506 Poemas de amor
AMOR
… y es que a ti soy devoto,
Cuál Paris a Helena,
Díez años de guerra,
Que dieron vida a un gran poema.
… y es que a ti soy devoto,
Cuál Afrodita a Ares.
Una historia de mucho antes,
Quienes dieron cimiento a un lío,
Tanto amor, tanta obsesión,
Tanto amorío.
_SENSACIÓN
Es que te amo con todas las fuerzas de mi alma,
Amo tus abrazos y lo caótica que eres,
Como me envuelves en ese frenesí de placeres.
Jugar con tu cabello como lo hace el viento,
Es fruición que me pone contento.
Silencio
Cuando el día se desvanece
y la luz se apaga lentamente,
llega una noche fría y silente
que a la multitud adormece.
Silencio que se mece en las olas
que golpean un cuerpo durmiente,
silencio en los labios de la suerte
de un prisionero que te añora.
Silencio ante la vida bravía
que nos arrastra sin temor,
silencio ante la muerte sombría
que esperamos sin dolor.
Cuando queremos, lo expresamos
en el brillo de una mirada,
cuando odiamos, lo olvidamos
en el silencio de la nada.
Silencio entre dos manos
que se unen enamoradas,
silencio entre dos bocas
que se dicen palabras hermosas.
Silencio es todo lo que queda
cuando el ruido cesa,
silencio es amor que se aspira
cuando el corazón se da.
Silencio es la vida que fluye
sin hacerse notar,
que te escribo estos versos
esperando tu amor.
Ojos de hogar
De todo cuanto puedes ser,
has sido paz, alas, presente,
has sido sabor, brújula, más,
has sido tardes,
has sido aprender,
has sido salud, mundo, ganas,
multitud tal vez,
a veces has sido coincidencia,
a veces, posibilidad,
y ¡Huau!,
y raíz,
y, con mucho gusto, extraordinaria,
incluso has sido viceversa, suerte, todo, tú.
Habiendo sido tanto,
¿por qué no vas a poder ser, además, rincón, acaso patria?
¡Adjudicado!
De ahora contra adelante,
para mí,
también eres lugar,
y no por saberte localizar entre las sábanas,
o en el atlas susurrante del tiempo,
sino por el color quédate de tus ojos.
Míralos:
ahí resido todavía.
Piel adentro.
Absorto.
En ti.
En ellos.
Todavía.
Porque —cómo no—
tienes ojos de hogar.
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"Todavía: paráfrasis de un pronombre" (2024)
Cómo la música
En las notas de la música encuentro tu presencia,
Cada melodía es un eco de tu dulce esencia,
Eres la sinfonía que llena mi corazón,
Con acordes de amor y pura devoción.
Tus susurros son como suaves arpegios,
Que acarician mi alma con cálidos abrigos,
Cada palabra tuya es una canción en mi oído,
Que despierta en mi un amor infinito y sentido.
Tus ojos son partituras de luz y emoción,
Dónde encuentro la melodía en mi propia canción,
Eres la musa que inspira mis versos y armonías,
Y en tí descubro el ritmo de todas mis alegrías.
Como la música, tu amor llena mi existencia,
Con notas de pasión y una eterna cadencia,
Eres la melodía que da sentido a mi ser,
Y en casa compas encuentro el amor, mujer
Sombra de la guarda
Qué rápido me empacho de mí, y me reconcomo,
como una llama de miedo
ante el sarcófago de la existencia,
retraído en mi universo
de mesa, hasta que suena, al fin, mi suerte, me asomo,
y ahí estás, en la puerta, invitándome,
con tu proximidad más elocuente,
a palidecer de afecto.
Ojalá te desnudes, como ayer, del trabajo.
Ojalá la voz con que frecuenté
la tuya envuelva tu cuerpo,
me adentre a ti, y te explique, de paso, que debajo
del balcón de mi euforia continúa,
a pleno pulmón, este ego mío su balada.
Ojalá, entonces, nos demos,
si no cuenta, las manos, y, desde la ovalada
idoneidad de un paseo,
desencorves mi mirada continua.
Ojalá… Porque sabes que ese rumbo de aire,
esas huellas que escondemos
al andar, son, quizá, en sentido estricto,
un raíl que nos acerca, un extracto
podométrico de tiempo
transitado por quienes amamos la barbarie
de hospedar, caminando, paz, sueños, soluciones.
Y sabes (para saberlo
te basta mi frío) que hoy no estoy bien,
que ansío escapar, sí, lejos
de mí, contigo, que quiero que me algodones,
a fondo, con tu sombra de la guarda.
(Más dulce compañía de mis pasos
ni la entiendo ni la quiero).
Por lo tanto, dejemos, de nuevo, que la puerta
nos abra y, si te apetezco,
conforme nos llenemos de camino,
dejaré, también yo, mis costillas abiertas.
"Todavía: paráfrasis de un pronombre" (2024)
LA APACIBLE CONDUCTA DE LA TRANSPARENCIA
Crecer había entrañado opacarme,
vestir lo hecho, lo sido:
envainar mis meteduras de pata en un calcetín,
contener con una corbata la vergüenza,
los remordimientos con un cinturón,
llevar como interior la inapropiada ropa
de ciertos pensamientos, sentimientos,
bajo peluca, las esquinas menos complacientes de mi identidad,
cualquier episodio con horario de trauma, enguantado,
y tirantes, ante todo, tirantes,
por la sola razón de que no se me cayeran los secretos.
Pero entonces, tú.
Todavía sigue sorprendiéndome,
prenda a prenda, el desprendimiento.
Sé que me arropaste
y tanta textilizada opacidad se volvió superflua,
que contrajiste mi vulnerabilidad y no te enfermó,
que toda esa información activamente ocultada,
todos esos retortijones de palabras no dichas,
fueron goteando por mis labios hasta desimportar.
Pero no me explico,
de veras, no soy capaz de explicarme
cómo después de desnudarme completamente ante ti
estoy, aún, más que desnudo, transparente.
— — — — —
"A quien dizes el secreto das tu libertad"
FERNANDO DE ROJAS
sera tuya
Seré tuya sin ti el día que los sueños
alejan de mi senda tu frente creadora,
el día que tu sed no pueda limitarse al
hueco de mis manos.
¡Seré tuya sin tí! Dejaré de mecerte
en la cuha encendida que tejieron mis
besos de borrará en tus labios la forma
de los mios, y el cielo de tu vida
tendrá un color distinto al de mi corazón.
Pero sabré ser tuya sin nublar tu camino
con la huella indecisa de mi andar
solitario. Me ceñiré a tú sombra, y
lo mas puro de mí.
¡Con qué amarga dulzura repetiré, ya
sola, esos gestos antiguos pero pulió tu
mirada! Me seguirás teniendo igual que
me quisiste y acunaré en secreto tu amor
eternizado.
En mi lecho de muerte
Enviado por elpoetamarginal Seguir
Un día cuando caiga enfermo
quiero que me visite mi hijo Guillermo
y no mi yerno
porque el amor hacia los hijos es eterno.
PREGUNTA MÁS ALLÁ
¿Por qué pregunto dónde estás,
si no estoy ciego.
si tú no estás ausente?
Si te veo
ir y venir,
a ti, a tu cuerpo alto
que se termina en voz,
como en humo la llama,
en el aire, impalpable.
Y te pregunto, sí,
y te pregunto de qué eres,
de quién;
y abres los brazos
y me enseñas
la alta imagen de ti
y me dices que mía.
Y te pregunto, siempre.
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