MUJER Y GATA 

Ella jugaba con su gata
y era una maravilla ver
la blanca mano con la blanca pata
luchando en las sombras del atardecer.

Y con intenciones taimadas
en sus mitones se escondían
sus uñas de ágata afiladas
que como navajas fulgían.

La otra se hacía la mimosa
y hundía sus uñitas rosa,
pero el diablo poco perdía...

Y en la sombra del cuarto, en que vibraban
sus risas en sonora melodía,
cuatro puntos de fósforo brillaban.

Autor del poema: Paul Verlaine

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