Poemas
Aquí, en la portada, puedes leer los 100 mejores poemas de siempre, según vuestros votos, separados en dos listas: 50 son de autores consagrados, y los otros 50 de usuarios. Tiene mucho mérito aparecer en esta selección, así que si te esfuerzas a lo mejor te puntúan tan bien que sales aquí. ¡No dejes de intentarlo!
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EPITAFIO
Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!
Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.
YA NO HAY GRISES
Ya no hay grises,
no puedo ni siquiera intuirlos.
No sé el cómo ni el porqué,
pero si cuando los perdí.
Tu luz borró las sombras de mi mundo,
y ahora estoy aprendiendo de nuevo a vivir.
Ya no hay más grises,
y todo ello es gracias a tí.
El solo hecho de saber que existes,
me hace ser más feliz.
Y aunque aún no conozcas quién soy,
yo ya te he regalado todo mi corazón.
(Colaborador de Yavendrás)
THE CATS WILL KNOW
Aún caerá la lluvia
sobre tus dulces empedrados,
una lluvia ligera
como un aliento o un paso.
Aún la brisa y el alba
florecerán ligeras
como bajo tu paso,
cuando tú vuelvas.
Entre alféizares y flores
los gatos lo sabrán.
Llegarán otros días,
llegarán otras voces.
Sonreirás a solas.
Los gatos lo sabrán.
Oirás palabras antiguas,
palabras huecas, cansadas,
como trajes arrumbados
de las fiestas de ayer.
También gesticularás,
responderás palabras
—rostro de primavera,
también gesticularás.
Los gatos lo sabrán,
rostro de primavera.
Y la lluvia ligera,
el alba color de jacinto
que rasgan el corazón
de quien más ya no espera,
son la sonrisa triste
con que sonríes a solas.
Llegarán otros días,
otras voces y despertares.
Sufriremos en el alba,
rostro de primavera.
APOLOGIA PRO POEMATE MEO
También yo he visto a Dios por entre el barro
que restalla en el rostro de un hombre sonriente.
La guerra dio a sus ojos más gloria aún que sangre
y a sus risas más gozo que el que estremece a un niño.
Qué alegría reír allí en donde
la muerte se hace absurda, y más aún la vida,
pues nuestro era el poder, mientras todo asolábamos,
de no sentir remordimiento por los muertos.
Yo también he dejado a un lado el miedo
muerto, al igual que mi escuadrón, tras la barrera
y, alzándose, mi alma ha pasado ligera
sobre el alambre donde yace la esperanza.
Y he visto a hombres exultantes:
los rostros que fruncían siempre el ceño
se encendían de pronto de entusiasmo,
como ángeles un punto, aunque ángeles sucios.
Y también he hecho amigos
de los que nadie habla en canciones de amor.
Porque no es el amor quien enlaza los labios
con los ojos sedosos que añoran al ausente
por la alegría, cuyo lazo se suelta,
sino la herida de la guerra, con alambres y estacas;
es ella quien enlaza con un vendaje usado
atado en la correa de un fusil.
He hallado a la belleza
en esos juramentos que el coraje confirma.
He oído música entre el estruendo del combate
y he hallado paz donde las bombas escupían fuego.
Pero sólo si compartís con ellos
la sombría tristeza del infierno,
con ellos cuyo mundo es un relámpago
y cuyo cielo es el camino de las balas,
no oiréis su risa nunca.
No dejarán mis chanzas que creáis
que han sido bien felices. Merecen vuestras lágrimas.
No merecéis vosotros su alegría.
QUISIERA HUIR
Estoy cansado.
Un cuerpo padece mi agonía...
Un cuerpo o multitudes que mi piel no depone.
Un ser que vive y sueña la altitud de mis límites...
¡Quisiera huir: perderme lejos de su olvido!
estoy cansado de ocultarme en las ramas;
de perseguir mi sombra por la arena;
de desnudarme entre las rocas,
de aguardar a las puertas de las fábricas
y tenderme en el suelo con los ojos cerrados:
estoy cansado de esta herida.
Un amigo me dice:
"Hay cuerpos que aún se ofrecen
como jugosas frutas sin sentido"...
Otro amigo me canta:
"¡Vuelan las aves, vuelan!"...
Yo quiero huir, perderme lejos,
allá en esas regiones en que unas anchas hojas
tiemblan sobre el estanque de los sueños que inundan.
EL AMOR ETERNO
Deja caer las rosas y los días
una vez más, segura de mi huerto.
Aún hay rosas en él, y ellas, por cierto,
mejor perfuman cuando son tardías.
Al deshojarse en tus melancolías,
cuando parezca más desnudo y yerto,
ha de guardarse bajo su oro muerto
las violetas más nobles y sombrías.
No temas al otoño, si ha venido.
Aunque caiga la flor, queda la rama.
La rama queda para hacer el nido.
Y como ahora al florecer se inflama,
leño seco, a tus plantas encendido,
ardiente rosas te echarán en su llama.
QUEJARSE EN LAS PENAS DE AMOR
DEBE SER PERMITIDO Y NO PROFANA EL SECRETO
Arder sin voz de estrépito doliente
no puede el tronco duro inanimado;
el roble se lamenta, y, abrasado,
el pino gime al fuego, que no siente.
¿Y ordenas, Floris, que en tu llama ardiente
quede en muda ceniza desatado
mi corazón sensible y animado,
víctima de tus aras obediente?
Concédame tu fuego lo que al pino
y al roble les concede voraz llama:
piedad cabe en incendio que es divino.
Del volcán que en mis venas se derrama,
diga su ardor el llanto que fulmino;
mas no le sepa de mi voz la Fama.
ES LA DICHA UN ABISMO POR LO TANTO
¿Es la dicha un abismo por lo tanto
que no me deja dar un paso en falso
por miedo a que el calzado se me arruine?
Prefiero que mis pies se den el gusto
a cuidar los zapatos porque
en cualquier zapatería una
puede comprar
un nuevo par
Mas la dicha se vende una vez sola.
Perdida la patente
nadie podrá comprarla nunca másDíganme,
pies, decidan la cuestión
¿debe cruzar la señorita, o no?
¡Expídanse, Zapatos!
EL NÚMERO DOS
Dos solitarios juntos.
A veces siento que nos entendemos
(un sentimiento, nada
mental, pues, fuera de estas sucias palabras
que todo lo traicionan
y lo perdonan todo; un sentimiento, algo
incrustado en la boca
del estómago, azul, igual que un ácido
sin nombre, añil, perfecto,
leve como un enigma, gris,
un elemento químico
desconocido. Me refiero a sin sitio
concreto en el precario
orden de la tabla
periódica -valencia, peso atómico,
esas cosas que entraban
en los exámenes). Solos,
estamos solos. Juntos, lo he dicho,
y solos. Quizás no pueda ser
distinto. Así, quizá esté bien
así. Quizá los que han nacido
solos no puedan ya
dejar de estarlo
nunca, vivir de otra manera.
Quizá, tal vez, quizá
esto no dure mucho (apenas, tal vez, puede
que otro millón de años;
poca cosa si piensas
en el tiempo geológico). Concedido, de acuerdo.
Quizás no dure siempre. Siempre se pasa pronto
y todo es poco –menos
que poco, seamos, por una vez,
realistas- pero a ratos parece,
tal vez sólo parece,
que todo está en su sitio.
MI VIDA
¡Roca maternal, te olvido
buscando el mar de la muerte,
dibujando un largo río
de recuerdos transparentes.
Agua primera de vida,
voy con un blanco torrente
detrás, que me empuja y brama
vida de nubes y nieves.
Mi vida riega los campos,
mi vida vuela celeste,
mi vida se queda blanca
sobre las cumbres, perenne.
Quienes se vieron en mí
me llegan por tal corriente,
asaltan mi corazón
como legiones de peces
y forman espumas blancas
que se agolpan en mis sienes.
La vejez irá delante,
hacia el mar, sin detenerse.
Mi vida está enamorada,
su prometida es la muerte.
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