AL DESPEDIRME DE CAMBRIDGE OTRA VEZ
Suavemente me alejo,
tan suavemente como vine un día;
y suavemente me despido de las nubes
del cielo de occidente.
En la ribera los sauces dorados
son novias jóvenes en el sol que se oculta.
Sus imágenes brillan en el río fulgurante
y se han quedado en mi alma.
Los juncos verdes enraizados en fango
se mecen sin prisa en el agua que corre.
Quién fuera uno de ellos, hierba silvestre,
en el dulce fluir del Río Cam.
En el estanque que protegen los olmos
no hay agua cristalina, sino un arco-iris
estrujado en la lama
donde anidan los sueños de colores.
¿Para ir en pos de un sueño?
Habría que ir río arriba donde todo es más verde
y dejar que la barca se llenara de estrellas
cantando con fuerza bajo su luz radiante.
Sin embargo no puedo ya cantar ahora.
Que la paz sea la última música de mi partida.
Ni los grillos se atreven a romper mi silencio.
Cae la noche en Cambridge, y Cambridge está muda.
Quietamente me alejo,
tan quietamente como vine un día.
Diciendo adiós, la manga de mi traje ondea.
No me llevo ni una sola nube.
Autor del poema: Xu Zhimo