4 Poemas de Du Fu
ALBA DE INVIERNO
Hombres y bestias del zodíaco
Una vez más contra nosotros.
Verdes botellas de vino, rojas conchas de langosta,
Todas vacías, se apilan en la mesa.
“¿Cómo olvidar a un viejo conocido?”
Y cada uno, sentado, escucha sus propios pensamientos.
Fuera, chirrían las ruedas de los carros.
En el alero los pájaros despiertan.
En otra alba de invierno, pronto,
He de enfrentarme a mis cuarenta años.
Me empujan duros, tercos instantes,
Doblado hacia la sombra larga del crepúsculo.
La vida gira y pasa, borracho fuego fatuo.
AGUAS DE PRIMAVERA
El tercer mes, y las flores de durazno
flotan sobre las ondas del río.
La corriente recupera sus viejas huellas,
y al amanecer inunda ya los límites de la playa.
El verde esmeralda riela ante el portón de ramas,
en tanto yo reparo mis aparejos
y dejo caer un cebo perfumado.
Ato los tubos de bambú para regar el huertecillo.
Ya son legión los pájaros que llegan volando
y en ruidosa algarabía se disputan el baño.
MIRANDO EL AGUA DESDE LA BARANDILLA DEJO VOLAR MI CORAZÓN
Lejos de las murallas, en una ancha barandilla,
sin aldea que la estorbe,
la mirada llega lejos, muy lejos.
Las claras aguas del río casi rebosan el cauce.
Concluye la primavera,
y los serenos árboles están llenos de flores.
Entre una fina lluvia,
los pececillos aparecen,
y el vuelo oblícuo de las golondrinas
al pairo de la suave brisa.
En la ciudad, cien mil hogares,
aquí dos o tres familias.
ASCENSIÓN
Entre el viento violento,
bajo el alto cielo,
los monos aúllan sus tristezas.
Encima de las arenas blancas del islote,
un pájaro vuela, dando vueltas.
Infinitas hojas, arrastradas por el viento,
caen silbando de los árboles,
y el inmenso Yangtsé corre tumultuosamente.
Lejos de mi hogar,
lloro el triste otoño,
y los viajes me parecen interminables.
Anciano, solo abrumado de enfermedades,
subo a esta terraza.
Las penurias, dificultades y congojas,
han hecho abundar mis canas.
Y no puedo sino dejar a un lado mi copa.
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