ODA AL INVIERNO 

Entrelazado, cerca de Dios, recrea el viento/
y en girasoles termales danza y gira,
viento de altura de montaña, un viento frío,
viento de duna de desierto, cálido viento…
ambos se abrazan y se cruzan/ intimidando su silencio,
y allí es que nace/ la lluvia helada,
lluvia formada en lo secreto.

Al polo claro de la luna el sol se enciende,
refulge y trae con sus rayos el color verde,
un hemisferio de la tierra es conmovido
y nace en él la primavera con su vestido.

Viste natura de colores todas las cosas,
vuelan alegres por los aires las mariposas,
en mis pulmones respiro yo olor divino,
y el ambiente en su calor se siente vivo.

Al polo opaco de la luna el sol se apaga,
nubes cargadas de frialdad lo engalanan,
él pierde fuerza en su vigor y poderío,
y el mundo empieza a congelarse, a hacerse frío.

Veo los árboles desnudos sin sus hojas,
y avecillas que en sus ramas se acomodan,
la nieve que de un cielo blando va cayendo/
tiñendo en blanco aun mis ojos con su invierno.

La nieve juega con la brisa y zigzaguea,
hiela los ríos de ternura cuando los besa,
cae al unísono, al soplido de los vientos
y con su magia envuelve todo en su misterio.

Pero qué lerda se ve la vida en estos tiempos,
humo transpiran mis nasales sin quererlo,
tiembla la piel, vibra el amor con los latidos
y al corazón/ ganas le dan/ de ser querido.

Se ruborizan las estrellas al yo mirarlas,
la luna en cielo poco espeja para mimarla,
corren callados en las corrientes los pececillos,
de gris y blanco torna natura su vestido
y en las praderas ya blanqueadas duermen su fiesta
miles de bestias que en sus guaridas se congregan.

Puedo escuchar aves gorjeando en los cogollos,
oír los trinos de bellas voces en concierto,
el aullar del lobo manso y estepario/
sentir la brisa, que leve mueve, sus tiernos brazos.

Quien lo diría que hubiese vida en este tiempo,
de gelidez, de hallar refugio y de sustento,
tiempo de paz, tiempo de abrigo y dar abrazos,
tiempo en que el sol/ se va alejando/ de nuestros pasos.

Bueno es sentir en mí este frío que me tiembla,
sentir la nieve tocar mi cara con pureza,
volar en alma si se puede, volverme río aunque me hiele,
y estar por siempre enamorado del gris invierno,
fluyendo lento por las venas del ruin tiempo,
ser estación y ser divino y de natura su vestido
eso quisiera aunque el sol en sus intentos
el diluiría aun mi piel.

Autor del poema: Pablo Neruda

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