68 Poemas de Pablo Neruda
XXIX
Qué distancia en metros redondos
Hay entre el sol y las naranjas?
Quién despierta a sol cuando duerme
Sobre su cama abrasadora?
Canta la tierra como un grillo
Entre la música celeste?
Verdad que es ancha la tristeza,
Delgada la melancolía?
ODA AL INVIERNO
Entrelazado, cerca de Dios, recrea el viento/
y en girasoles termales danza y gira,
viento de altura de montaña, un viento frío,
viento de duna de desierto, cálido viento…
ambos se abrazan y se cruzan/ intimidando su silencio,
y allí es que nace/ la lluvia helada,
lluvia formada en lo secreto.
Al polo claro de la luna el sol se enciende,
refulge y trae con sus rayos el color verde,
un hemisferio de la tierra es conmovido
y nace en él la primavera con su vestido.
Viste natura de colores todas las cosas,
vuelan alegres por los aires las mariposas,
en mis pulmones respiro yo olor divino,
y el ambiente en su calor se siente vivo.
Al polo opaco de la luna el sol se apaga,
nubes cargadas de frialdad lo engalanan,
él pierde fuerza en su vigor y poderío,
y el mundo empieza a congelarse, a hacerse frío.
Veo los árboles desnudos sin sus hojas,
y avecillas que en sus ramas se acomodan,
la nieve que de un cielo blando va cayendo/
tiñendo en blanco aun mis ojos con su invierno.
La nieve juega con la brisa y zigzaguea,
hiela los ríos de ternura cuando los besa,
cae al unísono, al soplido de los vientos
y con su magia envuelve todo en su misterio.
Pero qué lerda se ve la vida en estos tiempos,
humo transpiran mis nasales sin quererlo,
tiembla la piel, vibra el amor con los latidos
y al corazón/ ganas le dan/ de ser querido.
Se ruborizan las estrellas al yo mirarlas,
la luna en cielo poco espeja para mimarla,
corren callados en las corrientes los pececillos,
de gris y blanco torna natura su vestido
y en las praderas ya blanqueadas duermen su fiesta
miles de bestias que en sus guaridas se congregan.
Puedo escuchar aves gorjeando en los cogollos,
oír los trinos de bellas voces en concierto,
el aullar del lobo manso y estepario/
sentir la brisa, que leve mueve, sus tiernos brazos.
Quien lo diría que hubiese vida en este tiempo,
de gelidez, de hallar refugio y de sustento,
tiempo de paz, tiempo de abrigo y dar abrazos,
tiempo en que el sol/ se va alejando/ de nuestros pasos.
Bueno es sentir en mí este frío que me tiembla,
sentir la nieve tocar mi cara con pureza,
volar en alma si se puede, volverme río aunque me hiele,
y estar por siempre enamorado del gris invierno,
fluyendo lento por las venas del ruin tiempo,
ser estación y ser divino y de natura su vestido
eso quisiera aunque el sol en sus intentos
el diluiría aun mi piel.
ODA AL DÍA FELIZ
Esta vez dejadme
ser feliz,
nada ha pasado a nadie,
no estoy en parte alguna,
sucede solamente
que soy feliz
por los cuatro costados
del corazón, andando,
durmiendo o escribiendo.
Qué voy a hacerle, soy
feliz.
Soy más innumerable
que el pasto
en las praderas,
siento la piel como un árbol rugoso
y el agua abajo,
los pájaros arriba,
el mar como un anillo
en mi cintura,
hecha de pan y piedra la tierra
el aire canta como una guitarra.
Tú a mi lado en la arena
eres arena,
tú cantas y eres canto,
el mundo
es hoy mi alma,
canto y arena,
el mundo
es hoy tu boca,
dejadme
en tu boca y en la arena
ser feliz,
ser feliz porque si, porque respiro
y porque tú respiras,
ser feliz porque toco
tu rodilla
y es como si tocara
la piel azul del cielo
y su frescura.
Hoy dejadme
a mí solo
ser feliz,
con todos o sin todos,
ser feliz
con el pasto
y la arena,
ser feliz
con el aire y la tierra,
ser feliz,
contigo, con tu boca,
ser feliz.
POEMA 01... CUERPO DE MUJER
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar al hijo del fondo de la tierra.
Fui sólo como un túnel. De mí huían los pájaros,
y en mí la noche entraba en su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en
mi honda.
Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
¡Ah los vasos del pecho! ¡Ah los ojos de ausencia!
¡Ah las rosas del pubis! ¡ Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue y el dolor infinito.
VIII
Qué cosa irrita a los volcanes
Qué escupen fuego, frío y furia?
Por qué Cristóbal Colón
No pudo descubrir a España?
Cuántas preguntas tiene un gato?
Las lágrimas que no se lloran
Esperan en pequeños lagos?
O serán ríos invisibles
Que corren hacia la tristeza?
EL MONTE Y EL RÍO
En mi patria hay un monte.
En mi patria hay un rio.
Ven conmigo.
La noche al monte sube.
El hambre baja al río.
Ven conmigo.
Quiénes son los que sufren?
No sé, pero son míos.
Ven conmigo.
No sé, pero me llaman
y me dicen "Sufrimos".
Ven conmigo.
Y me dicen: "Tu pueblo,
tu pueblo desdichado,
entre el monte y el río,
con hambre y con dolores,
no quiere luchar solo,
te está esperando, amigo".
Oh tú, la que yo amo,
pequeña, grano rojo
de trigo,
será dura la lucha,
la vida será dura,
pero vendrás conmigo.
ODA AL VERANO
Verano, violín rojo,
nube clara,
un zumbido
de sierra
o de cigarra
te precede,
el cielo
abovedado,
liso, luciente como
un ojo,
y bajo su mirada,
verano,
pez del cielo
infinito,
élitro lisonjero,
perezoso
letargo
barriguita
de abeja,
sol endiablado,
sol terrible y paterno,
sudoroso
como un buey trabajando,
sol seco
en la cabeza
como un inesperado
garrotoazo,
sol de la sed
andando
por la arena,
verano,
mar desierto,
el minero
de azufre
se llena
se llena
de sudor amarillo,
el aviador
recorre
rayo a rayo
el sol celeste,
sudor
negro
resbala
de la frente
a los ojos
en la mina
de Lota,
el minero
se restriega
la frente
negra,
arden
las sementeras,
cruje
el trigo,
insectos
azules
buscan
sombra,
tocan
la frescura,
sumergen
la cabeza
en un diamante.
Oh verano
abundante,
carro
de
manzanas
maduras,
boca
de fresa
en la verdura, labios
de ciruela salvaje,
caminos
de suave polvo
encima del polvo,
mediodía,
tambor
de cobre rojo,
y en la tarde
descansa
el fuego,
el aire
hace bailar
el trébol, entra
en la usina desierta,
sube
una estrella
fresca
por el cielo
sombrío,
crepita
sin quemarse
la noche
del verano.
LA TIERRA
La tierra verde se ha entregado
a todo lo amarillo, oro, cosechas,
terrones, hojas, grano,
pero cuando el otoño se levanta
con su estandarte extenso
eres tú la que veo,
es para mi tu cabellera
la que reparte las espigas.
Veo los monumentos
de antigua piedra rota,
pero si toco
la cicatriz de piedra
tu cuerpo me responde,
mis dedos reconocen
de pronto, estremecidos,
tu caliente dulzura.
Entre los héroes paso
recién condecorados
por la tierra y la pólvora
y detrás de ellos, muda,
con tus pequenos pasos,
eres o no eres?
Ayer, cuando sacaron
de raíz, para verlo,
el viejo árbol enano,
te vi salir mirándorne
desde las torturadas
y sedientas raíces.
Y cuando viene el sueño
a extenderme y llevarme
a mi propio silencio
hay un gran viento blanco
que derriba mi sueño
y caen de él las hojas,
caen como cuchillos
sobre mí desangrándome.
Y cada herida tiene
la forma de tu boca.
LA NOCHE EN LA ISLA
Toda la noche he dormido contigo
junto al mar, en la isla.
Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño,
entre el fuego y el agua.
Tal vez muy tarde
nuestros sueños se unieron
en lo alto o en el fondo,
arriba como ramas que un mismo viento mueve,
abajo como rojas raíces que se tocan.
Tal vez tu sueño
se separó del mío
y por el mar oscuro
me buscaba como antes
cuando aún no existías,
cuando sin divisarte
navegué por tu lado,
y tus ojos buscaban
lo que ahora
-pan, vino, amor y cólera-
te doy a manos llenas
porque tú eres la copa
que esperaba los dones de mi vida.
He dormido contigo
toda la noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron separarnos.
He dormido contigo
y al despertar tu boca
salida de tu sueño
me dio el sabor de tierra,
de agua marina, de algas,
del fondo de tu vida,
y recibí tu beso
mojado por la aurora
como si me llegara
del mar que nos rodea.
CANCIÓN DEL MACHO Y DE LA HEMBRA
¡Canción del macho y de la hembra!
La fruta de los siglos
exprimiendo su jugo
en nuestras venas.
Mi alma derramándose en tu carne extendida
para salir de ti más buena,
el corazón desparramándose
estirándose como una pantera,
y mi vida, hecha astillas, anudándose
a ti como la luz a las estrellas!
Me recibes
como al viento la vela.
Te recibo
como el surco a la siembra.
Duérmete sobre mis dolores
si mis dolores no te queman,
amárrate a mis alas
acaso mis alas te llevan,
endereza mis deseos
acaso te lastima su pelea.
¡Tú eres lo único que tengo
desde que perdí mi tristeza!
¡Desgárrame como una espada
o táctame como una antena!
Bésame
muérdeme,
incéndiame,
que yo vengo a la tierra
sólo por el naufragio de mis ojos de macho
en el agua infinita de tus ojos de hembra!
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