A LA HORA DEL CREPÚSCULO 

Es tarde, no me tientan los caminos.
Y en el jardín cerrado, yo os sabía,
caídos, pisoteados en la niebla,
¡oh flores, hojas, días!
Mis pasos se vuelven furtivos
como un indeciso extraño.
Suspiran espectros de dalias
en medio de sombras llorando.
Flota lejos un son de campanas
que une los vivos a cadáveres.
Se esparce la noche invencible,
mar de islas que son soledades.
Y me llaman la luz en la mesa
y algún pensamiento que vuela,
la vieja silla malparada
y una hoja de papel descontenta.

Autor del poema: Josep Carner

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