23 Poemas de rosas
NO PUEDES, ROSA, COINCIDIR CON TU ROSA
No puedes, rosa, coincidir con tu rosa.
La rosa es amarilla, o no:
la rosa es roja, es blanca, es rosa.
¿Son sus hermanas todas amarillas
o blancas?
¿Rosadas, color vino?
Lo verdadero no es un callo
de este aparador,
ni lo falso una grieta
de su espalda de encino.
Rosa, no es prenda tuya
la verdad
de tu amarillo o de tu rojo.
No es un pétalo más esa rojez
que es sólo sangre de tu realidad
y trampa y muerte
del ojo que te observa
con sus tintas.
No, rosa,
no eres verdad como rosa
de tal o cual textura,
no se empatan las voces, al cantar,
del crecer y el vivir.
En innúmeras vidas
te deshojas al tiempo en que maduras,
palideces o alientas,
Rosa, no puedes
coincidir con tu rosa.
EL AMOR ETERNO
Deja caer las rosas y los días
una vez más, segura de mi huerto.
Aún hay rosas en él, y ellas, por cierto,
mejor perfuman cuando son tardías.
Al deshojarse en tus melancolías,
cuando parezca más desnudo y yerto,
ha de guardarse bajo su oro muerto
las violetas más nobles y sombrías.
No temas al otoño, si ha venido.
Aunque caiga la flor, queda la rama.
La rama queda para hacer el nido.
Y como ahora al florecer se inflama,
leño seco, a tus plantas encendido,
ardiente rosas te echarán en su llama.
HOY QUE FELIZ ESTÁ EL JARDÍN...
Hoy...
que feliz está el jardín,
con sus rosas blancas,
llenas de amor para ti,
De nácar...
con su mirada tierna,
de hermosura exclusiva,
se aceleran,... todas,
para verte pasar,
Dulce felicidad...
dulce sentimiento,
dulce corazón,
para siempre eterno.
UNA ROSA
De las generaciones de las rosas
que en el fondo del tiempo se han perdido
quiero que una se salve del olvido,
una sin marca o signo entre las cosas
que fueron. El destino me depara
este don de nombrar por vez primera
esa flor silenciosa, la postrera
rosa que Milton acercó a su cara,
sin verla. Oh tú bermeja o amarilla
o blanca rosa de un jardín borrado,
deja mágicamente tu pasado
inmemorial y en este verso brilla,
oro, sangre o marfil o tenebrosa
como en sus manos, invisible rosa.
COMO LA ROSA: NUNCA
Como la rosa: nunca
te empañe un pensamiento.
No es para ti la vida
que te nace de dentro.
Hermosura que tenga
su ayer en su momento.
Que en sólo tu apariencia
se guarde tu secreto.
Pasados no te brinden
su inquietante misterio.
Recuerdos no te nublen
el cristal de tus sueños.
Cómo puede ser bella
flor que tiene recuerdos.
A UNA ROSA
¡Con qué artificio tan divino sales
de esa camisa de esmeralda fina,
oh rosa celestial alejandrina,
coronada de granos orientales!
Ya en rubíes te enciendes, ya en corales,
ya tu color a púrpura se inclina
sentada en esa basa peregrina
que forman cinco puntas desiguales.
Bien haya tu divino autor, pues mueves
a su contemplación el pensamiento,
o aun a pensar en nuestros años breves.
Así la verde edad se esparce al viento,
y así las esperanzas son aleves
que tienen en la tierra el fundamento...
ROSA CON CARA
¿Qué mejor oración, qué mayor ansia?
¡Sonreír a la rosa de la mañana;
dejarnos contra ella, rosa con cara;
entrarnos su alma fresca en nuestra alma!
¿Poder tenerlo todo por su fragancia?
LOS NOMBRES
Albor. El horizonte
entreabre sus pestañas,
y empieza a ver. ¿Qué? Nombres.
Están sobre la pátina
de las cosas. La rosa
se llama todavía
hoy rosa, y la memoria
de su tránsito, prisa.
Prisa de vivir más.
A lo largo amor nos alce
esa pujanza agraz
del Instante, tan ágil
que en llegando a su meta
corre a imponer Después.
Alerta, alerta, alerta,
yo seré, yo seré.
¿Y las rosas? Pestañas
cerradas: horizonte
final. ¿Acaso nada?
Pero quedan los nombres.
rosa grisacea
Una rosa grisácea
A la cual cada día
Un nuevo pétalo le crecía
Aproximándose a su decadencia
Los pétalos son emociones
Aquellos del centro, son futuros
Y los que caen, son pasadas canciones
Algunas de estas son sonidos oscuros
Aunque en esta flor
Puede crecer un pétalo de color
Su significado es dolor
Debido a tu amor
TOMA ESTA ROSA -AMABLE CUAL TÚ ERES...
Toma esta rosa -amable cual tú eres;
rosa entre rosas bellas la más rosa;
diosa en flor entre flores la más diosa
de las Musas, la Musa de Citeres.
Recíbela y ofrécele piadosa
tu seno, pues mi corazón no quieres...
(Corazón, rosa mustia, nada esperes;
sangre sin fin tu herida dolorosa.
La rosa y tú han sólo una semblanza:
no más un sol la rosa tendrá vida;
¡mil soles tú pervives de esperanza!
Si al menos, corazón, rosa transida,
marchitarte pudieras en bonanza,
cual la rosa en su pecho recogida!)
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