54 Poemas del mar
MARINA
Sobre la playa, el arenal escueto;
el mar, plomizo como hedionda charca,
y no lejos el casco de una barca,
fósil aparición de un esqueleto.
Ni un toque de verdor, ni un indiscreto
rayo solar en lo que el ojo abarca:
sólo un islote gris el lomo enarca
como un cetáceo encadenado y quieto.
Con calma funeral vienen las olas
a agonizar en las riberas solas
sin que haya nadie que su riesgo afronte;
y en la bruma sutil que el alma hiela,
ni un ala, ni un celaje, ni una vela
que rompa la insulsez del horizonte.
LAS GAVIOTAS DISCUTEN...
Las gaviotas discuten con el rocío de las olas, mientras los rabihorcados
hacen círculos durante horas, en un batir de alas, alrededor del arrecife
donde un pontón se oxida. Un año ha finalizado sus tormentas, y los hombres
llenos de miedo han escudado las vidas como faroles de sus ventoleras,
o caído juntos en hogueras. Pero ahora se abren espacios azules como
hendiduras en el humo, los pájaros se pliegan en grietas de rocas
cuya arena ha sido rastrillada de huellas. La mar,
que se precia de que ningún hombre la marque,
aún ofrece tales lugares para la pluma egoísta,
y la isla de coral del cerebro tiene lugares donde la república
del pólipo fue construida para nosotros -cuevas hipnotizadas
que se agitan con la luz de la ola, jaras que blanquean
con indiferencia creciente madera flotante o barcos que se fueron a pique.
Tras un año podrías llamar guerra a la conmoción
de los bancos de arena cañoneados por las olas,
y los robos a pico armado que las gaviotas practican entre sí
porque todo es en honor del dios gaviota. Pero hay islotes donde nuestra
sombra es anónima, con pececillos cuya similitud se nos
escapa mientras la cadena del ancla matraquea desde la proa.
Amor Fatal
Amor Fatal
Te llevaste mi felicidad en la oscura
noche cuando la luna cómplice apagó
su luz que bañaba pasión y aventura.
Que se incubó en caricias y naufragó
en los vaivenes de olas agitadas
de mar picado por furia y vientos
arrasando con el amor a la nada.
Llevados mar adentro por la marea,
no volviste atrás para ver el sentimiento
caído en la arena con la estocada
letal que dio muerte al amante herido.
gbl
09/10/2015
Derechos Reserevados de Autor
PAUSAS (1)
¡El mar, el mar!
Dentro de mí lo siento.
Ya sólo de pensar
en él, tan mío,
tiene un sabor de sal mi pensamiento.
MAÑANA
La ventana entornada recuadra un rostro
sobre el campo del mar. Los lindos cabellos
acompañan el tierno ritmo del mar.
No hay recuerdos en este rostro.
Sólo una sombra huidiza, como de nubes.
La sombra es húmeda y dulce como la arena
de una intacta caverna, bajo el crepúsculo.
No hay recuerdos. Sólo un susurro
que es la voz del mar convertida en recuerdo.
En el crepúsculo, el agua mullida del alba,
que se impregna de luz, alumbra el rostro.
Cada día es un milagro intemporal,
bajo el sol: lo impregnan una luz salobre
y un sabor a vívido marisco.
No existe recuerdo en este rostro.
No hay palabra que lo contenga
o vincule con cosas pasadas. Ayer,
se desvaneció de la angosta ventana,
tal como se desvanecerá dentro de poco, sin tristeza
ni humanas palabras, sobre el campo del mar.
LA ORILLA DEL MAR
No es agua ni arena
la orilla del mar.
El agua sonora
de espuma sencilla,
el agua no puede
formarse la orilla.
Y porque descanse
en muelle lugar,
no es agua ni arena
la orilla del mar.
Las cosas discretas,
amables, sencillas;
las cosas se juntan
como las orillas.
Los mismo los labios,
si quieren besar.
No es agua ni arena
la orilla del mar.
Yo sólo me miro
por cosa de muerto;
solo, desolado,
como en un desierto.
A mí venga el lloro,
pues debo penar.
No es agua ni arena
la orilla del mar.
EL MAR Y TÚ
La carrera del mar sobre mi puerta
es sensación azul entre mis dedos,
y tu salto impetuoso por mi espíritu
es no menos azul, me nace eterno.
Todo el color de aurora despertada
el mar y tú lo nadan a mi encuentro,
y en locura de amarme hasta el naufragio
van rompiendo los puertos y los remos.
¡Si tuviera yo un barco de gaviotas,
para sólo un instante detenerlos,
y gritarle mi voz a que se batan
en un sencillo duelo de misterio!
Que uno en el otro encuentren su voz propia,
que entrelacen sus sueños en el viento,
que se ciñan estrellas en los ojos
para que den, unidos, sus destellos.
Que sea un duelo de música en el aire
las magnolias abiertas de sus besos,
que las olas se vistan de pasiones
y la pasión se vista de veleros.
Todo el color de aurora despertada
el mar y tú lo estiren en un sueño
que se lleve mi barco de gaviotas
y me deje en el agua de dos cielos.
SUBES DEL MAR, ENTRAS DEL MAR AHORA
Subes del mar, entras del mar ahora.
Mis labios sueñan ya con tus sabores.
Me beberé tus algas, los licores
de tu más escondida, ardiente flora.
Conmigo no podrá la lenta aurora,
pues me hallará prendido a tus alcores,
resbalando por dulces corredores
a ese abismo sin fin que me devora.
Ya estás del mar aquí, flor sacudida,
estrella revolcada, descendida
espuma seminal de mis desvelos.
Vuélcate, estírate, tiéndete, levanta,
éntrate toda entera en mi garganta,
y para siempre vuélame a tus cielos.
GOTA PEQUEÑA, MI DOLOR
Gota pequeña, mi dolor.
La tiré al mar.
Al hondo mar.
Luego me dije: «A tu sabor,
¡ya puedes navegar!»
Mas me perdió la poca fe...
La poca fe
de mi cantar.
Entre onda y cielo naufragué.
Y era un dolor inmenso el mar.
LIED MARINO
Vine a llamarte
a los acantilados.
Lancé tu nombre
y sólo el mar me respondió
desde la leche instantánea
y voraz de sus espumas.
Por el desorden recurrente
de las aguas cruza tu nombre
como un pez que se debate y huye
hacia la vasta lejanía.
Hacia un horizonte
de menta y sombra,
viaja tu nombre
rodando por el mar del verano.
Con la noche que llega
regresan la soledad y su cortejo
de sueños funerales.
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