SONETO DE "PERSILES Y SIGISMUNDA", LIBRO I, CAPÍTULO XVIII
Huye el rigor de la invencible mano,
advertido, y enciérrase en el arca
de todo el mundo el general monarca
con las reliquias del linaje humano.
El dilatado asilo, el soberano
lugar rompe los fueros de la Parca,
que entonces, fiera y licenciosa, abarca
cuanto alienta y respira el aire vano.
Vense en la excelsa máquina encerrarse
el león y el cordero, y en segura
paz. la paloma al fiero halcón unida;
sin ser milagro, lo discorde amarse:
que en el común peligro y desventura
la natural inclinación se olvida.
Autor del poema: Miguel de Cervantes Saavedra
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