I
Porque tal vez de la fatal quietud
eres la imagen, soy feliz al verte,
oh noche, cuando alegres te cortejan
suaves brisas y nubes estivales;
y cuando traes con la tempestad
las tinieblas profundas e inquietantes,
te invoco siempre, y las secretas vías
del corazón con suavidad gobiernas.
Haces que el pensamiento se extravíe
por la senda que va a la eterna nada,
y huye este tiempo inicuo y con él marchan
las preocupaciones que me oprimen.
Miro tu paz y en mi interior se calma
el insaciable espíritu guerrero.
Autor del poema: Ugo Foscolo
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