
al compás de los cánticos nupciales.
Son las ansias sin fin, las esperanzas,
las ilusiones del amor, venidas
de azules y profundas lontananzas.
Todas alzan un himno al varón fuerte
que ha de llevar dos almas y dos vidas,
á través de la vida y de la muerte.
AYER, AL ANOCHECER
Las sombras descendían, los pájaros callaban,
la luna desplegaba su nacarado olán.
La noche era de oro, los astros nos miraban
y el viento nos traía la esencia del galán.
El cielo azul tenía cambiantes de topacio,
la tierra oscura cabello de bálsamo sutil;
tus ojos más destellos que todo aquel espacio,
tu juventud más ámbar que todo aquel abril.
Aquella era la hora solemne en que me inspiro,
en que del alma brota el cántico nupcial,
el cántico inefable del beso y del suspiro,
el cántico más dulce, del idilio triunfal.
De súbito atraído quizá por una estrella,
volviste al éter puro tu rostro soñador...
Y dije a los luceros: "¡verted el cielo en ella!"
y dije a tus pupilas: "¡verted en mí el amor!"
ESA FLOR INSTANTÁNEA
Miedo a perderse ambos,
vivir el uno sin el otro:
miedo a estar alejados
en el viento de la niebla,
en los pasos del día,
en la luz del relámpago,
en cualquier parte. Miedo
que les hace abrazarse,
unirse en este aire
que ahora juntos respiran.
Y se buscan y se buscan
esa flor instantánea
que cuando se consigue
se deshace en un soplo
y hay que ir a encontrar otras
en el jardín umbrío.
Miedo; bendito miedo
que propicia el deseo
la agonía y el rapto,
de los que mueren juntos
y resucitan luego.
DEL MATRIMONIO
Nacisteis juntos, y juntos seguiréis para siempre. Juntos os hallaréis cuando las blancas alas de la muerte acaben vuestros días. ¡Ay! también juntos os hallaréis hasta en la memoria silenciosa de Dios. Pero dejad que existan espacios en esa, vuestra unión. Y permitid que los vientos de los cielos dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero no permitáis que el amor sea una atadura: Permitid mejor que sea como un mar que se mece entre las orillas de vuestras almas. Colmad mutuamente la copa, pero no libéis solamente de una. Compartid vuestro pan, pero sin comer del mismo pedazo. Cantad y danzad juntos y sed alegres, pero permitid que cada uno se sienta solo. Así como las cuerdas de un laúd se encuentran separadas aunque se estremezcan con la misma música.
Ofreceos el corazón, pero sin que por ello dejéis de vigilarlo. Pues solamente la mano de la Vida puede contener vuestros corazones. Y manteneos unidos, mas no demasiado juntos: Porque las columnas del templo se encuentran separadas. Y el roble y el ciprés no crecen estando bajo la sombra del otro.
YA NO QUIERO MÁS BIEN QUE SÓLO AMAROS...
Ya no quiero más bien que sólo amaros,
ni más vida, Lucinda, que ofreceros
la que me dáis, cuando merezco veros,
ni ver más luz que vuestros ojos claros.
Para vivir me basta desearos,
para ser venturoso, conoceros,
para admirar el mundo, engrandeceros,
y para ser eróstrato, abrazaros.
La pluma y lengua, respondiendo a coros,
quieren al cielo espléndido subiros,
donde están los espíritus más puros;
que entre tales riquezas y tesoros,
mis lágrimas, mis versos, mis suspiros,
de olvido y tiempo vivirán seguros.
BODAS
Perdidos en la niebla
el colibrí y su amante.
Dos piedras lanzadas por el deseo
se encuentran en el aire.
La retama está viva,
arde en la niebla,
habitada.
(dedicatoria)
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