EPITAFIO PARA JOAQUÍN PASOS
1. Aquí pasaba a pie por estas calles, sin empleo ni puesto,
y sin un peso.
Sólo poetas, putas y picados conocieron sus versos.
Nunca estuvo en el extranjero.
Estuvo preso.
Ahora está muerto.
No tiene ningún monumento.
Pero
recordadle cuando tengáis puentes de concreto,
grandes turbinas, tractores, plateados graneros,
buenos gobiernos.
Porque él purificó en sus poemas el lenguaje de su pueblo
en el que un día se escribirán los tratados de comercio,
la Constitución, las cartas de amor, y los decretos.
2. La Guardia Nacional anda buscando a un hombre.
Un hombre espera esta noche llegar a la frontera.
El nombre de ese hombre no se sabe.
Hay muchos hombres más enterrados en una zanja.
El número y el nombre de esos hombres no se sabe.
Ni se sabe el lugar ni el número de las zanjas.
La Guardia Nacional anda buscando a un hombre.
Un hombre espera esta noche salir de Nicaragua.
3. Tal vez nos casemos este año,
amor mío, y tengamos una casita.
Y tal vez se publique mi libro,
o nos vayamos los dos al extranjero.
Tal vez caiga Somoza, amor mío.
4. ¿Crees que esta esquina de la vendedora de guayabas
donde vos me encontraste con terror y con júbilo
aunque sólo demostraste palidez y silencio)
la borrarán Los Angeles, Les Champs-Elysees?
5. ¿No has leído amor mío, en Novedades:
CENTINELA DE LA PAZ , GENIO DEL TRABAJO
PALADÍN DE LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA
DEFENSOR DEL CATOLICISMO EN AMÉRICA
EL PROTECTOR DEL PUEBLO
EL BENEFACTOR...?
Le saquean al pueblo su lenguaje.
Y falsifican las palabras del pueblo.
(Exactamente como el dinero del pueblo.)
Por eso los poetas pulimos tanto un poema.
Y por eso son importantes mis poemas de amor.
6. Uno se despierta con cañonazos
en la mañana llena de aviones.
Pareciera que fuera la revolución:
pero es el cumpleaños del tirano.
7. Ileana: la Galaxia de Andrómeda,
a 700.000 años luz,
que se puede mirar a simple vista en una noche clara,
está más cerca que tú.
Otros ojos solitarios estarán mirándome desde Andrómeda,
en la noche de ellos. Yo a ti no te veo.
Ileana: la distancia es tiempo, y el tiempo vuela.
A 200 millones de millas por hora el universo
se está expandiendo hacia la Nada.
Y tú estás lejos de mí como a millones de años.
8. Como canta de noche la esquirina
al esquirín que está sobre otra rama:
«Esquirín,
si querés que vaya, iré
si querés que vaya, iré»,
y a su rama la llama el esquirín:
«Esquirina,
si querés venir, vení
si querés venir, vení» ,
y cuando ella se va a donde él está
el esquirín se va para otra rama:
así te llamo yo a ti,
y tú te vas.
Así te llamo yo a ti,
y tú te vas.
9. Si cuando fue la rebelión de abril
me hubieran matado con ellos
yo no te habría conocido:
y si ahora hubiera sido la rebelión de abril
me hubieran matado con ellos.
10. Cuando los dorados corteses florecieron
nosotros dos estábamos enamorados.
Todavía tienen flores los corteses
y nosotros ya somos dos extraños.
11. Las pesadas gotas parecen
pasos subiendo la grada
y el viento golpeando la puerta
una mujer que va a entrar.
12. La persona más próxima a mí
eres tú, a la que sin embargo
no veo desde hace tanto tiempo
más que en sueños.
13. ¿Has oído gritar de noche al oso-caballo
00-00-00-00-
0 al coyote-solo en la noche de luna
uuuuuuuuuuuuuuuú?
Pues eso mismo son estos versos.
14. Sobre el mojado camino en el que las muchachas con sus cántaros van y vienen,
cortado en gradas en la roca,
colgaban como cabelleras o como culebras
las lianas de los árboles.
Y una especie de superstición flotaba en todas partes.
Y abajo:
la laguna de color de limón,
pulida como jade.
Subían los gritos del agua
y el ruido de los cuerpos de color de barro contra el agua.
Una especie de superstición...
Las muchachas iban y venían con sus cántaros
cantando un antiguo canto de amor.
Las que subían iban rectas como estatuas,
bajo sus frescas áncoras rojas con dibujos
los cuerpos frescos de figura de ánfora.
Y las que bajaban
iban saltando y corriendo como ciervas
y en el viento se abrían sus faldas como flores.
15. Viniste a visitarme
en sueños
pero el vacío
que dejaste cuando
te fuiste
fue realidad
Autor del poema: Ernesto Cardenal