FELIZ EL OBRERO 

¡Feliz el labriego en sus ropas domingueras!
Con su saco gris pálido, su chaleco elegante, sus mangas bien ajustadas,.
y su sombrero bien puesto en la cabeza, va a la iglesia;
con frecuencia y con orgullo consciente, mira hacia abajo,
hacia la hermosa rosa.
Ésta, ceñida en el ojal, agasaja su nariz.
No envidia al hombre más alegre de Londres.
En la iglesia se sienta entre las filas,
reverenciando al lugar como
a las mejores plegarias cuyo significado poco conoce,
escucha el sermón con un ablandado sopor,
y se erige jubiloso en el bienvenido final.

Autor del poema: Jane Austen

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