LA SELVA          
            Hay en mi seno voces interiores, 
jamás por los mortales escuchadas, 
que oyéronlas tan sólo, á las vegadas, 
los dioses convertidos en pastores. 
Al ritmo de mis plácidos rumores 
cruzaban por mis sendas, nunca holladas, 
y les seguían faunos y dryadas, 
ciñéndoles de lauro, y mirto, y flores. 
Su flauta el viejo Pan dejó escondida 
donde habitan mis genios tutelares, 
que es del misterio y del amor manida. 
Mas robada me fué, y hoy sus cantares 
se desbordan en hálitos de vida, 
resonando por montes y por mares. 
Autor del poema: Manuel José Othón
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