24 Poemas de otoño 

DÍA DE OTOÑO

Señor: es hora. Largo fue el verano.
Pon tu sombra en los relojes solares,
y suelta los vientos por las llanuras.

Haz que sazonen los últimos frutos;
concédeles dos días más del sur,
úrgeles a su madurez y mete
en el vino espeso el postrer dulzor.

No hará casa el que ahora no la tiene,
el que ahora está solo lo estará siempre,
velará, leerá, escribirá largas cartas,
y deambulará por las avenidas,
inquieto como el rodar de las hojas.

Autor del poema: Rainer Maria Rilke

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OTOÑO

El viento, los bosques
mueren besando la lenta
luz de la tarde.
Ejércitos de noche llegan
por los caminos solitarios.

Autor del poema: Salvador Espriu

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EL PASEO

En la buena mañana, caminando a lo largo
del río,
del árbol perfectamente verde
cayó una hoja amarilla.
Para el resto del grupo, el otoño ya estaba allí.
Para él sin embargo, aquella hoja amarilla
era la Muerte en toda su gloria.
Vestida con el color amarillo del otoño
la muerte simplemente estaba allí,
activa y sensible. Y fue así que cuando advino;
hubo un momento de gran intensidad y belleza
y todo se tornó silencioso ... .
y aquél "algo", llenaba todo el camino
y mucho más allá del camino,
y persistió durante el corto paseo.
La hoja había caído súbitamente,
se acostó inesperadamente sobre la tierra
y conseguía sugerir la guadaña del Padre-Tiempo.
Pero el paseo continuaba parloteando, tomando fotos,
y escasamente viendo cosa alguna.
Mas, para él, en ese momento, la muerte estaba ahí,
en mitad del camino, para atraernos,
como estaría siempre, ahí, en medio de la vida
en plena salud ...

Autor del poema: Mario Rivero

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POEMA 06... TE RECUERDO COMO ERAS EN EL ÚLTIMO OTOÑO...

Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.

Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.

Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

Autor del poema: Pablo Neruda

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OCTUBRE

Estaba echado yo en la tierra, enfrente
del infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.
Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.
Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno;
a ver si con romperlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.

Autor del poema: Juan Ramón Jiménez

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OTOÑO

Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.

Autor del poema: Juan Ramón Jiménez

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OTOÑO DE RANAS

El verano envejece, madre fría,
y los insectos son raros y escuálidos.
En este hogar palustre solamente
graznamos, nos ajamos.

Las mañanas se van en somnolencia.
El sol tardíamente nos alumbra
entre cañas sin nervio. Moscas fáltanos.
El helecho se muere.

La helada hasta la araña envuelve.
Cierto que el dios de la abundancia
por aquí anda. Nuestra gente
adelgaza, da pena.

Autor del poema: Sylvia Plath

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ESBOZOS

El viento del Otoño crepita frío entre los juncos secos,
envejecidos por el anochecer;
aleteando, las cornejas vuelan desde el sauce, tierra adentro.

Un viejo solitario se detiene un instante en una orilla,
siente el viento en sus cabellos, la noche y la nieve que se acercan,
desde la orilla en sombras mira la luz enfrente
donde entre nubes y lago la línea de la costa más lejana
todavía refulge en la cálida luz:
aúreo más allá, dichoso como el sueño y la poesía.

La mirada sostiene con firmeza en la fulgurante imagen,
piensa en la patria, recuerda sus buenos años,
ve palidecer el oro, lo ve extingirse,
se vuelve y, lentamente, se dirige
tierra adentro desde aquel sauce.

Autor del poema: Hermann Hesse

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Balada de Otoño

Enviado por tailsprowerup  Seguir

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los copos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.

Pintaron de gris el cielo
y el suelo
se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece
parece
una balada en otoño.

Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía,
que nace al morir el día.

Una balada en otoño,
a veces como un murmullo,
y a veces como un lamento
y a veces miento.

Si tu fueras capaz
de ver mis ojos tristes
si poderia volver a nacer.

Entonces, olvidando
mi mañana y tu pasado
volverías a mi lado.

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Una tarde de Otoño

Enviado por yedra  Seguir

UNA TARDE DE OTOÑO


Era una tarde luminosa y fría,en la que el Otoño había esparcido sus hojas muertas por todos los rincones de aquél parque solitario.



Mi hijo de siete años entonces, me daba su mano,mientras paseábamos apaciblemente en silencio,sintiendo el aire frío en nuestras caras.

Ese instante mágico,ese silencio fue roto por sus palabras: "Papá, me gusta pasear contigo calladitos,escuchando los pájaros cantar...y también me gusta pisar contigo las hojas secas"

Me quedé un instante sorprendido,y me agaché a su altura y le dije:
¿Sabes que tienes un corazón de poeta?
-Y además quiero que recuerdes siempre que tu padre te quiere mucho
-le dije- mientras le daba un abrazo.

Cuando le volví a mirar a la cara,vi...que tenia las lagrimas saltadas.
Un pequeño de siete años se había emocionado en ese mágico instante y yo...también me emocioné.

Tiene ahora doce años,y aún recuerda aquella tarde de Otoño grabada en su recuerdo...y en el mio.
No hacen falta grandes cosas para ser feliz,para sentir que la vida te sonríe con todo su esplendor.

Son esas cosas pequeñitas que vives...las que rellenan los huecos del alma y del corazón,y se graban a fuego en un rincón del recuerdo para no marcharse jamás de nuestras vidas.

Esas cosas que vives,que sientes,que recordaras siempre...como aquella tarde de Otoño fría y silenciosa en la que paseando con tu hijo de la mano,se hace plenitud nuestras vidas;mientras a nuestros pies yacen las hojas muertas y en nuestro corazón...la vida nos sonríe

AUTOR YEDRA.

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