Discusión
3 Noviembre 2020, 01:44
Abrí la puerta del baño
y lo vi con tanta calma,
más al verlo sentí el daño
que abría heridas del alma.
Por mis arterias y venas
la sangre me recorría,
cual ardientes cadenas,
con su fuego enfurecía.
La rabia en su regazo
me envolvió a su antojo,
y llenome cual ocaso
todo mi mundo de rojo.
Y con la vista nublada
le grité sin mesura:
“¡Devuélveme mi amada,
mi vida y mi cordura!”.
Todo el odio que contuve
lo lancé en un alarido.
“¡Lo bueno que yo tuve
por tu culpa lo he perdido!”.
Los resonantes espejos
atestiguaron mi lamento
y gracias a mis complejos
los empañé con mi aliento.
Y coordinados en tiempo
lanzome él sus insultos,
mientras el impasible viento
llevose nuestros tumultos.
Y a causa de tal clamor
nos irrumpía alguien más,
que con piscas de temor
entraba a hacer la paz.
Más viendo la situación
quedose el chico perplejo,
al encontrar mi discusión;
gritándole a un pobre espejo.