ÓNIX 

Torvo fraile del templo solitario

que al fulgor de nocturno lampadario

o a la pálida luz de las auroras

desgranas de tus culpas el rosario...

- ¡Yo quisiera llorar como tu lloras!



Porque la fe en mi pecho solitario

se extinguió como el turbio lampadario

entre la luz roja de las auroras,

y mi vida es un fúnebre rosario

más triste que las lágrimas que lloras.



Casto amador de pálida hermosura

o torpe amante de sensual impura

que vas - novio feliz o amante ciego -

llena el alma de amor o de amargura...

-¡Yo quisiera abrasarme con tu fuego!



Porque no me seduce la hermosura,

ni el casto amor, ni la pasión impura;

porque en mi corazón dormido y ciego,

ha caído un gran soplo de amargura,

que también pudo ser lluvia de fuego.



¡Oh Guerrero de lírica memoria

que, al asir el laurel de la victoria,

caíste herido con el pecho abierto

para vivir la vida de la Gloria!

- ¡Yo quisiera morir como tú has muerto!



Porque al templo sin luz de mi memoria,

sus escudos triunfales la victoria

no ha llegado a colgar, porque no ha abierto

el relámpago de oro de la Gloria

mi corazón obscurecido y muerto.



Fraile, amante, guerrero, yo quisiera

saber qué obscuro advenimiento espera

el amor infinito de mi alma,

si de mi vida en la tediosa calma

no hay un Dios, ni un amor, ni una bandera.

Autor del poema: José Juan Tablada

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