38 Poemas en prosa
APARIENCIA: TODO TIENE REMEDIO
¿Eres «moralmente» tan anticuada que consideras la vanidad femenina una frivolidad? Ya deberías saber que las
mujeres quieren sentirse guapas para sentirse amadas. Y
querer sentirse amada no es una frivolidad.
Si piensas que «has nacido» así y que no tiene remedio,
ten la seguridad de que estás desistiendo de algo muy importante: de tu propia capacidad de atraer. ¿Quieres saber
algo? La obesidad tiene remedio. El pelo sin vida tiene
remedio. Una cara sin gracia tiene remedio. Todo tiene remedio.
¿La solución? La solución es no ser una mujer desanimada y triste. Y la otra solución es tener como objetivo ser «tú
misma», pero más atractiva, y no alcanzar un tipo de belleza
que nunca podría ser el tuyo.
LOS ESPEJOS DEL ALMA
Desde la más remota antigüedad, los ojos han servido de
tema para poemas, ensayos, proverbios, leyendas, etcétera.
Los de Cleopatra (que se los maquillaba mucho, como las
elegantes modernas) eran tan célebres como su nariz y deben de haber desempeñado también un papel importante
en el cambio de destino de la humanidad.
La moda actual –insensata en tantos aspectos–, al menos
por lo que se refiere a los ojos, demuestra haber comprendido su importancia para destacar la belleza de un rostro.
En efecto, nunca ha habido tanto refinamiento en el maquillaje de los ojos como ahora. Su forma es subrayada y
alargada con trazos de lápiz; el rímel, que hasta hace bien
poco tiempo se limitaba al negro y al marrón, hoy se encuentra en los más variados matices de verde, azul, violeta
o gris, y un muestrario de sombras para ojos recuerda la
paleta de un pintor abstracto.
Pero no sólo eso. Recientemente en París han salido sombras doradas y plateadas para la noche. Y Josephine Baker,
la famosa cantante y bailarina «café au lait», ha lanzado la
moda de pegarse sobre cada párpado una pequeña piedra
preciosa. De esta manera, cualquiera que quiera tomarse
esa molestia (un trabajo casi de orfebre) podrá exhibir una
mirada refulgente...
En cuanto a las pestañas postizas, en otro tiempo usadas
sólo por las actrices en el escenario o en la pantalla, su uso
se está difundiendo cada vez más, incluso de día.
Para que los ojos sean bellos, no basta, sin embargo, que
sean grandes, que tengan un color especial o que estén maquillados con cuidado. Es necesario que en ellos haya algo
más. Porque, al ser «los espejos del alma», deben reflejar
dulzura, comprensión, inteligencia.
En resumen, más importante que los ojos es la mirada.
ENVIDIA
Visión multicolor y delicada en su cabeza, tú rehúyes la mía. Él posee los astros y los animales de la tierra, los campesinos y las mujeres para servirse de ellos. El Océano lo acunó, a mí el mar, y es él quien recibió todas las imágenes. Ligeramente, roza los despojos que levanta, todo se arregla y me siento la cabeza pesada
que aplasta los frágiles tallos.
Si creíste, destino, que yo podía partir, tendrías que haberme dado alas.
LA MIRADA
Sólo cuando la mirada se abre al par de lo visible se hace una aurora. Y se detiene entonces, aunque no perdure y sólo sea fugitivamente, sin apenas duración, pues que crea así el instante. El instante que es al par indeleblemente uno y duradero. La unidad, pues, entre el instante fugitivo e inasible y lo que perdura. El instante que alcanza no ser fugitivo yéndose.
Inasible. El instante que ya no está bajo la amenaza de ser cosa ni concepto. Guardado, escondido en su oscuridad, en la oscuridad propia, puede llegar a ser concepción, el instante de concebir, no siempre inadvertido.
Y así, la mirada, recogida en su oscuridad paradójicamente, saltando sobre una aporía, se abre y abre a su vez, “a la imagen y semejanza”, una especie de, circulación. La mirada recorre, abre el círculo de la aurora que sólo se dio en un punto, que se muestra como un foco, el hogar, sin duda, del horizonte. Lo que constituye su gloria inalterable.
ANTES DE LA OCULTACIÓN
Comencé a cantar entre dientes por obedecer en la oscuridad absoluta que no había hasta entonces conocido, la vieja canción del agua todavía no nacida, confundida con el gemido de la que nace; el gemido de la madre que da a luz una y otra vez para acabar de nacer ella misma, entremezclado con el vagido de lo que nace, la vida parturiente. Me sentí acunada por este lloro que era también canto tan de lejos y en mí, porque nunca nada era mío del todo. ¿No tendría yo dueño tampoco?
La música no tiene dueño, pues los que van a ella no la poseen nunca. Han sido por ella primero poseídos, después iniciados. Yo no sabía que una persona pudiera ser así, al modo de la música, que posee porque penetra mientras se desprende de su fuente, también en una herida. Se abre la música sólo en algunos lugares inesperadamente, cuando errante el alma sola, se siente desfallecer sin dueño. En esta soledad nadie aparece, nadie aparecía cuando me asenté en mi soledad última; el amado sin nombre siquiera. Alguien me había enamorado allá en la noche, en una noche sola, en una única noche hasta el alba. Nunca más apareció. Ya nadie más pudo encontrarme.
ESTAR OCUPADA
Si te sobra demasiado tiempo, hasta el punto de conocer
una de las peores cosas de la vida –el tedio–, piensa en estas
posibles ocupaciones:
–Explotar las aptitudes con las que has nacido o las que
has adquirido y que podrían desarrollarse.
–Hacer de algunas de tus aptitudes un medio de trabajo
regular, remunerado.
–Aplicar tu bondad a servir a cuantos la necesiten.
–En vez de comprar todas las cosas que tú o tu familia
necesitáis, hazlas tú misma.
LA LLAMA
Asisitida por mi alma antigua, por mi alma primera al fin recobrada, y por tanto tiempo perdida. Ella, la perdidiza, al fin volvió por mí. Y entonces comprendí que ella había sido la enamorada. Y yo había pasado por la vida tan sólo de paso, lejana de mí misma .Y de ella venían las palabras sin dueño que todos bebían sin dejarme apenas nada a cambio. Yo era la voz de esa antigua alma. Y ella, a medida que consumaba su amor, allá, donde yo no podía verla; me iba iniciando a través del dolor del abandono. Por eso nadie podía amarme mientras yo iba sabiendo del amor. Y yo misma tampoco amaba. Sólo una noche hasta el alba. Y allí quedé esperando. Me despertaba con la aurora, si es que había dormido. Y creía que ya había llegado, yo, ella, él... Salía el Sol y el día caía como una condena sobre mí. No, no todavía.
Abriré mi corazón para ti
te quiero escribir una carta pero no tengo palabras
te quiero querer de la forma en que nadie nunca me quiso, no puedo evitar que el mundo te trate como una mierda pero puedo hacerte sonreír y darte un abrazo cuando lo necesites , te puedo cantar una canción te puedo redactar en una hoja de papel ,darte las emociones mas bonitas estar contigo cuando estés bien y cuando estés mal ,contigo quiero ser yo misma no quiero fingir ser alguien mas ,confiar en ti y que confíes en mi , que no seamos perfectos sino sinceros
EL OMBLIGO DE LOS LIMBOS
Allí donde otros exponen su obra yo sólo pretendo mostrar mi espíritu.
Vivir no es otra cosa que arder en preguntas. No concibo la obra al margen de la vida.
No amo en sí misma a la creación. Tampoco entiendo el espíritu en sí mismo. Cada una de mis obras, cada uno de los proyectos
de mí mismo, cada uno de los brotes gélidos de mi vida interior expulsa sobre mí su baba.
Estoy en una carta escrita para dar a entender el estrujamiento íntimo de mi ser, tanto como estoy en un ensayo exterior
a mí mismo y que se me presenta como una indiferente incubación de mi espíritu.
Sufro que el Espíritu no halle lugar en la vida y que la vida no se encuentre en el Espíritu, sufro del Espíritu-órgano, del Espíritu-traducción o del Espírítu-atemorizante-de-las-cosas para hacerlas ingresar en el Espíritu. Yo dejo este libro colgado de la vida, deseo que sea masticado por las cosas exteriores y en primer término por todos los estremecimientos acuciantes, todas las vacilaciones de mi yo por venir.
Todas estas páginas se arrastran en el espíritu como témpanos. Perdón por mi total libertad. Me niego a hacer diferencias entre cada minuto de mí mismo. No acepto el espíritu planeado.
Es preciso acabar con el Espíritu como con la literatura. Quiero decir que el Espíritu y la vida se encuentran en todos los grados.
Yo quisiera hacer un libro que altere a los hombres, que sea como una puerta abierta que los lleve a un lugar al que nadie hubiera consentido en ir, una puerta simplemente ligada con la realidad.
Y esto no es el prefacio de un libro, como tampoco lo son los poemas que lo indican en la lista de todas las furias del malestar.
Esto no es más que un témpano atragantado. Una gran pasión razonadora y superpoblada arrastraba a mi yo como un puro abismo. Resoplaba un viento carnal y sonoro, y el azufre también era denso. Y pequeñas raíces diminutas llenaban ese viento como un enjambre de venas y su entrelazamiento fulguraba. El espacio sin forma penetrable era calculable y crujiente. Y el centro era un mosaico de trozos como una especie de rígido martillo cósmico, de una pesadez deformada y que sin parar cae como un muro en el espacio con un estruendo destilado. Y la cubierta algodonosa del estruendo tenia la opción obtusa y una viva mirada que lo penetraba. Sí, el espacio entregaba su puro algodón mental donde ningún pensamiento era todavía claro ni devolvía su descarga de objetos. Pero paulatinamente la masa dio vueltas como una náusea potente y fangosa, una especie de fuerte flujo de sangre vegetal y detonante. Y las ínfimas raíces trémulas en el filo de mi ojo mental se arrancaban de la masa erizada del viento a una velocidad vertiginosa. Y todo el espacio como un sexo saqueado por el vacío ardiente del cielo, se estremeció. Y algo como un pico de paloma real socavó la masa turbada de los estados, todo el pensamiento más hondo se diversificaba, se disipaba, se volvía claro y reducido.
Entonces era preciso que una mano se transformara en el órgano mismo de la aprehensión. Y aún dos o tres veces giró la masa artificial y cada vez, mi ojo se enfocaba sobre un sitio más exacto. La oscuridad misma se hacía más densa y sin objeto. Todo el hielo ganaba la claridad.
Dios-el-perro contigo y su lengua
que atraviesa la costra como una saeta
del doble morrión abovedado
de la tierra que le causa ardor.
Y aquí está el triángulo de agua
que se aproxima con paso de chinche
pero que bajo la chinche ardiente
se transforma en cuchillada.
Bajo los senos de la espantosa tierra
dios-la-perra se ha marchado,
de los senos de la tierra y de agua congelada
que pudren los agujeros de su lengua.
Y aquí está la virgen-del-martillo
para masticar las cuevas de la tierra
donde la calavera del perro del cielo
siente crecer el horroroso nivel.
Doctor,
Hay un asunto sobre el cual hubiera querido insistir: es el de la relevancia de la cosa sobre la cual operan sus inyecciones; esta especie de languidecimiento esencial de mi ser, esta disminución de mi estiaje mental, que no quiere decir, como podría creerse, un rebajamiento cualquiera de mi moralidad (de mi alma moral) o ni siquiera de mi inteligencia, sino más bien de mi intelectualidad servible, de mis recursos razonantes, y que se relaciona más con el sentimiento que tengo yo mismo de mí mismo yo, que con lo que pongo de manifiesto a los demás de él.
Esta vitrificación sorda y polimorfa del pensamiento que en cierto momento elige su forma. Hay una vitrificación inmediata y llana del yo en el centro de todas las posibles formas, de todos los modos posibles del pensamiento.
Y, señor Doctor, ahora que usted está bien enterado de lo que puede ser alcanzado en mí (y curado por las drogas), de la zona de conflicto de mi vida, espero que sabrá suministrarme la cantidad suficiente de líquidos sutiles, de reactores especiosos, de morfina mental, capaces de sobreponer mi abatimiento, de enderezar lo que cae, de juntar lo que está separado, de reparar lo que está destruido.
Le saluda mi pensamiento.
Devora ya.
Devora ya por la noche el que nada olvida carnívoro mi mente. Pero no me come de un bocado, mas bien me mordisquea aquí y allá inmisericorde, indeciso de acabar conmigo y el dolor se hace frio... se hace niebla blanca cual negro.
De apoco se alimenta abriendo mis carnes y me lleva la vida y la digiere en tranquilidad en algun nido en la lejana montaña y nada hago. Nada puedo, nada espanto y pierdo todo y nada y sonrío con labios cortados por zarpas que fuerzan mi voluntad y la destripan y juguetean con sus entrañas las crías furtivas.
Y nada hago porque nada puedo salvo morir.
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