ÉRASE UNA VIEJA 

Érase una vieja
de gloriosa fama,
amiga de niñas,
de niñas que labran;
para su contento
alquiló una casa
donde sus vecinas
hagan sus coladas.
Con la sed de amor
corren a la balsa
cien mil sabandijas
de natura varia,
a que con sus manos,
pues tiene tal gracia,
como el unicornio,
bendiga las aguas;
también acudía
la viuda honrada,
del muerto marido
sintiendo la falta
con tan grande extremo,
que allí se juntaba
a llorar por él
lágrimas cansadas.

Autor del poema: Luis de Góngora

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