PRESENCIA AFRICANA
Y, a pesar de todo,
¡Todavía soy la misma!
Libre y esbelta,
hija eterna de cuanta rebeldía
me ha sagrado.
Madre África!
Madre fuerte del bosque y del desierto,
En este caso,
la hermana-mujer
de todo lo que en ti vibra
puro e incierto ...
La de los cocoteros,
de las cabelleras verdes
y cuerpos arrojados
sobre el azul ...
A del dendém
Nacimiento de los brazos de las palmeras ...
A del sol bueno, mordiendo
el suelo de las Ingombotas ...
La de las acacias rubras,
Salpicando de sangre las avenidas,
largas y floridas ...
¡Sí!, todavía soy la misma.
A del amor desbordando
por los cargadores del muelle
los sudorosos y confusos,
por los barrios inmundos y durmientes
(Calle 11! ... Calle 11! ...)
por los niños
de vientre hinchado y ojos ...
Sin dolor ni alegría,
de tronco desnudo
y el cuerpo musculoso,
la raza escribe a plomo,
la fuerza de estos días ...
Y yo repetía aún, y siempre, en ella,
que
Larga historia inconsecuente ...
Mi tierra...
Mi, eternamente ...
Tierra de las acacias, de los dongos,
de los cólios balancín, mansamente ...
Tierra!
Todavía soy la misma.
Todavía soy la que en un rincón nuevo
pura y libre,
me levanto,
al acento de tu pueblo.
Autor del poema: Alda Lara