Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
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ANIVERSARIO
Parece que fue ayer cuando besaste mi mano.
Recuerdos de ese día jamás podré olvidarlo.
Inolvidables las horas que a tu lado he pasado
viviendo día a día eternamente enamorados.
Eres el amor de mi vida, nunca lo he negado
también tÚ me amas, siempre me lo has mostrado.
Juntos hemos crecido, juntos hemos madurado.
Conocernos, fue lo mejor que nos ha pasado.
Nuestra unión ha llegado a la plenitud de lo soñado.
Conseguimos todo, lo que habíamos anhelado.
Emociones compartidas, sentimientos encontrados,
disfrutamos la vida y de estar enamorados.
Es nuestro aniversario, por eso estamos brindando,
Las más bellas cosas las he vivido a tu lado.
Aquí tienes mi regalo, lo tengo en mi mano
Mi corazón es tuyo, tómalo... ¡Te lo regalo!.
LA DESPEDIDA
Aquel día -estoy seguro-
me amaste con toda el alma.
Yo no sé por qué sería.
Tal vez porque me marchaba…
-Me vas a olvidar -dijiste- .
Ay, tu ausencia será larga,
y ojos que no ven… Presente
Has de estar siempre en mi alma.
Ya lo verás cuando vuelva.
Te escribiré muchas cartas.
Adiós, adiós… -Me entregaste
tu mano suave y rosada,
y, entre mis dedos, tu mano,
fría de emoción, temblaba.
…Sentí el roce de un anillo
como una promesa vaga…
Yo no me atreví a mirarte,
pero sin verte, notaba
que los ojos dulcemente
se te empañaban las lágrimas.
Me lo decía tu mano
en la mía abandonada,
y aquel estremecimiento
y aquel temblor de tu alma.
Ya nunca más me quisiste
como entonces, muda y pálida.
…Hacía apenas tres días
que eran novias nuestras almas.
TENGO MIEDO DE TI...
Tengo miedo de ti,
de mí,
del mundo, del aire,
del amor, de la sombra.
Tengo miedo de todo.
¡Tengo miedo del miedo!
Tengo miedo a caer
sin nombre,
sin memoria y sin cuerpo,
en la eternidad
del olvido y del silencio.
¿Para qué soy
si para siempre dejaré de serlo?
DESTINO
Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es anima de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo del tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
-antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos.
ORACIÓN DE NOCHEBUENA
Infante-Dios: el pálido bardo meditabundo
canta el advenimiento del divino tesoro,
y, ante quien da su vida al corazón del mundo,
ofrenda su plegaria -su mirra, incienso y oro-.
No por el que celebra la gloria de tu pascua
entre rubios hervores de cálido champaña,
ni por el alma frívola, ni por la boca de ascua
en que el sofisma teje sutil hebra de araña...
Por los huérfanos niños, los de padres ignotos,
que esperan el presente real en la ventana,
y sólo nieve encuentran en sus zapatos rotos,
a la rosada luz de la nueva mañana;
por esas pobres vírgenes que consume la anemia,
víctimas inocentes de paternales vicios;
y por los melenudos hijos de la Bohemia
en quienes ha ejercido Saturno maleficios;
por la novia que espera y espera eternamente,
la cimera de Orlando, el plumón de Amadís
o la voz de Romeo, hasta que un día siente
que un fúnebre enlutado la lleva dulcemente,
en su barquilla de ébano, a un remoto país;
Por los meditabundos hijos de la Sophia,
los hermanos de Fausto, que huyendo del contacto
mundanal, se lanzaron a la tiniebla fría
del Ser y del No-Ser, y sin luz y sin guía
perdiéronse en la noche suprema de lo Abstracto;
y por los vagabundos y por los atorrantes
que jamás conocieron la familiar dulzura,
por esos ignorados y tristes comediantes
de la tragicomedia de la Malaventura.
Por el que en dolorosas horas de su vigilia
toma por salvación el puñal o el veneno
y por el trotamundos sin pan y sin familia,
que inmoló a los sentidos cuanto en él era bueno;
por esos cuyos nombres son de marca de ludibrio
-almas patibularias, lívidos criminales-,
por esos cuya marcha de atroz desequilibrio
acompañan los siete Pecados Capitales;
y por el Metafísico incansable que sufre
de un obsesor problema el torcedor eterno,
que es peor que llevar la esclavina de azufre
que Satanás ofrece al malo en el Infierno;
Señor, y, sobre todo, por el triste Poeta,
en cuyo pecho vibra la perenne armonía,
por ese mago, dueño de la virtud secreta
de hacer de sus dolores luz, sueño y melodía;
por ellos mi oración llena de mansedumbre,
por ellos mirra, incienso y oro mis cantos den...
Vuelve tus ojos puros a aquella muchedumbre
y ábreles el tesoro de tus gracias. ¡Amén!
CONVALECIENTE
Mi traje azul claro, de lana,
cómodo como el de un mandarín chino,
y mi corbata roja, símbolo de sangre derramada,
dan color a las calles de Londres.
Un pedazo de cielo, algo divino,
se aburre monstruosamente en la metrópoli del mundo.
Mañana vestiré otra vez mi uniforme
para ser del todo gente y no importarle nada a nadie.
MI AMOR ES UNA FIEBRE QUE INCESANTE...
Mi amor es una fiebre que incesante
ansía lo que su virus alimenta,
porque en mi mal mi gusto se apacienta
y es por sí enfermo el apetito amante.
Ya, viendo mi doctor (la vigilante
razón) que no haga del caso ni cuenta,
me abandonó, y el ánima sedienta
corre a su abismo, aunque lo ve adelante.
Salvación para mí, ni la hay ni la quiero:
todo yo soy locura, inquietud, ira;
loco en cuanto imagino y vocifero,
y víctima infeliz de una mentira
te juré honrada y franca; y mi amor tierno
¿qué halló en ti? Noche oscura, negro infierno.
¡MADRE MIA!
Cuando los ojos a la vida abría,
al comenzar mi terrenal carrera,
la hermosa luz que vi por vez primera
fue la luz de tus ojos, ¡madre mía!.
Y hoy que, siguiendo mi escarpada vía,
espesas sombras hallo por doquiera,
la luz de tu mirada placentera
ilumina mi senda todavía.
Mírame, ¡oh madre!, en la postrera hora,
cuando a las sombras de mi noche oscura
avance ya con vacilante paso.
Quiero que el sol que iluminó mi aurora
sea el mismo sol que con su lumbre pura
desvanezca las brumas de mi ocaso.
EL VERSO SUTIL QUE PASA O SE POSA
El verso sutil que pasa o se posa
Sobre la mujer o sobre la rosa,
Beso puede ser, o ser mariposa.
En la fresca flor el verso sutil;
El triunfo de amor en el mes de abril:
Amor, verso y flor, la niña gentil.
Amor y dolor. Halagos y enojos.
Herodías ríe en los labios rojos.
Dos verdugos hay que están en los ojos.
¡Oh, saber amar es saber sufrir!
Amar y sufrir, sufrir y sentir,
Y el hacha besar que nos ha de herir…
¡Rosa de dolor, gracia femenina;
Inocencia y luz, corola divina!
Y aroma fatal y cruel espina…
Líbranos, Señor, de abril y la flor
Y del cielo azul y del ruiseñor,
De dolor y amor, líbranos, Señor.
CUANDO TENGAS GANAS DE MORIRTE
Cuando tengas ganas de morirte
esconde la cabeza bajo la almohada
y cuenta cuatro mil borregos.
Quédate dos días sin comer
y verás qué hermosa es la vida:
carne, frijoles, pan.
Quédate sin mujer: verás.
Cuando tengas ganas de morirte
no alborotes tanto: muérete y ya.
Desde el 1781 hasta el 50 de un total de 50 Poemas