EL MANGUITO, EL ABANICO Y EL QUITASOL 

También suele ser nulidad el no saber más que una cosa; extremo opuesto del defecto reprehendido en la fábula del pato y la serpiente.


Si querer entender de todo
es ridícula presunción,
servir sólo para una cosa
suele ser falta no menor.

Sobre una mesa, cierto día,
dando estaba conversación
a un abanico y a un manguito
un paraguas o quitasol.

Y, en la lengua que en otro tiempo
con la olla el caldero habló,
a sus dos compañeros dijo:
«¡Oh, qué buenas alhajas sois!

Tú, manguito, en invierno sirves;
en verano vas a un rincón.
Tú, abanico, eres mueble inútil
cuando el frío sigue al calor.

No sabéis salir de un oficio.
Aprended de mí, pese a vos,
que en el invierno soy paraguas
y en el verano quitasol».

Autor del poema: Tomás de Iriarte

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