EN LOS BOSQUES 

Algunos, los ingenuos, tal vez por linfatismo
encuentran en los bosques encantos misteriosos,
frescas brisas y tibios perfumes. Son dichosos.
Los soñadores sienten ondas de misticismo

y también son felices. Pero yo, por inciertos
remordimientos siempre tenazmente roído,
tengo miedo en la selva como un niño perdido
que viera en los pinares la danza de los muertos.

Las grandes espesuras, negras, siniestramente
negras, con su silencio glacial como un sudario,
todo este alucinante fatídico escenario
de un extraño y pueril terror llena mi mente.

Sobre todo en estío; la sangre del ocaso
con púrpuras de incendio mancha el gris de la bruma
y es el canto del Angelus que a lo lejos se esfuma
como un grito de angustia que siguiera mi paso.

Se alza un viento pesado, pasa un escalofrío
de horror, por la espesura de la selva inquietante;
es un horror de hielo, sin causa, delirante,
que va a desvanecerse bajo el ramaje umbrío.

Ha llegado la noche. Vuela un búho agorero,
de fantasmas de fábula se llenan los caminos,
finge una fuente oculta un rumor de asesinos
que aguardan apostados al borde del sendero.

Autor del poema: Paul Verlaine

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