LAS GAVIOTAS 

Alados copos de nívea espuma,
Tras de la bruma
¿De dó venís?
¿ Visteis los montes y selvas gayas,
El limpio cielo, las verdes playas
De su país?

Allá esos labios... por mí suspiran:
Ojos que miran
La mar azul,
Cansados buscan la blanca vela
Que de estas costas lejanas vuela
Rumbo hacia el Sur.

Sol macilento... ya moribundo:
Mar iracundo
Bajo mis pies:
Así te extingues, lumbre del alma...
Piélago hirviente que Dios no calma,
Mi pecho es!

Como esas nubes, etéreas naves;
Como esas aves
Que el aquilón
Junta vagando sobre las olas,

¡Ah!, nuestras almas, tristes y solas,
El Hado unió.

Huerto frondoso... Dulces ensueños,
Campos risueños
Del Cachapoal!

¡Ángel esclavo!... ¡Reina vendida!
Gloria y consuelo, luz de mi vida,
¿En dónde estás?

¿Qué fuerza pudo de entre mis brazos,
Hecho pedazos
El corazón,
Así arrancarte? Sus embelesos,
¿Quién a mis ojos, quién a mis besos,
¡Ay!, les robó?

Aves marinas, libres viajeras,
Que de riberas
Del Sur venís,
Como vosotras, la mar rugiente,
De aquellos labios mi alma pendiente,
¡Crucé feliz!...

En las tormentas, a estos peñones
Los aquilones
Os volverán:
Hacia mi tumba tended el vuelo:
Que el sollos mares dore y el cielo
Allí esperad.

Sol macilento... ya moribundo:
Mar iracundo
Bajo mis pies:
Así te extingues, lumbre del alma...
¡Piélago hirviente que Dios no calma,
Mi pecho esa!

Autor del poema: Jorge Isaacs

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