LAS AVES 

Cuando aún rodaban ríos de escoriáceas riberas
sobre la piel salvaje de la tierra, y cuando al
beso del sol, mostraba en sus anchas caderas
llagas de agua, fuego de piedra y de metal,

como vírgenes úlceras de asquerosidad pura,
las aves —nobles ejércitos del águila bizarra—
cortaron con alegre vuelo la azur llanura,
y el jefe en una roca del cielo hincó la garra.

Y abrió la alondra el lirio de trinos de su pico
para cantar los dulces paisajes perfumados
del sol, que se gozaba inconsciente, en el rico
azur rompiendo un vaso de perfumes dorados.

Y el cisne alzó las alas, como una hostia partida
para santificar el secreto de calma
y volar, en un momento audaz en que la vida
convidaba a encerrarse a vivir en el alma;

escuchando los números de la mar o del viento,
o los jóvenes ruidos terrenales, o los
versículos del manuscrito amarillento
que vi un día en el seno poderoso de Dios.

Autor del poema: Alfonso Cortés

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