27 Poemas de corazón 

EN EL CORAZÓN, QUIZÁ

En el corazón, quizá, o más exacto:
Una herida rasgada con navaja,
Por donde se va la vida mal gastada,
Con total conciencia nos apuñala.
El desear, el querer, el no bastar,
Equivocada búsqueda de la razón
Que el azar de ser nos justifique,
Es eso lo que duele, quizá en el corazón.

Autor del poema: José Saramago

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TIENE RAÍZ

Tiene raíz la flor que yo te muestro
Plántala en tu corazón.

Autor del poema: Alejandro Jodorowsky

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Habla el corazón

Enviado por m_m_  Seguir

"Habla el corazón"

Nadie puede quitarme lo que por tí siento
Lo digo en serio yo no miento
Es del corazón,puro sentimiento!
Nadie puede llenar el vacio que dejaste dentro mío!
Nadie puede ocupar ése tu lugar
Por siempre y para siempre solo a tí te sabré amar!

Me has dejado herido mucho te eh dado por eso eh sufrido!
Amarte fué una condena de larga pena una triste soledad en cadena!

No puedo odiarte,está prohibido
en mi corazón quitarte!
Solo queda marcharme y olvidarte
Quedarme con tus dulces besos que supe bien darte!

Extrañarás cuándo no sepan mimarte
de todo mal cuidarte,cuándo nadie sepa acariciarte,como lo hice yo en cada día enamorarte!
Tiempo atrás no habrá porque no volverá se marchará para no estar más!

No esperes que la vida siga pasando ahora hay que intentar lo que tu corazón te pasa gritando!
tu cariño no me lo estés más negando y de una ves debes dármelo!

Porque cuándo me eleve al más allá
Sólo pensaré quién te cuidará
Quién te protejerá y quién todo por ti dará!
Que pasará que resultará de un hombre que amó sólo a tí de verdad!

Y aunque no alla eternidad por siempre jamás,en cada lluvia un trueno sonará
Y ahí te acordarás que es mi corazón que por ti volvió a preguntar...

M.M.

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UN RECUERDO

¡Ay, cómo el llanto de mis ojos quema!...
¡Cuál mi mejilla abrasa!...
¡Cómo el rudo penar que me envenena
mi corazón traspasa!

Cómo siento el pesar del alma mía
al empuje violento
del dulce y triste recordar de un día
que pasó como el viento.

Cuán presentes están en mi memoria
un nombre y un suspiro...
Página extraña de mi larga historia,
de un bien con que deliro.

Yo escuchaba tina voz llena de encanto,
melodía sin nombre,
que iba risueña a recoger mi llanto...
¡Era la voz de un hombre!

Sombra fugaz que se acercó liviana
vertiendo sus amores,
y que posó sobre mi sien temprana
mil cariñosas flores.

Acarició mi frente que se hundía
entre acerbos pesares;
y lleno de dulzura y de armonía
díjome sus cantares.

Y ¡ay!, eran dulces cual sonora lira,
que vibrando se siente
en lejana enramada, adonde expira
su gemido doliente.

Yo percibí su divinal ternura
penetrar en el alma,
disipando la tétrica amargura
que robara mi calma.

Y la ardiente pasión sustituyendo
a una fría memoria,
sentí con fuerza el corazón latiendo
por una nueva gloria.

Dicha sin fin, que se acercó temprana
con extraños placeres,
como el bello fulgor de una mañana
que sueñan las mujeres.

Rosa que nace al saludar el día,
y a la tarde se muere,
retrato de un placer y una agonía
que al corazón se adhiere.

Imagen fiel de esa esperanza vana
que en nada se convierte;
que dice el hombre en su ilusión mañana,
y mañana es la muerte.

Y así pasó: Mi frente adormecida
volvióse luego roja;
y trocóse el albor de mi alegría,
flor que, seca, se arroja

Calló la voz de melodía tanta
y la dicha durmió;
y al nuevo resplandor que se levanta
lo pasado murió.

Hoy sólo el llanto a mis dolores queda,
sueños de amor de corazón, dormid:
¡Dicha sin fin que a mi existir se niegan
gloria y placer y venturanza huid!

Autor del poema: Rosalía de Castro

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La Abuela

Enviado por 7521gsv  Seguir

Ella me contó cien cuentos sobre su vida, sus experiencias de contenido mágico, mientras observaba mi expresión de asombro asentía y sonreía para seguir narrando los extraños sucesos.
Para mi, mi abuela, para sus mil visitas, la curandera.
Pude sentir la magia de sus manos, su habilidad para curar lo imposible y sus cuentos, sus cuentos susurrados al oído sobre visitas del mal en formas que nunca quiso detallar para preservar mi inocencia. Sus conversaciones con pájaros,con palomas que la visitaban al atardecer para manifestarse gratamente a través de ella y contarle los secretos de la curación, la fórmula mágica de ilustres sentidos que aumenta con los años , no importa el origen pues el buen uso te convierte en sabio.
Sus ásperas manos de tiernas caricias, ungüentos de aceite susurrando rezos , aligeran el peso sintiendo que floto, la piel de gallina, la cruz en la frente la acompaña un beso.
Su amor, sus abrazos, el abrigo tierno de su vestido negro y a juego un pañuelo que cubre su frente.
Su cara morena, se esconden sus ojos enorme ternura tras largas arrugas de marcados pliegues que solo cien años pueden dibujar.
Y aun en la noches que me invade el miedo, siento sus caricias sobre mi mejilla, despierto, me mira, sonríe y asiente, susurra al oído.
Que duerma mi niño, descansa mi niño, el niño de abuela.

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CANCIÓN DEL TIEMPO Y EL ESPACIO

El dulce niño pone el sentimiento
entre la pompa de jabón que fía
el lirio de su mano a la extensión.
El dulce niño pone el sentimiento
y el contento en la pompa de jabón.
Yo pongo el corazón —¡pongo el lamento!
entre la pompa de ilusión del día,
en la mentira azul de la extensión.
El dulce niño pone el sentimiento
y el contento. Yo pongo el corazón...

Autor del poema: Porfirio Barba Jacob

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pensando en ti

Enviado por adri-ali  Seguir

Un día llegaste
y con solo mirarte me flechaste
y mi herida tu curaste
mi corazón de robaste
sin mi permiso te adueñaste

Te pienso a cada instante
recuerdo cada sonrisa que me tiraste
recuerdo esos ojos al instante
y como no olvidarte
si mi camino iluminaste

Perdería la cabeza por ti
lo que me paso a mi
el día que te vi

Quiero decirte ahora
cada día, cada minuto, cada hora
quiero escribirle poemas a cada momento
a la mujer mas hermosa que la aurora

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EL SON DEL CORAZÓN

Una música íntima no cesa,
porque transida en un abrazo de oro
la Caridad con el Amor se besa.

¿Oyes el diapasón del corazón?
Oye en su nota múltiple el estrépito
de los que fueron y de los que son.

Mis hermanos de todas las centurias
reconocen en mí su pausa igual,
sus mismas quejas y sus propias furias.

Soy la fronda parlante en que se mece
el pecho germinal del bardo druida
con la selva por diosa y por querida.

Soy la alberca lumínica en que nada,
como perla debajo de una lente,
debajo de las linfas, Scherezada.

Y soy el suspirante cristianismo
al hojear las bienaventuranzas
de la virgen que fue mi catecismo.

Y la nueva delicia, que acomoda
sus hipnotismos de color de tango
al figurín y al precio de la moda.

La redondez de la Creación atrueno
cortejando a las hembras y a las cosas
con un clamor pagano y nazareno.

¡Oh Psiquis, oh mi alma: suena a son
moderno, a son de selva, a son de orgía
y a son marino, el son del corazón!

Autor del poema: Ramon Lopez Velarde

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EL CORAZÓN REBOSANTE

El alma traigo ebria de aroma de rosales
y del temblor extraño que dejan los caminos...
A la luz de la luna las vacas maternales
dirigen tras mi sombra sus ojos opalinos.

Pasan con sencillez hacia la cumbre,
rumiando simplemente las hierbas del vallado;
o bien bajo los árboles con clara mansedumbre
se aduermen al arrullo del aire sosegado.

Y en la quietud augusta de la noche mirífica,
como sutil caricia de trémulos pinceles,
del cielo florecido la claridad magnífica
fluye sobre la albura de sus lustrosas pieles.

Y yo discurro en paz, y solamente pienso
en la virtud sencilla que mi razón impetra;
hasta que, en elación el ánimo suspenso,
gozo la sencillez que viene y me penetra.

Sencillez de las bestias sin culpa y sin resabio;
sencillez de las aguas que apuran su corriente;
sencillez de los árboles... ¡Todo sencillo y sabio,
Señor, y todo justo, y sobrio, y reverente!

Cruzando las campiñas, tiemblo bajo la gracia
de esta bondad augusta que me llena...
¡Oh dulzura de mieles! ¡Oh grito de eficacia!
¡Oh manos que vertisteis en mi espíritu
la sagrada emoción de la noche serena!

Como el varón que sabe la voz de las mujeres
en celo, temblorosas cuando al amor incitan,
yo sé la plenitud en que todos los seres
viven de su virtud, y nada solicitan.

Para seguir viviendo la vida que me resta
haced mi voluntad templada, y fuerte y noble,
oh virginales cedros de lírica floresta,
oh próvidas campiñas, oh generoso roble.

Y haced mi corazón fuerte como vosotros
del monte en la frecuencia.
Oh dulces animales que, no sabiendo nada,
bajo la carne sabéis la antigua ciencia
de estar oyendo siempre la soledad sagrada.

Autor del poema: Porfirio Barba Jacob

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limonada de amor

Enviado por daniel  Seguir

Yo limosnera de amor fui un día
de corazón en corazón llamé
pero nadie mi pena comprendía
de una limosna de cariño hallé
Llamé a tu corazón con yerta mano
y al mirarme tuviste compasión
un poco de cariño me brindaste
y yo en cambio te di mi corazón.
Hoy en vano llamé, tu pecho mudo
no me dio la limosna de su amor
y te quedaste indiferente y mudo
pero yo me quedé sin corazón.

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