42 Poemas colombianos 

EL DESEO

Hay que inventar una nueva soledad para el deseo. Una vasta soledad de delgadas orillas
en donde se extienda a sus anchas el ronco sonido del deseo. Abramos de nuevo todas las
venas del placer. Que salten los altos surtidores no importa hacia dónde.
Nada se ha hecho aún. Cuando teníamos algo andado, alguien se detuvo en el camino para ordenar sus vestiduras y todos se detuvieron tras él. Sigamos la marcha. Hay cauces secos
en donde pueden viajar aún aguas magníficas.
Recordad las bestias de que hablábamos. Ellas pueden ayudarnos antes de que sea tarde
y torne la charanga a enturbiar el cielo con su música estridente.

Autor del poema: Álvaro Mutis

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un cafesito

Enviado por huila  Seguir

!ay un cafecito¡ yo me quiero tomar...
¡ven... siéntate con migo me gusta escuchar!
con un cafecito vamos a platicar
somos colombianos el café es prioridad

que necesitas te puedo ayudar
anhelo ser buena persona
yo te voy a escuchar

así esto dure mas de una hora...
se buen hombre, eso me dijo mi señora
puedes hablarme, a cualquier hora
dale con confianza, que brayan no se enoja

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CANCIONCILLA

Quise una vez y para siempre
-yo la quería desde antaño-
a ésa mujer, en cuyos ojos
bebí mi júbilo y mi daño...

Quise una vez -nunca así quise
ni así querré, como así quiero-
a ésa mujer, en cuyo espíritu
fundí mi espíritu altanero.

Quise una vez y desde nunca
-ya la querré y hasta que muera-
a ésa mujer, en cuya boca
gusté -otoñal- la Primavera.

Quise una vez -nadie así quiso
ni así querrá, que es arduo empeño-
a ésa mujer, en cuyo cálido
regazo en flor ancló mi ensueño.

Quise una vez -jamás la olvide
vivo ni muerto- a ésa mujer,
en cuyo ser de maravilla
remorí para renacer...

Y ésa mujer se llama... Nadie,
nadie lo sepa -Ella sí y yo-.
Cuando yo muera, digas -sólo-
quién amará como él amó?

Autor del poema: León de Greiff

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CANCIÓN NOCTURNA

En tu pelo está el perfume de la noche
y en tus ojos su tormentosa luz.
El sabor de la noche vibra en tu boca palpitante.
Mi corazón, clavado sobre la noche de avenuz.

La noche está en tu frente morena, erguida y frágil
y en tus brazos que un vello sutil aterciopela.
La noche está en recónditos parajes de tu cuerpo:
-la noche perfumada de nardo y de vainilla y de canela...

La noche está en tus ojos brunos, iridiscente:
constelaciones bullen en su vivaz burbuja.
La noche está en tus ojos brunos, cuando los cierras:
noche definitiva, noche agorera, noche bruja.

En tus oídos, toda la música de la noche
se refugia, y te arrulla con su vago susurro.
En tus oídos, toda la música de la noche,
y en tu voz, y en tu risa, y en tu tácito llanto...

En tu frente, su angustia latente insomne yerra,
y en tu pecho amoroso su tormentosa luz.
En la noche sortílega, sortílego discurro...
El sabor de la noche vibra en tu boca palpitante.
Tus manos son dos pálidas lunas sobre mi frente.

Clavos en ti me clavan , oh Noche deleitosa!
noche...! tibio madero de mi cruz!

Autor del poema: León de Greiff

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COSAS QUE PASAN

Este hombre y esa mujer se conocieron cierto día
Sin duda el hombre sonrió a la mujer
sin duda le trajo flores
sin duda llegó a conocer su olor entre mil
y hasta a olfatear su ropa interior
su brassiére sus pantalones
tirados sobre la cama

Años después ella pasa con un gordo contoneo
envuelta en pieles emplumadas
Su perfume es el mismo barato y dulce
lo mismo ondula su grupa de sanguijuela encantadora
tiene en cambio los ojos turbios
como dos cuentas desteñidas de porcelana

El parece un hombre serio y sobrio
con su cuentica en el Banco y su “curriculum vitae”
no hay duda de que ha sabido ubicarse en el proceso
la mira la examina de una manera abstracta
como si examinara
una cosa vieja oxidada
a la brillante luz del sol
Parpadeando estúpidamente desde un lapso de olvido
y sombra y grasa...

Tiresias ciego adivino de mamas arrugadas
Todos somos él
-o algo parecido al menos-.

Autor del poema: Mario Rivero

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Graciosos

Enviado por juan-1  Seguir

Del cielo cayó un cigarro del cigarro cayó una ceniza abre bien las patas que hay te va mi longaniza

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mejor amiga "Arana Garcia Hernandez

Enviado por huila  Seguir

hasta que Dios decida mi partida.
estaré ahí si el lo permite mejor amiga.
que Dios te bendiga amiga querida.
si puedo ayudarte lo haré así ni me lo pidas!!!.

quiero verte feliz quiero verte sonreír.
que salgas delante y seas reconocida.
bendiciones te deseo no te olvides de mi.
por tu bello corazón soy una persona muy agradecida.

alma gemela que mi corazón anhela.
somos casi iguales tu no eres cualquiera.
eres mi mejor amiga.. si amarte mas pudiera.
estamos con Dios y no tenemos fronteras.

la reina de mis amigas eres tu mujer.
encima tuyo están mis familiares y santos.
pero no significa que por ti... no sienta un gran querer.

Amen... Brayan Huila...

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Canción del viento

Enviado por anonimo_sad_c0m  Seguir

Flor de ruina y ceniza,
De vibraciones metalicas,
Durante toda la noche que envejece de soledad y espera.

Aurelio Arturo.


¿Que entienden por este pequeño verso...?.

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CIUDAD

Un llanto
un llanto de mujer
interminable,
sosegado,
casi tranquilo.
En la noche, un llanto de mujer me ha despertado.
Primero un ruido de cerradura,
después unos pies que vacilan
y luego, de pronto, el llanto.
Suspiros intermitentes
como caídos de un agua interior,
densa,
imperiosa,
inagotable,
como esclusa que acumula y libera sus aguas
o como hélice secreta
que detiene y reanuda su trabajo
trasegando el blanco tiempo de la noche.
Toda la ciudad se ha ido llenando de este llanto,
hasta los solares donde se amontonan las basuras,
bajo las cúpulas de los hospitales,
sobre las terrazas del verano,
en las discretas celdas de la prostitución,
en los papeles que se deslizan por solitarias avenidas,
con el tibio vaho de ciertas cocinas militares,
en las medallas que reposan en joyeros de teca,
un llanto de mujer que ha llorado largamente
en el cuarto vecino,
por todos los que cavan su tumba en el sueño,
por los que vigilan la mina del tiempo,
por mí que lo escucho
sin conocer otra cosa
que su frágil rodar por la intemperie
persiguiendo las calladas arenas del alba.

Autor del poema: Álvaro Mutis

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MORADA AL SUR

-I-

En las noches mestizas que subían de la hierba,
jóvenes caballos, sombras curvas, brillantes,
estremecían la tierra con su casco de bronce.
Negras estrellas sonreían en la sombra con dientes de oro.

Después, de entre grandes hojas, salía lento el mundo.
La ancha tierra siempre cubierta con pieles de soles.
(Reyes habían ardido, reinas blancas, blandas,
sepultadas dentro de árboles gemían aún en la espesura).

Miraba el paisaje, sus ojos verdes, cándidos.
Una vaca sola, llena de grandes manchas,
revolcada en la noche de luna, cuando la luna sesga,
es como el pájaro toche en la rama, "llamita", "manzana de miel".

El agua límpida, de vastos cielos, doméstica se arrulla.
Pero ya en la represa, salta la bella fuerza,
con majestad de vacada que rebasa los pastales.
Y un ala verde, tímida, levanta toda la llanura.

El viento viene, viene vestido de follajes,
y se detiene y duda ante las puertas grandes,
abiertas a las salas, a los patios, las trojes.
Y se duerme en el viejo portal donde el silencio
es un maduro gajo de fragantes nostalgias.

Al mediodía la luz fluye de esa naranja,
en el centro del patio que barrieron los criados.
(El más viejo de ellos en el suelo sentado,
su sueño, mosca zumbante sobre su frente lenta).

No todo era rudeza, un áureo hilo de ensueño
se enredaba a la pulpa de mis encantamientos.
Y si al norte el viejo bosque tiene un tic-tac profundo,
al sur el cuervo viento trae franjas de aroma.

(Yo miro las montañas. Sobre los largos muslos
de la nodriza, el sueño me alarga los cabellos).

-II-

Y aquí principia, en este torso de árbol,
en este umbral pulido por tantos pasos muertos,
la casa grande entre sus frescos ramos.
En sus rincones ángeles de sombra y de secreto.

En esas cámaras yo vi la faz de la luz pura.
Pero cuando las sombras las poblaban de musgos,
allí, mimosa y cauta, ponía entre mis manos,
sus lunas más hermosas la noche de las fábulas.

*

Entre años, entre árboles, circuida
por un vuelo de pájaros, guirnalda cuidadosa,
casa grande, blanco muro, piedra y ricas maderas,
a la orilla de este verde tumbo, de este oleaje poderoso.

En el umbral de roble demoraba,
hacia ya mucho tiempo, mucho tiempo marchito,
el alto grupo de hombres entre sombras oblicuas,
demoraba entre el humo lento alumbrado de remembranzas:

Oh voces manchadas del tenaz paisaje, llenas
del ruido de tan hermosos caballos que galopan bajo asombrosas ramas.

Yo subí a las montañas, también hechas de sueños,
yo ascendí, yo subí a las montañas donde un grito
persiste entre las alas de palomas salvajes.

*

Te hablo de días circuidos por los más finos árboles:
te hablo de las vastas noches alumbradas
por una estrella de menta que enciende toda sangre:

te hablo de la sangre que canta como una gota solitaria
que cae eternamente en la sombra, encendida:

te hablo de un bosque extasiado que existe
sólo para el oído, y que en el fondo de las noches pulsa
violas, arpas, laúdes y lluvias sempiternas.

Te hablo también: entre maderas, entre resinas,
entre millares de hojas inquietas, de una sola hoja:

pequeña mancha verde, de lozanía, de gracia,
hoja sola en que vibran los vientos que corrieron
por los bellos países donde el verde es de todos los colores,
los vientos que cantaron por los países de Colombia.

Te hablo de noches dulces, junto a los manantiales, junto a cielos
que tiemblan temerosos entre alas azules:

te hablo de una voz que me es brisa constante,
en mi canción moviendo toda palabra mía,
como ese aliento que toda hoja mueve en el sur, tan dulcemente,
toda hoja, noche y día, suavemente en el sur.

-III-

En el umbral de roble demoraba,
hacia ya mucho tiempo, mucho tiempo marchito,
un viento ya sin fuerza, un viento remansado
que repetía una yerba antigua, hasta el cansancio.

Y yo volvía, volvía por los largos recintos
que tardara quince años en recorrer, volvía.

Y hacia la mitad de mi canto me detuve temblando,
temblando temeroso, con un pie en una cámara
hechizada, y el otro a la orilla del valle
donde hierve la noche estrellada, la noche
que arde vorazmente en una llama tácita.

Y a la mitad del camino de mi canto temblando
me detuve, y no tiembla entre sus alas rotas,
con tanta angustia, una ave que agoniza, cual pudo,
mi corazón luchando entre cielos atroces.

-IV-

Duerme ahora en la cámara de la lanza rota en las batallas.
Manos de cera vuelan sobre tu frente donde murmuran
las abejas doradas de la fiebre, duerme.
El río sube por los arbustos, por las lianas, se acerca,
y su voz es tan vasta y su voz es tan llena.
Y le dices, repites: ¿Eres mi padre? Llenas el mundo
de tu aliento saludable, llenas la atmósfera.
-Soy el profundo río de los mantos suntuosos.
Duerme quince años fulgentes, la noche ya ha cosido
suavemente tus párpados, como dos hojas más, a su follaje negro.

*

No eran jardines, no eran atmósferas delirantes. Tu te acuerdas
de esa tierra protegida por una ala perpetua de palomas.
Tantas, tantas mujeres bellas, fuertes, no, no eran
brisas visibles, no eran aromas palpables, la luz que venía
con tan cambiantes trajes, entre linos, entre rosas ardientes.
¿Era tu dulce tierra cantando, tu carne milagrosa, tu sangre?

*

Todos los cedros callan, todos los robles callan.
Y junto al árbol rojo donde el cielo se posa,
hay un caballo negro con soles en las ancas,
y en cuyo ojo líquido habita una centella.
Hay un caballo, el mío, y oigo una voz que dice:
"Es el potro más bello en tierras de tu padre".

*

En el umbral gastado persiste un viento fiel,
repitiendo una sílaba que brilla por instantes.
Una hoja fina aún lleva su delgada frescura
de un extremo a otro extremo del año.
"Torna, torna a esta tierra donde es dulce la vida".

-V-

He escrito un viento, un soplo vivo
del viento entre fragancias, entre hierbas
mágicas; he narrado
el viento; sólo un poco de viento.

Noche, sombra hasta el fin, entre las secas
ramas, entre follajes, nidos rotos -entre años-
rebrillaban las lunas de cáscara de huevo,
las grandes lunas llenas del silencio y del espanto.

Autor del poema: Aurelio Arturo

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