Poemas 

Así funciona Yavendrás: En el menú, tienes un montón de poemas de escritores célebres clasificados por categorías (amor, amistad,...) y también la sección "Vuestros poemas" con TODO el contenido que vais subiendo: visítala para estar al tanto de lo que publica la comunidad.

Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!

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 TOP50 Usuarios TOP50 Yavendrás

TÚ DAS VISTA A MIS PUPILAS CIEGAS

Tú das la vista a mis pupilas ciegas
y a mi voz la ternura que te nombra;
amor, cuánta amargura, cuánta sombra
se destruye en la luz en que me anegas.

En hoces claras a mi pecho llegas
y la esperanza al corazón asombra,
por ti la mano del olvido escombra
los restos tristes del dolor que siegas.

Por ti vencido, el peso de la angustia
inútilmente ya su fuerza mustia
contra tus simples luces abre inerte.

Amor, ardiente lámpara en la oscura
soledad, segador de la amargura.
Está lejano el miedo de perderte.

Autor del poema: Rubén Bonifaz Nuño

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QUE EL CLAVEL Y LA ROSA

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?

El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;
el jazmín de honesto olor,
la azucena religiosa,
¿Cuál es la más hermosa?

La violeta enamorada,
la retama encaramada,
la madreselva mezclada,
la flor de lino celosa.
¿Cuál es la más hermosa?

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?

Autor del poema: Tirso de Molina

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A TI (SUB-UMBRA)

Tú no lo sabes... mas yo he soñado
entre mis sueños color de armiño,
horas de dicha con tus amores
besos ardientes, quedos suspiros
cuando la tarde tiñe de öro
esos espacios que juntos vimos,
Cuando mi alma su vuelo emprende
a las regiones de lo infinito
aunque me olvides, aunque no me ames
aunque me odies, ¡sueño contigo!

Autor del poema: José Asunción Silva

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BALADA DE LA CÁRCEL DE READING I

Ya no vestía su casaca escarlata,
Porque rojos son la sangre y el vino
Y sangre y vino había en sus manos
Cuando lo sorprendieron con la muerta,
La pobre muerta a la que había amado
Y a la que asesinó en su lecho.

Entre los reos caminaba
Con un mísero uniforme gris
Y una gorrilla en la cabeza;
Parecía andar ligero y alegre,
Pero nunca vi a un hombre que mirara
Con tanta avidez la luz del día.

Nunca vi a un hombre que mirara
Con ojos tan ávidos
Ese pequeño toldo azul
Al que los presos llaman cielo
Y cada nube que pasaba
Con sus velas de plata.

Yo, con otras almas en pena,
Caminaba en otro corro
Y me preguntaba si aquel hombre habría hecho
Algo grande o algo pequeño,
Cuando una voz susurró a mis espaldas:
"¡A ese tipo lo van a colgar!"

¡Santo Cristo! Hasta los muros de la cárcel
De pronto parecieron vacilar
Y el cielo sobre mi cabeza se convirtió
En un casco de acero ardiente;
Y, aunque yo también era un alma en pena,
Mi pena no podía sentirla.

Sólo sabía que una idea obsesiva
Apresuraba su paso, y por qué
Miraba al día deslumbrante
Con tan ávidos ojos;
Aquel hombre había matado lo que amaba,
Y por eso iba a morir.

Aunque todos los hombres matan lo que aman,
Que lo oiga todo el mundo,
Unos lo hacen con una mirada amarga,
Otros con una palabra zalamera;
El cobarde con un beso,
¡El valiente con una espada!.

Unos matan su amor cuando son jóvenes,
Y otros cuando son viejos;
Unos lo ahogan con manos de lujuria,
Otros con manos de oro;
El más piadoso usa un cuchillo,
Pues así el muerto se enfría antes.

Unos aman muy poco, otros demasiado,
Algunos venden y otros compran;
Unos dan muerte con muchas lágrimas
Y otros sin un suspiro:
Pero aunque todos los hombres matan lo que aman,
No todos deben morir por ello.

No todo hombre muere de muerte infamante
En un día de negra vergüenza,
Ni le echan un dogal al cuello,
Ni una mortaja sobre el rostro,
Ni cae con los pies por delante,
A través del suelo, en el vacío.

No todo hombre convive con hombres callados
Que lo vigilan noche y día,
Que lo vigilan cuando intenta llorar
Y cuando intenta rezar,
Que lo vigilan por miedo a que él mismo robe
Su presa a la prisión.

No todo hombre despierta al alba y ve
Aterradoras figuras en su celda,
Al trémulo capellán con ornamentos blancos,
Y al director, de negro brillante,
Con el rostro amarillo de la sentencia.

No todo hombre se levanta con lastimera prisa
Para vestir sus ropas de condenado
Mientras algún doctor de zafia lengua disfruta
Y anota cada nueva crispación nerviosa,
Manoseando un reloj cuyo débil tic-tac
Suena lo mismo que horribles martillazos.

No todo hombre siente esa asquerosa sed
Que le reseca a uno la garganta antes
De que el verdugo, con sus guantes de faena,
Franquee la puerta acolchada
Y le ate con tres correas de cuero
Para que la garganta no vuelva a sentir sed.

No todo hombre inclina la cabeza
Para escuchar el oficio de difuntos
Ni, mientras la angustia de su alma
Le dice que no está muerto,
Pasa junto a su propio ataúd
Camino del atroz tinglado.

No todo hombre mira hacia lo alto
A través de un tejadillo de cristal,
Ni reza con labios de barro
Para que cese su agonía
Ni siente en su mejilla estremecida
El beso de Caifás.

Autor del poema: Oscar Wilde

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ZOOLOGÍA

La palabras son
animales salvajes.
Nacen y crecen
y se reproducen, mueren
de agotamiento. Siempre
lo tiñen todo
con sus colores pardos,
con su mascar nervioso
(no fieras libres, ratas
de matadero). Tienen
tórax y abdomen, dice
la gramática.
De sangre fría, son
blandas por fuera y
duras por dentro. Aunque
siempre al acecho, atacan
tan sólo si se las ataca.
Y al olor de la sangre.
Las palabras heridas
son las más peligrosas.
Las palabras heridas
son capaces de hacer
todavía mucho daño.

Autor del poema: Javier Rodríguez Marcos

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UNA CARTA DE AMOR

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo

como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,

todo eso es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.

Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,

y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.

Autor del poema: Julio Cortázar

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VIENTO DE NOCHE

El viento es un can sin dueño,
que lame la noche inmensa.
La noche no tiene sueño.
Y el hombre, entre sueños, piensa.

Y el hombre sueña, dormido,
que el viento es un can sin dueño,
que aúlla a sus pies tendido
para lamerle el ensueño.

Y aun no ha sonado la hora.

La noche no tiene sueño:
¡alerta, la veladora!

Autor del poema: Dámaso Alonso

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EL SUEÑO DE ADÁN

Ligera fue tu voz, mas tu palabra dura
con vuelo de paloma sin más peso
que su inmóvil cruzar el mar del viento;
y persistes como un sonido bajo el agua,
desde mi piel al aire levantada,
ligera como fuiste, como esa ala
que olvidada del mundo se recrea,
convertida en ausencia y en olvido.

Vivo de oírme el cuerpo y de entregarme al tiempo
como a un rumbo sin luz la adormecida rosa,
como asoma en el sueño y luego muere
el cielo que una tarde contemplamos,
y oigo la vida en mí, su aliento te recuerda
ingrávida, en latidos desprendida,
con un temblor de silenciosas aguas
de su propia amargura renaciendo.

sufres conmigo cuando sólo miro
que el amor es un cuerpo de imágenes poblado,
y caricia se llama al tocar el recuerdo,
a sentir las tinieblas en las manos
y en un esfuerzo inútil oponerse
a ese tiempo que arrastra nuestro duelo
hasta inclinar los labios a la nieve
y tender en ceniza nuestros cuerpos.
Te siente el corazón como un aroma
que en un eco perdiera sus imágenes,
y me palpo la piel tocando en ella
la tersura del agua donde yaces,
y después quedo solo, enamorado
de esta voz que del cuerpo te desprende
tornada en pensamiento, y en palabras te crea,
nacida nuevamente de mi sueño.

Autor del poema: Alí Chumacero

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NOCHEVIEJA

Miras arder lo que ha quedado
en pie del último sendero:
la luna llena de otro enero
sobre la piel de tu pasado,
un mar que olvidas y ha olvidado
en su esplendor tu verdadero
rostro, la luz que fue primero
verbo y temblor en tu costado
y que hoy dejas partir a solas,
detrás del fuego. Hacia el poniente
moja tu máscara un sol frío.
Ya en ti la noche alza sus olas
mansas. La oyes indiferente
abrir el fuego y tu vacío.

Autor del poema: Jorge Valdés Díaz-Vélez

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PUES EL TIEMPO NO PARA

Pues el tiempo no para, poco importa
Que los días vividos nos acerquen
El vaso de agua amarga colocado
Donde la sed de vida se exaspera.

No contemos los días que pasaron:
Fue hoy cuando nacimos, sólo ahora
La vida ha comenzado, y, lejos aún,
La muerte ha de cansarse en nuestra espera.

Autor del poema: José Saramago

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