POEMA SIN NOMBRE 

Como una gran niebla ardida
desde todas las distancias emergiendo
o lo mismo que el horizonte...

Te recuerdo y vienen piando
las hojas marchitas del atardecer,
hermana, amiga, esposa,
a cantar la tonada del viaje y las guitarras
en las cruces lluviosas de mi padecimiento.

Llegas desde la orilla de las congojas sumas
con la cara trizada de eternidad y cantos.

Mis pájaros de alambre triste
se ahogan en tus crepúsculos,
y yo gimo mamando nieblas.

Voy como los perros mojados
a la siga de tu recuerd0,
sujetándome las palabras.

Desde tu ausencia está lloviendo, mi hijita;
las rotas lágrimas
extienden una gran cortina de pájaros agonizantes
encima de mi sueño enorme;
y desde la abertura de las noches caídas
cantan los gallos humosos...

(El invierno te llena de canciones amarillas) .

Sé que todos los barcos que emigran van a fondear en tu corazón,
que las golondrinas saludan con su bandera azul,
la melancolía morena de tus actitudes deshojadas y vagabundas,
y voy edificando canciones
a la manera que grandes ciudades extranjeras.

¡Quién degolló las gaviotas claras de la alegría
debajo de los ríos eternos?...
¿Quién canta desde el Poniente, la canción de todas las tristezas?
¿Quién enluta de llanto la enrojecida soledad,
alargándola en lo obscuro, obscuramente obscuro,
extendiéndola en lo amargo amargamente amargo
como una gran cama de sangre tronadora y crepuscular
o una gran manta violenta?...

¡Ay! querida, el tiempo se ha parado como un águila en tu memoria.

Tú das al Universo este color rodante
y este rumor violeta cruzado de cigarras;
la inmensa bruma aquella viene de tus sollozos;
siento que se ha trizado la curva de la tierra
al peso colosal de tu pie entristecido.

Los cantos dorados del tiempo, o por mejor decirlo, los mundos
llovidos del tiempo
tiritan amontonados encima de mi angustia,
y una gran paloma negra se suicida en las arboladuras del occidente.

La pena cuadrada,
el dolor animal y rotundo, la llagadura horrenda de sentirse
¡medio a medio de la circunferencia!...
parado
¡medio a medio de la circunferencia!

Niña-Winétt!...
Y tu actitud de pájaro haciendo con besos la puntería a mi corazón.

Autor del poema: Pablo de Rokha

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